sábado, 30 de abril de 2022
DÍA DE LA MADRE
ROSAS PARA ELLAS
HERMANO PABLO SECRETARIO DE MONSEÑOR AMIGO
Hermano Pablo: “Loado seas mi Señor, por el cardenal Amigo: Pastor, padre y hermano”
FUNERAL DE MONSEÑOR CARLOS AMIGO, FUNERAL
Tras la monición de entrada, el arzobispo de Sevilla, monseñor José Angel Sáiz Meneses hizo una oración junto al Cirio Pascual encendido y colocó la casulla y la mitra sobre el féretro, a un lado, el báculo y el evangeliario, “para que”, afirmó el arzobispo: “como consagró su vida a anunciar el Evangelio de Cristo, goce ahora contemplando, cara a cara, aquella misma verdad que, ya cuando vivía en la luz limitada de este mundo, vislumbró en la palabra de Dios y predicó a sus hermanos”.
Al acto han asistido el presidente andaluz, Juanma Moreno, y numerosas autoridades eclesiásticas, como el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, y los cardenales arzobispos de Madrid, Carlos Osoro; de Valencia, Antonio Cañizares; de Valladolid, Ricardo Blázquez; el nuncio apostólico de España, Bernardito Azuza,así como obispos andaluces y otros representantes religiosos.
"Era un hombre espiritual y a la vez muy cercano, muy humano, muy misericordioso. Sabía escuchar, sabía esperar, sabía acompañar a las personas, a los grupos y a las instituciones"
El cortejo lo formará el turiferario, a continuación se sitúa la cruz con dos ciriales, los seminaristas, acólitos, diáconos, sacerdotes concelebrantes, el Cabildo Catedral, el Consejo Episcopal y el arzobispo Saiz Meneses.
Una vez que la comitiva llegue al Altar del Jubileo, el féretro se colocará en el centro del presbiterio, bajo el paño funerario negro, de espaldas al altar y de cara al pueblo.
Junto a él estará el Cirio Pascual encendido y, rodeándolo, cuatro candelabros.
Posteriormente, fray Carlos Amigo será enterrado en la Capilla de San Pablo, entre la Capilla Real y la Puerta de Campanillas.
Último adiós al cuerpo del cardenal Amigo
El arzobispo Saiz se dirigirá a los fieles diciendo: “Antes de entregar a la tierra, de donde fue formado, el cuerpo de nuestro hermano el cardenal Carlos, obispo de esta diócesis de Sevilla, despidámonos de él con un último gesto de respeto y de veneración.
Hecho templo vivo de Dios por el bautismo, participó después en el sacerdocio de Jesucristo por el sacramento del orden. Sus manos fueron entonces ungidas para bendecir y perdonar. Sus labios destinados a predicar el Evangelio, y su corazón a acoger paternalmente a todos los hombres”.
Este último adiós está marcado por la gratitud y el reconocimiento hacia una vida sacerdotal gastada en el servicio de Dios y de la Iglesia.
En unos momentos de silencio se encomendará al cardenal Carlos Amigo en las manos del Padre celestial, con la intercesión de María, la Madre del Señor y de los santos pastores. Todos los presentes orarán unos momentos en silencio.
El arzobispo pondrá incienso en el incensario y lo bendecirá, luego bajará hasta el féretro y los rodeará primero aspergiéndolo con el agua bendita y después perfumando el cadáver con el incienso, elevará una oración, mientras se canta Libera me Domine de Perosi.
Seguidamente será la procesión hasta la capilla de San Pablo, mientras se canta el Salmo 117, cuya antífona es: “Abridme las puertas del triunfo y entraré para dar gracias al Señor”, se bendice el sepulcro y monseñor Saiz da la bendición final.
FUNERAL DE MONSEÑOR AMIGO, PROCESION A LA CATEDRAL
El ritual se iniciará una hora antes, a las 10:30, con el traslado a hombros del féretro por parte de sacerdotes diocesanos, laicos de la diócesis y religiosos Hermanos de la Cruz Blanca hasta Catedral.
PROCESIÓN CON EL FERETRO
FUNERAL DE MONSEÑOR CARLOS AMIGO, DESPEDIDA DE LOS CANÓNIGOS
SEVILLA DESPIDE A SU CARDENAL
ORACIÓN VIGILIA PASCUAL
VIVES Y HAS VENCIDO A LA MUERTE, TU LUZ CENTRO DE MI VIDA
Hemos sido tocados en esta noche, la más triunfante y generosa del año, por la mano poderosa de Dios! Si Jueves Santo fue camino en el amor o Viernes Santo paso obligado por cruz, la Pascua, esta noche, es una puerta que nos lleva a la resurrección.
A ella estamos llamados por Cristo, desde Cristo y con Cristo. ¡Aleluya!
Hemos caminado con el Señor durante 40 días. Hemos sentido sed, hambre, dudas, desencanto. Hasta puede que nos hayamos rebelado. Pero, al final, Dios nos da la vida
Has muerto, pero al morir, nos has enseñado a mirar hacia el Padre a cumplir la voluntad de Dios y no la nuestra a buscar el bien de los demás y no el propio
¡HAS RESUCITADO, SEÑOR!
Y, porque has resucitado, te damos las gracias Contigo, seremos invencibles Contigo, llamados a la vida Contigo, empujados al Padre Contigo, sin temor ni temblor, hasta el final Movidos por la fe, con la fe y en la fe
¡HAS RESUCITADO, SEÑOR…Y NOS BASTA!
viernes, 29 de abril de 2022
SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA
SÁBADO
“ Soy yo, no temáis ”
Tras la multiplicación de los panes y la “huida” de Jesús cuando le querían hacer rey porque lo quieren hacer rey, Jesús se retiró a la montaña, Él solo. Solo, sin ningún apoyo en el poder, como vive la totalidad de las personas.
según san Juan 6, 16-21
Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafárnaún.
Mientras tanto, los discípulos atraviesan el lago. Están en medio de la oscuridad de una noche tempestuosa y en medio de las olas. Ellos también se encuentran solos
Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando.
Sin Jesús, que es la Luz, la tierra se llena de oscuridad y de tinieblas. Es la total desorientación. Sin Jesús el hombre está totalmente perdido. “Soplaba un fuerte viento”. Una barca, azotada con un fuerte viento, amenaza con la destrucción y la ruina.
Habían remado unos veinticinco o o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron.
Con Jesús viene la luz, y con la luz, la orientación, el sentido de la vida, la alegría. Jesús se pone en medio de nosotros y nos dice: “Soy yo. No tengáis miedo”. Con Jesús desaparecen los miedos, las angustias, las zozobras. Con Jesús recuperamos el derecho a ser felices.
Pero él les dijo: «Soy yo, no temáis». Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.
Esta escena del evangelio se reflejará alguna vez, no solo en nuestra vida personal, sino en la de la comunidad: la barca puede ser símbolo de nuestra vida o también de la comunidad eclesial.
VIERNES
“ Mi yugo es llevadero y mi carga ligera ”
según san Mateo 11, 25-30
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños.
La alabanza de Jesús va dirigida a su Padre, Señor del cielo y de la tierra. Es muy importante esa vinculación que hace Jesús entre el Padre y el Creador. Jesús ha disfrutado como nadie de la Naturaleza porque para Él no existe “naturaleza muerta” sino que toda la creación es un regalo del Padre para nosotros.
Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Por otra parte, Jesús aparece como el verdadero descanso para los apóstoles. Y ¿dónde descansamos las personas? El verdadero descanso está en el amor.
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas.
El niño descansa en los brazos de su madre; y el esposo con su esposa, y los amigos con sus amigos. Y toda persona está llamada a descansar en el corazón de Dios. “Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón va de tumbo en tumbo mientras no descanse en Ti”.
Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Señor, te pido que me des un corazón humilde y sencillo, como el corazón de tu madre. Vengo hoy a ti con humildad No vengo a ti desde mi “exigencia” sino desde mi “indigencia”. No merezco que me des nada, pero sí pongo delante de ti mis manos vacías para que me las llenes.
JUEVES
“ Las Palabras de Dios ”
Sigue el discurso dicotómico entre la tierra y el cielo, entre la carne y el espíritu, entre lo que es de los hombres y lo que es de Dios.
según san Juan 3, 31-36
El que viene de lo alto está por encima de todos.
En este evangelio “arriba y abajo” son algo más que simples adverbios de lugar. Arriba significa “trascendente” el mundo del Espíritu, el mundo de Dios. Abajo hace relación a nuestro pequeño mundo “inmanente” cerrado en sí mismo. Desde el momento en que Dios ha determinado “encarnarse” en este mundo, el cielo ha bajado a la tierra y la tierra ha subido al cielo.
El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra.
El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio.
Por eso dice Jesús que “el que cree en el Hijo tiene vida eterna”. Por eso es peligroso oponer lo humano y lo divino; lo espiritual y lo material.
El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida.
El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano.
Persona espiritual no es aquella que sólo se dedica a las cosas espirituales y se desentiende de este mundo, sino la persona que posee el Espíritu de Jesús y se va liberando de todo aquello que le “despersonaliza”.
El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.
Señor, hoy necesito especialmente la presencia de tu Espíritu para que me haga comprender la inmensidad del amor del Padre, que no ha enviado a su hijo al mundo ni para juzgarlo ni para condenarlo sino para salvarlo. Y no salvarlo con palabras bonitas sino con hechos contundentes. No con un amor cualquiera sino con un amor que tuvo su mejor expresión en la Cruz.
MIERCOLES
“ Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito ”
según san Juan 3, 16-21
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Me quiero detener en ese “tanto”. Lo podríamos traducir diciendo. Hasta tal extremo, hasta tal inmensidad, hasta tal locura nos amó Dios Padre que nos entregó lo mejor que tenía: su propio Hijo. No olvidemos una cosa: el que escribe el Evangelio es el “discípulo amado”.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
El discípulo que ha descansado su cabeza sobre el pecho de Jesús. No es un maestro sino un testigo que ha vivido con Jesús algo tan grande, tan maravilloso, que ha quedado seducido por esa persona y ya no puede vivir sin pensar en Él, sin soñar con Él, sin trabajar por su causa.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas.
Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
Cuando escribe su evangelio ya ancianito todavía sus ojos se le llenan de lágrimas y su corazón de ternura.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.
Si alguien le pregunta a JUAN qué debemos hacer los cristianos, contesta: “Amaos unos a otros como Jesús nos ha amado”. El evangelio de Juan sólo puede leerse de rodillas, en silencio y con ojos de enamorado.
MARTES
“ Vosotros sois la sal de la tierra ”
san Mateo 5, 13-16
¡Qué interesante! Resulta que cada uno de nosotros separados de los demás, no somos absolutamente nada. Mi existencia solo tendrá sentido en la medida que pase a formar parte de los demás disolviéndome en ellos.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
La sal es el elemento que da sabor y conserva y preserva los alimentos de la corrupción. Por lo tanto, el discípulo está llamado a mantener alejados de la sociedad los peligros, los gérmenes corrosivos que contaminan la vida de las personas. Es «sal» el discípulo que, a pesar de los fracasos diarios ―porque todos los tenemos―, se levanta del polvo de sus propios errores, comenzando de nuevo con coraje y paciencia, cada día, para buscar el diálogo y el encuentro con los demás.
No sirve más que para tirarla fuer
a y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo.
La luz dispersa la oscuridad y nos permite ver. Jesús es la luz que ha disipado las tinieblas, pero aún permanecen en el mundo y en las personas. Es la tarea del cristiano dispersarlas haciendo brillar la luz de Cristo y proclamando su Evangelio.
No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielos».
" Yo soy la luz del mundo.... Vosotros sois la luz del mundo ". Así nos define el Señor y así debe ser nuestra vida. Por allí por donde pasemos tenemos que ser sal y luz. La sal que da gusto a los alimentos y que ayuda a conservarlos, sal que, además en Palestina se mezclaba con el estiércol para fertilizar el suelo. Y luz que facilita la vida, que ilumina los rincones de nuestro corazón, que pone calor, pasión y afecto en todo lo que hace y dice.
LUNES
“ El que crea y bautice se salvará ”
según san Marcos 16, 15-20
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado.
En el Evangelio de hoy nos encontramos con el mandato de Nuestro Señor de predicad el Evangelio a toda criatura, y resalta que quien crea le acompañaran unos signos, liberaran de multitud de demonios, esclavitudes, se alejaran del mal y de sus artimañas, su lenguaje será comprendido porque será el lenguaje del mandato nuevo, impregnado por el amor, tocara el corazón, consolará, dará una palabra de animo al abatido, estará cargado de esperanza, sanaran, curaran, liberaran, y no permitirán que el mal les haga daño, no dejaran que les hiera, aprenderán a que las heridas les hagan más fuertes.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».
Así es, el Misionero del Padre, Jesús, tiene necesidad de otros misioneros; Aquel que es la Palabra tiene necesidad de otros portavoces que divulguen su conocimiento; Aquel que es el Evangelio hecho persona confía ahora el Evangelio a sus apóstoles: "Id... Proclamad.Aclamad el Evangelio a toda la creación”
Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a predicar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
¡Que bella paradoja poder afirmar que en nuestra vida todo es gracia recibida de la mano de Dios y, que a la vez, Él no tiene otra forma de cambiar el mundo, sino confirmando con su fuerza nuestras palabras y acciones! ... ¡Somos un equipo! Y sólo así llegamos, en ciertos momentos, a experimentar que es verdad: que cuando vivimos en su nombre y a su estilo, echamos demonios, tratamos con serpientes, tragamos venenos poderosos... y no nos hacen daño.
DOMINGO
“ Paz a vosotros ”
según San Juan 20, 19-31
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros».
Cristo se aparece a sus discípulos. No es otro el que resucita sino el Crucificado, por eso les muestra las manos y el costado. Él les dice «paz a vosotros», saludo común de los judíos que se transforma aquí en bendición y anuncio pascual.
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado.
Las llagas pueden ser curadas y el miedo puede tornarse en alegría. El Resucitado les regala los dones de la Pascua: paz, misión, Espíritu y perdón.
Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Ellos testigo del Resucitado, impulsado por el Espíritu Santo, emprende con entusiasmo la misión de anunciar la paz, que se realiza por el perdón de los pecados.
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.
Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
La causa del escepticismo de Tomás estriba en que no estaba junto a los demás creyentes cuando por primera vez se les apareció el Resucitado.
Creer en Jesucristo requiere ineludiblemente participar en la vida de la comunidad. Esta es otra de las grandes enseñanzas pascuales.
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos.
Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
En la figura de Tomas nos podemos ver reflejados alguno de nosotros, porque con alguna frecuencia hemos podido actuar así, exigiendo signos, se nos podría acusar también a nosotros que tenemos el corazón endurecido para creer, para confiar, para dejarnos transformar por la Palabra del Señor,
Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído?
Bienaventurados los que crean sin haber visto». Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Papa San Juan Pablo II: 2002