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sábado, 30 de abril de 2022

FUNERAL DE MONSEÑOR CARLOS AMIGO, FUNERAL

 



 La Eucaristía comenzará mañana sábado a las once y media de la mañana, y se celebrará en el Altar del Jubileo de la seo hispalense. 




Tras la monición de entrada, el arzobispo de Sevilla, monseñor José Angel Sáiz Meneses hizo una oración junto al Cirio Pascual encendido y colocó la casulla y la mitra sobre el féretro, a un lado, el báculo y el evangeliario, “para que”, afirmó el arzobispo: “como consagró su vida a anunciar el Evangelio de Cristo, goce ahora contemplando, cara a cara, aquella misma verdad que, ya cuando vivía en la luz limitada de este mundo, vislumbró en la palabra de Dios y predicó a sus hermanos”. 




 Durante la homilía, el arzobispo de Sevilla quiso comenzar hablando del amor de Cristo: “El amor de Dios se ha manifestado en el amor de Cristo, que se ha entregado por la salvación de todos. Este amor es la fuerza que nos libera del pecado y de la muerte. 




Estamos rodeados por muchos peligros y asechanzas: la tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, la espada, pero de todo ello salimos victoriosos con la ayuda de aquel que nos ha amado. Vivimos en una esperanza que se abre camino sin que nada ni nadie la pueda detener, seguros en el amor de Dios que se manifiesta en Cristo Jesús. Ninguna realidad creada puede separarnos de la omnipotencia del amor de Dios”.




 Un amor de Cristo que expermientó en su vida el cardenal Amigo Vallejo: “Don Carlos también experimentaba este amor de Cristo capaz de llevarle a dejarlo todo por seguir su llamada, capaz serenar el corazón en cualquier situación, y, sobre todo, cuando se dispone a visitarnos la hermana muerte”.


Y es que ese amor de Cristo fue transformando su vida. Así lo explicaba monseñor Sáiz Meneses: “ Don Carlos lo ha vivido con fidelidad. Ha servido a la archidiócesis de Sevilla durante 28 años. Desde la unión con Cristo, siguiendo el ejemplo de su Maestro, como sucesor de los Apóstoles, “pasó haciendo el bien” con su palabra, con sus gestos, con su vida entera, con el espíritu de las Bienaventuranzas. Somos testigos de las muchas cualidades que el Señor le concedió, como también de su preparación y capacidad de trabajo, pero más aún somos testigos de su entrega sin límites”. 

 Uno de los momentos más emocionantes fue cuando recordó la figura del cardenal Amigo Vallejo: “Era un hombre espiritual y a la vez muy cercano, muy humano, muy misericordioso. Sabía escuchar, sabía esperar, sabía acompañar a las personas, a los grupos y a las instituciones. Fiel hijo de san Francisco de Asís, alegre, cercano, entrañable. Un hombre que buscaba la unidad, la concordia, que tendía puentes, que fomentaba el diálogo interreligioso, ecuménico, intraeclesial, y también en el seno de la sociedad; que tenía una palabra amable y una sonrisa pronta para todas las personas con las que se encontraba, de cualquier edad y condición”. 

 El arzobispo de Sevilla también tuvo palabras de recuerdo para su gran labor en la diócesis: “Era acogedor con todos, acompañaba y dinamizaba todas las iniciativas nobles; impulsó muchos proyectos pastorales y sociales en todo el territorio 3 diocesano. De ahí los reconocimientos recibidos, como el de Hijo Predilecto de Andalucía, Hijo Predilecto de la Provincia de Sevilla, Hijo Adoptivo de la Ciudad de Sevilla, y de varias localidades de la Archidiócesis. Podemos decir que a lo largo de estos 28 años de ministerio episcopal ha entrado en todos los ámbitos y estructuras, en todos los hogares, en todos los corazones. En la archidiócesis hispalense cuidó y atendió las parroquias, acompañó la vida consagrada, activa y contemplativa, potenció los movimientos y realidades eclesiales, se entregó con generosidad a las Hermandades. Acogió en la archidiócesis y en su casa a san Juan Pablo II, con ocasión de la beatificación de sor Ángela de la Cruz y del cuadragésimo quinto Congreso Eucarístico Internacional”.

 Fue finalizando su intervención explicando qué podemos aprender de su vida entregada hasta el final: “No tiene sentido reservarnos para poder vivir muchos años, porque no se trata de añadir años a nuestra vida, sino vida a nuestros años. Vivir la vida intensamente, desde el amor, desde la donación de uno mismo. Y vivir los años que Dios quiera. Así lo ha hecho don Carlos, con una entrega generosa hasta el final, respondiendo a las peticiones de servicios pastorales que le llegaban”.


 Concluyó su intervención con el recuerdo de cómo le llegó la muerte, de cómo fueron sus últimos momentos, en paz y oración: “En el Hospital Universitario de Guadalajara son testigos de su entereza y buen humor aún en las circunstancias más dolorosas. El pasado miércoles compartí un largo rato con él, con el Hermano Pablo y el Hermano Luis Miguel; pudimos charlar sin prisas, y rezar juntos. Hablamos de Nuestro Señor y del encuentro definitivo con Él, también de María Santísima, y de san Francisco de Asís. Él escuchaba atentamente y asentía. Al cabo de unos momentos nos dejó, con gran paz y serenidad.



Al acto han asistido el presidente andaluz, Juanma Moreno, y numerosas autoridades eclesiásticas, como el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, y los cardenales arzobispos de Madrid, Carlos Osoro; de Valencia, Antonio Cañizares; de Valladolid, Ricardo Blázquez; el nuncio apostólico de España, Bernardito Azuza,así como obispos andaluces y otros representantes religiosos.




"Era un hombre espiritual y a la vez muy cercano, muy humano, muy misericordioso. Sabía escuchar, sabía esperar, sabía acompañar a las personas, a los grupos y a las instituciones"



El cortejo lo formará el turiferario, a continuación se sitúa la cruz con dos ciriales, los seminaristas, acólitos, diáconos, sacerdotes concelebrantes, el Cabildo Catedral, el Consejo Episcopal y el arzobispo Saiz Meneses.

 Una vez que la comitiva llegue al Altar del Jubileo, el féretro se colocará en el centro del presbiterio, bajo el paño funerario negro, de espaldas al altar y de cara al pueblo.

 Junto a él estará el Cirio Pascual encendido y, rodeándolo, cuatro candelabros.


 

 Posteriormente, fray Carlos Amigo será enterrado en la Capilla de San Pablo, entre la Capilla Real y la Puerta de Campanillas.


Último adiós al cuerpo del cardenal Amigo 


El arzobispo Saiz se dirigirá a los fieles diciendo: “Antes de entregar a la tierra, de donde fue formado, el cuerpo de nuestro hermano el cardenal Carlos, obispo de esta diócesis de Sevilla, despidámonos de él con un último gesto de respeto y de veneración. 

Hecho templo vivo de Dios por el bautismo, participó después en el sacerdocio de Jesucristo por el sacramento del orden. Sus manos fueron entonces ungidas para bendecir y perdonar. Sus labios destinados a predicar el Evangelio, y su corazón a acoger paternalmente a todos los hombres”.

 Este último adiós está marcado por la gratitud y el reconocimiento hacia una vida sacerdotal gastada en el servicio de Dios y de la Iglesia. 

 En unos momentos de silencio se encomendará al cardenal Carlos Amigo en las manos del Padre celestial, con la intercesión de María, la Madre del Señor y de los santos pastores. Todos los presentes orarán unos momentos en silencio. 

 El arzobispo pondrá incienso en el incensario y lo bendecirá, luego bajará hasta el féretro y los rodeará primero aspergiéndolo con el agua bendita y después perfumando el cadáver con el incienso, elevará una oración, mientras se canta Libera me Domine de Perosi. 

 Seguidamente será la procesión hasta la capilla de San Pablo, mientras se canta el Salmo 117, cuya antífona es: “Abridme las puertas del triunfo y entraré para dar gracias al Señor”, se bendice el sepulcro y monseñor Saiz da la bendición final.


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