Fachada y Puerta de Coronería
Esta puerta está decorada con una sobria representación de los apóstoles en las jambas. Es también del siglo XIII y es la que más me gusta de todas. También se la conoce como puerta Alta por estar a más altura que el piso del templo. Se construyó para dar acceso directo a los peregrinos del Camino de Santiago y a las gentes de la parte alta de la ciudad.
En el hastial del brazo norte del crucero, a la altura de la calle Fernán González pero en un nivel varios metros más elevado que el del suelo del templo, se abre la portada de la Coronería, o Puerta de los Apóstoles, que desde el interior de la catedral se comunica con la nave mediante la Escalera Dorada de Diego de Siloé.
Es obra realizada entre los años 1250 y 1257 por artistas locales pertenecientes al círculo del maestro Enrique, denominado a veces maestro de la Coronería. Plenamente gótica, parte de los temas escultóricos prolongan sin embargo la tradición románica.
Además, el entorno de la puerta fue reformado en el xviii, en 1786, con un arco de medio punto de grandes dovelas y de estilo barroco, el cual sustituyó un parteluz gótico en el que estaría representada la figura de Dios Padre.
Al poco de acometer la remodelación, el cabildo decidió clausurar esta puerta por el excesivo y molesto tránsito de vecinos que descendían hacia la parte baja de la ciudad con bastimentos y utensilios. Terminó así otro trasiego de gentes, este piadoso, ya que por la Coronería accedían a la catedral los peregrinoso que seguían el Camino de Santiago.
Por debajo y encima de las jambas, y extendiéndose por el muro circundante, formando frisos, aparecen sendas series de arcos ciegos ojivales apuntados y trilobulados, que en el zócalo inferior montan sobre columnillas pareadas con capiteles vegetales. Esta galería ciega de trilóbulos y columnillas sirve de base a un Apostolado al completo, formado por estatuas de bulto redondo y de tamaño casi natural. Se presentan seis en cada lado, adosadas al muro y separadas por las jambas.
Las tres arquivoltas están guarnecidas por relieves de serafines en la interior, ángeles turiferarios en la intermedia, y escenas de la resurrección de los muertos en la exterior.
El tímpano, dividido en dos partes, representa el Juicio Final. Sobre el dintel justo encima de la puerta aparece una larga escena en relieve presidida por San Miguel con una balanza pesando las almas; le rodean, a la izquierda, unos demonios que intentan desnivelar a su favor el peso de los pecados, así como los condenados que son conducidos al Infierno, y, a la derecha, una casita con la puerta abierta que representa la entrada al paraíso, en el que ya están unos nobles, un rey, una reina, un monje con capucha y un religioso franciscano, los bienaventurados.
Este motivo de la psicostasis es una herencia iconográfica del arte románico. En la parte superior del tímpano aparece otro motivo habitual del románico, la Déesis, con Cristo entronizado como juez universal, con los brazos alzados, mostrando la herida del costado y flanqueado por la Virgen y San Juan que imploran piedad para las almas de los desdichados.
En el vértice del tímpano, sobre unas nubes, unos ángeles portan las insignias de la Pasión. Los conatos de dramatismo y la expresión gesticulante que muestran varias de las imágenes de esta portada las alejan del pleno clasicismo francés y las ponen en relación con una corriente más naturalista de claro sabor hispano.
Se considera a esta portada emparentada con la del Juicio de la fachada occidental de la catedral de León y con la temática iconográfica de las catedrales de Reims y Chartres, aunque su referencia más evidente es la vecina Puerta del Sarmental, cuyo perfecto equilibrio, sin embargo, no consigue alcanzar.
La fachada de la portada de la Coronería se prolonga hacia arriba con un ventanal de triple arco escalonado y sobre él, jalonada por sendas agujas caladas, una galería de tres arcos ojivales, con maineles y tracería de tres círculos cuadrilobulados.
Adosadas a los maineles hay doce estatuas coronadas alusivas a la realeza castellana y, adosadas a las enjutas de los arcos, ángeles turiferarios. Siguiendo con lo visto en la fachada del Sarmental, el hastial de la Coronería termina en su parte superior con una barandilla formada por arquillos.
Puerta de la Pellejeria
Desde la plaza de La Llana se puede contemplar la Puerta de la Pellejería, menos conocida como Puerta del Canalejo, que, bajo un ventanal similar a los del ábside, se abre en el muro oriental del brazo norte del crucero, haciendo esquina con la Puerta de la Coronería e interiormente con la Escalera Dorada.
Fue mandada realizar en 1516 por el obispo Juan Rodríguez de Fonseca como alternativa al acceso por la Puerta de la Coronería, al que daban un uso no religioso los habitantes de la parte alta de la ciudad, que la aprovechaban para alcanzar la parte baja de manera rápida y resguardada, bajando por una escalera y atravesando la Catedral. Su autor, Francisco de Colonia, nieto de Juan e hijo de Simón, concibió esta portada a modo de retablo gótico de dos cuerpos de tres calles, más ático, o frontón, pero con decoración plateresca en sus pilastras, frisos y entablamentos.
En la calle central, en el primer cuerpo, se abre la puerta, de arco de medio punto angrelado, con arquivolta decorada con estatuillas de los Apóstoles bajo doseletes, que siguen la dirección del arco; en el segundo cuerpo aparecen sendos relieves que representan el martirio de San Juan Bautista y San Juan Evangelista;
en el ático, flanqueado por las estatuas de San Pedro y San Pablo, un frontón semicircular acoge un relieve de la Virgen entronizada con el Niño, entre ángeles músicos y con el obispo mecenas arrodillado a la izquierda; en las calles laterales, bajo sendos escudos del prelado Fonseca, aparecen las imágenes de diversos santos que al igual que los escudos fueron realizadas, antes del año 1523, por Bartolomé de la Haya.
Aunque de gran valor por su detalle artístico, la Puerta de la Pellejería adolece de una falta total de proporción, consecuencia del estrecho espacio en que los autores hubieron de trabajar.
Hay que añadir que la nave central emplea para la descarga de fuerzas en las naves laterales juegos de doble arbotante, tomado de los grandes templos franceses como la Basílica de Saint-Denis y la Catedral de Notre-Dame de París.
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