YA ES SEMANA SANTA

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sábado, 30 de abril de 2022

DÍA DE LA MADRE

FLORES AL CIELO....................ALLÍ HAY MUCHAS MADRES QUE SIGUEN VELANDO POR NOSOTROS


ROSAS PARA ELLAS

HERMANO PABLO SECRETARIO DE MONSEÑOR AMIGO

 Hermano Pablo: “Loado seas mi Señor, por el cardenal Amigo: Pastor, padre y hermano”






Pablo Noguera Aledo, natural de Murcia, fue el secretario personal del cardenal Carlos Amigo Vallejo por más de tres décadas. 
Pertenece a la congregación de los franciscanos de la Cruz Blanca, congregación dotada de especial carisma para la atención a enfermos, impedidos y dependientes. 
Su vida es un modelo de servicio a la Iglesia por medio de la asistencia personal al cardenal Amigo, a quien atendió desde muy joven. 
Al término de la comunión, en la Misa exequial del cardenal Amigo Vallejo, celebrada en la Catedral hispalense, la mañana de este sábado, el hermano Pablo, visiblemente emocionado, tras largas jornadas junto al féretro de fray Amigo, recibiendo el pésame de cientos y cientos de personas, dirigió un mensaje “muy franciscano”, como no podía ser de otra manera, lleno de esperanza en el resucitado. A continuación, reproducimos sus palabras íntegramente:



La Eucaristía, para un cristiano, es el bien supremo, de ella vivimos, y de ella salimos para comunicar a nuestros hermanos que Cristo vive. Estoy seguro, no porque tenga autoridad alguna, pero, que el haber estado tanto tiempo a su lado, que éste hubiera sido su mensaje. 

 Vivamos alegres. Tristes porque somos humanos, y la separación de seres tan queridos, nos nubla el corazón. Pero sabemos muy bien que nuestra esperanza no defrauda. No es como decía tantas veces: sentarse en el camino y aguardar a que acontezcan tantas cosas, si no es vivir en la certeza de que Cristo nunca falla. Últimamente él solía decir siempre: Por Cristo nuestro Señor. 

 Vivió para Cristo, vivió para su Iglesia, se deshizo, pero con alegría, alegría franciscana, de esa alegría que nace de las llagas del mismo Cristo. Llagas que nos curaron de todas nuestras debilidades y de nuestras amarguras. 


 Loado seas mi Señor, por el cardenal Amigo: Pastor, padre y hermano. Nos quiso y le quisimos; nos respetó y le respetamos; nos predicó y le escuchamos, nos escuchó y le dijimos nuestras cuitas. Nos alentó y le ayudamos, nos ayudó y le colaboramos. Nos dio el Evangelio y lo vivimos con él, seguimos tristes, pero seguimos encendiendo la fe de Cristo resucitado. 
 Ahora, Medina de Rioseco, su pueblo, al que tanto quería, su pueblo Santiago de Compostela, donde nació a la vida franciscana. Zamora, su primer destino. Roma, donde amplió sus estudios. Tánger, donde inició su ministerio episcopal. 

 Sevilla, Sevilla, Sevilla, de Sevilla no puedo decir nada, porque de Sevilla, el concierto de esta mañana lo están dando todos ustedes. Desde vuestro corazón abierto nace la gratitud que ha toda vista palpable.

 Andalucía, España, la Iglesia pueden llorar y rezar, aplaudir y recordar al cardenal Amigo, que se hizo todo a todos para ganarlos para Cristo, nuestra Pascua, el Señor eterno. La hermana muerte le lleva al umbral a ese cielo de los bienaventurados y María, la pura y limpia, le abre el postigo del Reino.


 Bendícenos, señor cardenal, bendícenos padre Amigo, síguenos bendiciendo indicando el camino que señala el ángel pascual: “No está aquí, ha resucitado”, porque: Cristo ha resucitado ¡aleluya!

 Alégrate Virgen de los Reyes, porque en tu Hijo Jesús, fray Carlos vive en Dios y nos bendice con la gracia y la paz. 
 Desde el cielo solo tendría una palabra para todos ustedes y en la persona del señor arzobispo de Sevilla, don José Ángel, quisiera que se sintieran todos representados, desde el más alto al más pequeño, la única palabra que saldría de su corazón es: Paz y Bien, hermanos. 





 Pro Ecclesia et Pontifice

El hermano Pablo recibió en 2007 en un acto privado la medalla Pro Ecclesia et Pontifice concedida por el papa emérito Benedicto XVI. 
En su intervención al recibir tal distinción, recordó el momento en el que el general superior de su congregación le comunicó que debía ir a servir a don Carlos Amigo como su secretario particular.


FUNERAL DE MONSEÑOR CARLOS AMIGO, FUNERAL

 



 La Eucaristía comenzará mañana sábado a las once y media de la mañana, y se celebrará en el Altar del Jubileo de la seo hispalense. 




Tras la monición de entrada, el arzobispo de Sevilla, monseñor José Angel Sáiz Meneses hizo una oración junto al Cirio Pascual encendido y colocó la casulla y la mitra sobre el féretro, a un lado, el báculo y el evangeliario, “para que”, afirmó el arzobispo: “como consagró su vida a anunciar el Evangelio de Cristo, goce ahora contemplando, cara a cara, aquella misma verdad que, ya cuando vivía en la luz limitada de este mundo, vislumbró en la palabra de Dios y predicó a sus hermanos”. 




 Durante la homilía, el arzobispo de Sevilla quiso comenzar hablando del amor de Cristo: “El amor de Dios se ha manifestado en el amor de Cristo, que se ha entregado por la salvación de todos. Este amor es la fuerza que nos libera del pecado y de la muerte. 




Estamos rodeados por muchos peligros y asechanzas: la tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, la espada, pero de todo ello salimos victoriosos con la ayuda de aquel que nos ha amado. Vivimos en una esperanza que se abre camino sin que nada ni nadie la pueda detener, seguros en el amor de Dios que se manifiesta en Cristo Jesús. Ninguna realidad creada puede separarnos de la omnipotencia del amor de Dios”.




 Un amor de Cristo que expermientó en su vida el cardenal Amigo Vallejo: “Don Carlos también experimentaba este amor de Cristo capaz de llevarle a dejarlo todo por seguir su llamada, capaz serenar el corazón en cualquier situación, y, sobre todo, cuando se dispone a visitarnos la hermana muerte”.


Y es que ese amor de Cristo fue transformando su vida. Así lo explicaba monseñor Sáiz Meneses: “ Don Carlos lo ha vivido con fidelidad. Ha servido a la archidiócesis de Sevilla durante 28 años. Desde la unión con Cristo, siguiendo el ejemplo de su Maestro, como sucesor de los Apóstoles, “pasó haciendo el bien” con su palabra, con sus gestos, con su vida entera, con el espíritu de las Bienaventuranzas. Somos testigos de las muchas cualidades que el Señor le concedió, como también de su preparación y capacidad de trabajo, pero más aún somos testigos de su entrega sin límites”. 

 Uno de los momentos más emocionantes fue cuando recordó la figura del cardenal Amigo Vallejo: “Era un hombre espiritual y a la vez muy cercano, muy humano, muy misericordioso. Sabía escuchar, sabía esperar, sabía acompañar a las personas, a los grupos y a las instituciones. Fiel hijo de san Francisco de Asís, alegre, cercano, entrañable. Un hombre que buscaba la unidad, la concordia, que tendía puentes, que fomentaba el diálogo interreligioso, ecuménico, intraeclesial, y también en el seno de la sociedad; que tenía una palabra amable y una sonrisa pronta para todas las personas con las que se encontraba, de cualquier edad y condición”. 

 El arzobispo de Sevilla también tuvo palabras de recuerdo para su gran labor en la diócesis: “Era acogedor con todos, acompañaba y dinamizaba todas las iniciativas nobles; impulsó muchos proyectos pastorales y sociales en todo el territorio 3 diocesano. De ahí los reconocimientos recibidos, como el de Hijo Predilecto de Andalucía, Hijo Predilecto de la Provincia de Sevilla, Hijo Adoptivo de la Ciudad de Sevilla, y de varias localidades de la Archidiócesis. Podemos decir que a lo largo de estos 28 años de ministerio episcopal ha entrado en todos los ámbitos y estructuras, en todos los hogares, en todos los corazones. En la archidiócesis hispalense cuidó y atendió las parroquias, acompañó la vida consagrada, activa y contemplativa, potenció los movimientos y realidades eclesiales, se entregó con generosidad a las Hermandades. Acogió en la archidiócesis y en su casa a san Juan Pablo II, con ocasión de la beatificación de sor Ángela de la Cruz y del cuadragésimo quinto Congreso Eucarístico Internacional”.

 Fue finalizando su intervención explicando qué podemos aprender de su vida entregada hasta el final: “No tiene sentido reservarnos para poder vivir muchos años, porque no se trata de añadir años a nuestra vida, sino vida a nuestros años. Vivir la vida intensamente, desde el amor, desde la donación de uno mismo. Y vivir los años que Dios quiera. Así lo ha hecho don Carlos, con una entrega generosa hasta el final, respondiendo a las peticiones de servicios pastorales que le llegaban”.


 Concluyó su intervención con el recuerdo de cómo le llegó la muerte, de cómo fueron sus últimos momentos, en paz y oración: “En el Hospital Universitario de Guadalajara son testigos de su entereza y buen humor aún en las circunstancias más dolorosas. El pasado miércoles compartí un largo rato con él, con el Hermano Pablo y el Hermano Luis Miguel; pudimos charlar sin prisas, y rezar juntos. Hablamos de Nuestro Señor y del encuentro definitivo con Él, también de María Santísima, y de san Francisco de Asís. Él escuchaba atentamente y asentía. Al cabo de unos momentos nos dejó, con gran paz y serenidad.



Al acto han asistido el presidente andaluz, Juanma Moreno, y numerosas autoridades eclesiásticas, como el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, y los cardenales arzobispos de Madrid, Carlos Osoro; de Valencia, Antonio Cañizares; de Valladolid, Ricardo Blázquez; el nuncio apostólico de España, Bernardito Azuza,así como obispos andaluces y otros representantes religiosos.




"Era un hombre espiritual y a la vez muy cercano, muy humano, muy misericordioso. Sabía escuchar, sabía esperar, sabía acompañar a las personas, a los grupos y a las instituciones"



El cortejo lo formará el turiferario, a continuación se sitúa la cruz con dos ciriales, los seminaristas, acólitos, diáconos, sacerdotes concelebrantes, el Cabildo Catedral, el Consejo Episcopal y el arzobispo Saiz Meneses.

 Una vez que la comitiva llegue al Altar del Jubileo, el féretro se colocará en el centro del presbiterio, bajo el paño funerario negro, de espaldas al altar y de cara al pueblo.

 Junto a él estará el Cirio Pascual encendido y, rodeándolo, cuatro candelabros.


 

 Posteriormente, fray Carlos Amigo será enterrado en la Capilla de San Pablo, entre la Capilla Real y la Puerta de Campanillas.


Último adiós al cuerpo del cardenal Amigo 


El arzobispo Saiz se dirigirá a los fieles diciendo: “Antes de entregar a la tierra, de donde fue formado, el cuerpo de nuestro hermano el cardenal Carlos, obispo de esta diócesis de Sevilla, despidámonos de él con un último gesto de respeto y de veneración. 

Hecho templo vivo de Dios por el bautismo, participó después en el sacerdocio de Jesucristo por el sacramento del orden. Sus manos fueron entonces ungidas para bendecir y perdonar. Sus labios destinados a predicar el Evangelio, y su corazón a acoger paternalmente a todos los hombres”.

 Este último adiós está marcado por la gratitud y el reconocimiento hacia una vida sacerdotal gastada en el servicio de Dios y de la Iglesia. 

 En unos momentos de silencio se encomendará al cardenal Carlos Amigo en las manos del Padre celestial, con la intercesión de María, la Madre del Señor y de los santos pastores. Todos los presentes orarán unos momentos en silencio. 

 El arzobispo pondrá incienso en el incensario y lo bendecirá, luego bajará hasta el féretro y los rodeará primero aspergiéndolo con el agua bendita y después perfumando el cadáver con el incienso, elevará una oración, mientras se canta Libera me Domine de Perosi. 

 Seguidamente será la procesión hasta la capilla de San Pablo, mientras se canta el Salmo 117, cuya antífona es: “Abridme las puertas del triunfo y entraré para dar gracias al Señor”, se bendice el sepulcro y monseñor Saiz da la bendición final.


FUNERAL DE MONSEÑOR AMIGO, PROCESION A LA CATEDRAL

 


El ritual se iniciará una hora antes, a las 10:30, con el traslado a hombros del féretro por parte de sacerdotes diocesanos, laicos de la diócesis y religiosos Hermanos de la Cruz Blanca hasta Catedral. 


PROCESIÓN CON EL FERETRO

El cortejo lo formará el turiferario, a continuación se sitúa la cruz con dos ciriales, los seminaristas, acólitos, diáconos, sacerdotes concelebrantes, el Cabildo Catedral, el Consejo Episcopal y el arzobispo Saiz Meneses.




sacerdotes concelebrantes, el Cabildo Catedral, el Consejo Episcopal y el arzobispo Saiz Meneses.
















El recorrido será: 




Plaza Virgen de los Reyes, Cardenal Carlos Amigo,









 Alemanes y Avenida de la Constitución hasta entrar en la Catedral por la Puerta de la Asunción,















 reservada a acontecimientos muy solemnes de la Archidiócesis, como la llegada de nuevos arzobispos.









 La Eucaristía comenzará mañana sábado a las once y media de la mañana, y se celebrará en el Altar del Jubileo de la seo hispalense. 



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MISA EXEQUIAL DEL MONSEÑOR AMIGO, VIDEO

 






FUNERAL DE MONSEÑOR CARLOS AMIGO, DESPEDIDA DE LOS CANÓNIGOS

 SEVILLA DESPIDE A SU CARDENAL


La Misa exequial del cardenal arzobispo emérito de Sevilla, monseñor Carlos Amigo Vallejo, será retransmitida en directo a través de TRECE, COPE y el canal del Cabildo Catedral en youtube. 

Los canónigos en la capilla ardiente




















Su secretario el Hermano  Pablo siempre cerca de él.


ORACIÓN VIGILIA PASCUAL

 VIVES Y HAS VENCIDO A LA MUERTE, TU LUZ CENTRO DE MI VIDA





Hemos sido tocados en esta noche, la más triunfante y generosa del año, por la mano poderosa de Dios! Si Jueves Santo fue camino en el amor o Viernes Santo paso obligado por cruz, la Pascua, esta noche, es una puerta que nos lleva a la resurrección.

A ella estamos llamados por Cristo, desde Cristo y con Cristo. ¡Aleluya!

Hemos caminado con el Señor durante 40 días. Hemos sentido sed, hambre, dudas, desencanto. Hasta puede que nos hayamos rebelado. Pero, al final, Dios nos da la vida

Has muerto, pero al morir, nos has enseñado a mirar hacia el Padre a cumplir la voluntad de Dios y no la nuestra a buscar el bien de los demás y no el propio

¡HAS RESUCITADO, SEÑOR!

Y, porque has resucitado, te damos las gracias Contigo, seremos invencibles Contigo, llamados a la vida Contigo, empujados al Padre Contigo, sin temor ni temblor, hasta el final Movidos por la fe, con la fe y en la fe

¡HAS RESUCITADO, SEÑOR…Y NOS BASTA!

viernes, 29 de abril de 2022

SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA


SÁBADO

“ Soy yo, no temáis ”


Tras la multiplicación de los panes y la “huida” de Jesús cuando le querían hacer rey porque lo quieren hacer rey, Jesús se retiró a la montaña, Él solo. Solo, sin ningún apoyo en el poder, como vive la totalidad de las personas.

según san Juan 6, 16-21 

Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafárnaún.

Mientras tanto, los discípulos atraviesan el lago. Están en medio de la oscuridad de una noche tempestuosa y en medio de las olas. Ellos también se encuentran solos

 Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando.

Sin Jesús, que es la Luz, la tierra se llena de oscuridad y de tinieblas. Es la total desorientación. Sin Jesús el hombre está totalmente perdido. “Soplaba un fuerte viento”. Una barca, azotada con un fuerte viento, amenaza con la destrucción y la ruina. 

Habían remado unos veinticinco o o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron. 

Con Jesús viene la luz, y con la luz, la orientación, el sentido de la vida, la alegría. Jesús se pone en medio de nosotros y nos dice: “Soy yo. No tengáis miedo”. Con Jesús desaparecen los miedos, las angustias, las zozobras. Con Jesús recuperamos el derecho a ser felices.

Pero él les dijo: «Soy yo, no temáis». Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.

Esta escena del evangelio se reflejará alguna vez, no solo en nuestra vida personal, sino en la de la comunidad: la barca puede ser símbolo de nuestra vida o también de la comunidad eclesial.




VIERNES

“ Mi yugo es llevadero y mi carga ligera ”


según san Mateo 11, 25-30 

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños.

La alabanza de Jesús va dirigida a su Padre, Señor del cielo y de la tierra. Es muy importante esa vinculación que hace Jesús entre el Padre y el Creador. Jesús ha disfrutado como nadie de la Naturaleza porque para Él no existe “naturaleza muerta” sino que toda la creación es un regalo del Padre para nosotros.

 Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. 

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. 

Por otra parte, Jesús aparece como el verdadero descanso para los apóstoles. Y ¿dónde descansamos las personas? El verdadero descanso está en el amor.

Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. 

El niño descansa en los brazos de su madre; y el esposo con su esposa, y los amigos con sus amigos. Y toda persona está llamada a descansar en el corazón de Dios. “Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón va de tumbo en tumbo mientras no descanse en Ti”.

Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».


Señor, te pido que me des un corazón humilde y sencillo, como el corazón de tu madre. Vengo hoy a ti con humildad  No vengo a ti desde mi “exigencia” sino desde mi “indigencia”. No merezco que me des nada, pero sí pongo delante de ti mis manos vacías para que me las llenes.

JUEVES

“ Las Palabras de Dios ”


Sigue el discurso dicotómico entre la tierra y el cielo, entre la carne y el espíritu, entre lo que es de los hombres y lo que es de Dios.

según san Juan 3, 31-36 

El que viene de lo alto está por encima de todos

En este evangelio “arriba y abajo” son algo más que simples adverbios de lugar. Arriba significa “trascendente” el mundo del Espíritu, el mundo de Dios. Abajo hace relación a nuestro pequeño mundo “inmanente” cerrado en sí mismo. Desde el momento en que Dios ha determinado “encarnarse” en este mundo, el cielo ha bajado a la tierra y la tierra ha subido al cielo.

El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. 

El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. 

Por eso dice Jesús que “el que cree en el Hijo tiene vida eterna”. Por eso es peligroso oponer lo humano y lo divino; lo espiritual y lo material.

El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. 

El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano.

Persona espiritual no es aquella que sólo se dedica a las cosas espirituales y se desentiende de este mundo, sino la persona que posee el Espíritu de Jesús y se va liberando de todo aquello que le “despersonaliza”.

 El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.

Señor, hoy necesito especialmente la presencia de tu Espíritu para que me haga comprender la inmensidad del amor del Padre, que no ha enviado a su hijo al mundo ni para juzgarlo ni para condenarlo sino para salvarlo. Y no salvarlo con palabras bonitas sino con hechos contundentes. No con un amor cualquiera sino con un amor que tuvo su mejor expresión en la Cruz.

MIERCOLES

“ Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito ”

según san Juan 3, 16-21

 Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.

Me quiero detener en ese “tanto”. Lo podríamos traducir diciendo. Hasta tal extremo, hasta tal inmensidad, hasta tal locura nos amó Dios Padre que nos entregó lo mejor que tenía: su propio Hijo. No olvidemos una cosa: el que escribe el Evangelio es el “discípulo amado”.

 Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

 El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.

El discípulo que ha descansado su cabeza sobre el pecho de Jesús. No es un maestro sino un testigo que ha vivido con Jesús algo tan grande, tan maravilloso, que ha quedado seducido por esa persona y ya no puede vivir sin pensar en Él, sin soñar con Él, sin trabajar por su causa.

Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. 

Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. 

Cuando escribe su evangelio ya ancianito todavía sus ojos se le llenan de lágrimas y su corazón de ternura.

En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

Si alguien le pregunta a JUAN qué debemos hacer los cristianos, contesta: “Amaos unos a otros como Jesús nos ha amado”. El evangelio de Juan sólo puede leerse de rodillas, en silencio y con ojos de enamorado.

MARTES

“ Vosotros sois la sal de la tierra ”



Aunque la sal y la luz no tienen nada en común, hay un aspecto en el que coinciden. Ninguna de las dos es provechosa por sí misma. La sal sola no sirve de nada para la salud, solo es útil cuando acompaña a los alimentos. La luz no se puede ver, es absolutamente oscura hasta que tropieza con un objeto.

san Mateo 5, 13-16 

¡Qué interesante! Resulta que cada uno de nosotros separados de los demás, no somos absolutamente nada. Mi existencia solo tendrá sentido en la medida que pase a formar parte de los demás disolviéndome en ellos.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?

La sal es el elemento que da sabor y conserva y preserva los alimentos de la corrupción. Por lo tanto, el discípulo está llamado a mantener alejados de la sociedad los peligros, los gérmenes corrosivos que contaminan la vida de las personas.  Es «sal» el discípulo que, a pesar de los fracasos diarios ―porque todos los tenemos―, se levanta del polvo de sus propios errores, comenzando de nuevo con coraje y paciencia, cada día, para buscar el diálogo y el encuentro con los demás.

 No sirve más que para tirarla fuer

a y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. 

La luz dispersa la oscuridad y nos permite ver. Jesús es la luz que ha disipado las tinieblas, pero aún permanecen en el mundo y en las personas. Es la tarea del cristiano dispersarlas haciendo brillar la luz de Cristo y proclamando su Evangelio.

No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. 

 Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. 

 Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielos».


" Yo soy la luz del mundo.... Vosotros sois la luz del mundo ". Así nos define el Señor y así debe ser nuestra vida. Por allí por donde pasemos tenemos que ser sal y luz. La sal que da gusto a los alimentos y que ayuda a conservarlos, sal que, además en Palestina se mezclaba con el estiércol para fertilizar el suelo. Y luz que facilita la vida, que ilumina los rincones de nuestro corazón, que pone calor, pasión y afecto en todo lo que hace y dice.

LUNES

“ El que crea y bautice se salvará ”




según san Marcos 16, 15-20 

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado. 

En el Evangelio de hoy nos encontramos con el mandato de Nuestro Señor de predicad el Evangelio a toda criatura, y resalta que quien crea le acompañaran unos signos, liberaran de multitud de demonios, esclavitudes, se alejaran del mal y de sus artimañas, su lenguaje será comprendido porque será el lenguaje del mandato nuevo, impregnado por el amor, tocara el corazón, consolará, dará una palabra de animo al abatido, estará cargado de esperanza, sanaran, curaran, liberaran, y no permitirán que el mal les haga daño, no dejaran que les hiera, aprenderán a que las heridas les hagan más fuertes.

A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».

Así es, el Misionero del Padre, Jesús, tiene necesidad de otros misioneros; Aquel que es la Palabra tiene necesidad de otros portavoces que divulguen su conocimiento; Aquel que es el Evangelio hecho persona confía ahora el Evangelio a sus apóstoles: "Id... Proclamad.Aclamad el Evangelio a toda la creación”

 Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a predicar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.


¡Que bella paradoja poder afirmar que en nuestra vida todo es gracia recibida de la mano de Dios y, que a la vez, Él no tiene otra forma de cambiar el mundo, sino confirmando con su fuerza nuestras palabras y acciones! ... ¡Somos un equipo! Y sólo así llegamos, en ciertos momentos, a experimentar que es verdad: que cuando vivimos en su nombre y a su estilo, echamos demonios, tratamos con serpientes, tragamos venenos poderosos... y no nos hacen daño.

DOMINGO

“ Paz a vosotros ”

según San Juan 20, 19-31 

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. 

Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». 

Cristo se aparece a sus discípulos. No es otro el que resucita sino el Crucificado, por eso les muestra las manos y el costado. Él les dice «paz a vosotros», saludo común de los judíos que se transforma aquí en bendición y anuncio pascual.

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. 

Las llagas pueden ser curadas y el miedo puede tornarse en alegría. El Resucitado les regala los dones de la Pascua: paz, misión, Espíritu y perdón.

Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». 

Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». 

Ellos testigo del Resucitado, impulsado por el Espíritu Santo, emprende con entusiasmo la misión de anunciar la paz, que se realiza por el perdón de los pecados.

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.

 Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo». 

La causa del escepticismo de Tomás estriba en que no estaba junto a los demás creyentes cuando por primera vez se les apareció el Resucitado.

 Creer en Jesucristo requiere ineludiblemente participar en la vida de la comunidad. Esta es otra de las grandes enseñanzas pascuales.

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos.

 Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros». 

Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». 

En la figura de Tomas nos podemos ver reflejados alguno de nosotros, porque con alguna frecuencia hemos podido actuar así, exigiendo signos, se nos podría acusar también a nosotros que tenemos el corazón endurecido para creer, para confiar, para dejarnos transformar por la Palabra del Señor,

Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!».

 Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? 

Bienaventurados los que crean sin haber visto». Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.


Papa San Juan Pablo II: 2002

La liturgia de hoy nos invita a encontrar en la Misericordia divina el manantial de la auténtica paz que nos ofrece Cristo resucitado. Las llagas del Señor resucitado y glorioso constituyen el signo permanente del amor misericordioso de Dios a la humanidad. De ellas se irradia una luz espiritual, que ilumina las conciencias e infunde en los corazones consuelo y esperanza. Jesús, ¡en ti confío!, repetimos en esta hora complicada y difícil, sabiendo que necesitamos esa Misericordia divina que hace medio siglo el Señor manifestó con tanta generosidad a santa Faustina Kowalska. Allí donde son más arduas las pruebas y las dificultades, más insistente ha de ser la invocación al Señor resucitado y más ferviente la imploración del don de su Espíritu Santo, manantial de amor y de paz.”