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miércoles, 21 de octubre de 2020

MISTERIOS GLORIOSOS

El Rosario, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la Crstología.


En la sobriedad de sus partes, concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico.


 MIÉRCOLES Y DOMINGO LOS MISTERIOS GLORIOSOS


1º LA RESURRECCIÓN DE NUESTRO SEÑOR



La tumba está vacía. Es un testigo silente del evento central de la historia humana: la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo... la tumba vacía nos ha permitido presenciar la victoria de la Vida sobre la muerte. Con los Apóstoles y los Evangelistas, con la Iglesia de todo tiempo y lugar, nosotros también damos testimonio y proclamamos: '¡Cristo ha resucitado!' Ha resucitado de entre los muertos y nunca volverá a morir; la muerte no tiene más poder sobre Él » (cf. Rom 6, 9) . *


« El Señor de la Vida estaba muerto; ahora Él reina victorioso sobre la muerte, es la fuente de la vida eterna para todos los que creen. 

2º ASCENSIÓN DEL SEÑOR AL CIELO




Jesucristo va al Padre (a la casa del Padre) para 'introducir' a los hombres que 'sin Él no podrían entrar'. Sólo Él puede abrir su acceso a todos: Él que 'bajó del cielo' (Jn 3, 13), que 'salió del Padre' (Jn 16, 28) y ahora vuelve al Padre 'con su propia sangre, consiguiendo una redención eterna' (Heb 9, 12). Él mismo afirma: 'Yo soy el Camino nadie va al Padre sino por mí'» (Jn 14, 6).*

 ...'Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré' (Jn 16, 7). Sí. Cristo debe poner término a su presencia terrena, a la presencia visible del Hijo de Dios hecho hombre, para que pueda permanecer de modo invisible, en virtud del Espíritu de la Verdad, del Consolador, el Paráclito... por ello prometió repetidamente: 'Me voy y volveré a vosotros'» (Jn 3. 28).

3º  LA VENIDA DEL ESPIRITU SANTO




En Pentecostés viene el Espíritu Santo y nace la Iglesia. La Iglesia es la comunidad de los que han ‘nacido de lo alto’, «de agua y Espíritu", como dice el evangelio de san Juan (cf. Jn 3, 3. 5). La comunidad cristiana no es, ante todo, el resultado de la libre decisión de los creyentes; en su origen está primariamente la iniciativa gratuita del amor de Dios, que otorga el don del Espíritu Santo. La adhesión de la fe a este don de amor es ‘respuesta’ a la gracia, y la misma adhesión es suscitada por la gracia. Así pues, entre el Espíritu Santo y la Iglesia existe un vínculo profundo e insoluble. A este respecto, dice san Ireneo: ‘Donde está la Iglesia, ahí está también el Espíritu de Dios; y donde está el Espíritu del Señor, ahí está la Iglesia y toda gracia’ (Adv. haer., III, 24, 1). Se comprende, entonces, la atrevida expresión de san Agustín: ‘Poseemos el Espíritu Santo, si amamos a la Iglesia’ » (In Io., 32, 8).

4º LA ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO



A esta exaltación de la « Hija excelsa de Sión … mediante la asunción a los cielos, está unido el misterio de su gloria eterna. En efecto, la Madre de Cristo es glorificada como « Reina universal ». La que en la anunciación se definió como ‘ esclava del Señor ‘ fue durante toda su vida terrena fiel a lo que este nombre expresa, confirmando así que era una verdadera ‘discípula’ de Cristo, el cual subrayaba intensamente el carácter de servicio de su propia misión: el Hijo del hombre ‘ no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos ‘(Mt 20, 28). Por esto, María ha sido la primera entre aquellos que, ‘sirviendo a Cristo también en los demás, conducen en humildad y paciencia a sus hermanos al Rey, cuyo servicio equivale a reinar ‘. Y ha conseguido plenamente aquel ‘estado de libertad real’, propio de los discípulos de Cristo: ¡servir quiere decir reinar!.

5º LA CORONACIÓN DE MARÍA COMO REINA DEL UNIVERSO



Verdaderamente se convirtió en Señora de toda la creación, desde que llegó a ser Madre del Creador . » * 

 ... se afirma del Hijo que la Virgen dará a luz: 'Será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob eternamente, y su reino no tendrá fin'; y, además, María es proclamada 'Madre del Señor'. Síguese de ello lógicamente que Ella misma es Reina, pues ha dado vida a un Hijo que, ya en el instante mismo de su concepción, aún como hombre, era Rey y Señor de todas las cosas, por la unión hipostática de la naturaleza humana con el Verbo. » 

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