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viernes, 27 de noviembre de 2020

SANTA CATALINA LABOURE

 SANTA CATALINA LABOURE

 Catherine Labouré; Fain-lès-Moutiers, 2 de mayo de 1806 – París, 31 de diciembre de 1876.

Fue una hija de la caridad y una vidente, que sostuvo transmitir el pedido de la Virgen María de crear la Medalla Milagrosa, que hoy en día llevan millones de católicos y aún no católicos.



Santa Catalina Labouré nació en Fain-lès-Moutiers, región de la Borgoña, Francia, el 2 de mayo de 1806, hija del granjero Pierre Labouré y de Madeleine Louise Gontard. Fue la novena de once hijos. Su madre murió el 9 de octubre de 1815, cuando Labouré tenía nueve años.
Al quedar huérfana de madre a los 9 años le encomendó a la Stma. Virgen que le sirviera de madre, y la Madre de Dios le aceptó su petición.
 La hermana de su padre se ofreció a cuidarla y a su hermana Marie Antoinette (Tonine). Después de que él aceptase, las hermanas se trasladaron a la casa de su tía en Saint-Rémy, un pueblo a 9 km de casa.




 Como su hermana mayor se fue de monja vicentina, Catalina tuvo que quedarse al frente de los trabajos de la cocina y del lavadero en la casa de su padre, y por esto no pudo aprender a leer ni a escribir.

 A los 14 años pidió a su papá que le permitiera irse de religiosa a un convento pero él, que la necesitaba para atender los muchos oficios de la casa, no se lo permitió. 
Ella le pedía a Nuestro Señor que le concediera lo que tanto deseaba: ser religiosa. Y una noche vio en sueños a un anciano sacerdote que le decía: "Un día me ayudarás a cuidar a los enfermos". 

 Su padre se niega a dejarla partir hacia el convento, ya que sus planes era el de verla casada, así que la envía a París para que trabaje en la cantina de su hermano Charles. Allí ella descubre la miseria de la gente y se propone definitivamente hacerse monja para socorrerlos y darles ánimo en medio de sus terribles penurias. 


 Al fin, a los 24 años, logró que su padre la dejara ir a visitar a la hermana religiosa, y al llegar a la sala del convento vio allí el retrato de San Vicente de Paúl y se dió cuenta de que ese era el sacerdote que había visto en sueños y que la había invitado a ayudarle a cuidar enfermos.

 Desde ese día se propuso ser hermana vicentina, y tanto insistió que al fin fue aceptada en la comunidad.

En 1830 su padre aceptó que fuese religiosa pero se negó a pagarle la dote, que fue pagada por su hermano Hubert, un joven teniente

Entró en la congregación de las Hijas de la Caridad, fundada por San Vicente de Paul. Fue admitida el 21 de abril de 1830 en el Seminario de las Hijas de la Caridad, situado en el número 140 de la calle del Bac en París4​ (al ingresar en aquel convento se encuentra con un retrato idéntico del anciano sacerdote que ella había visto en sus sueños, cuando pregunta de quién se trata esa pintura le dicen que es San Vicente de Paul, fundador de la congregación en la que ella iniciaba su vida religiosa).

 El 25 de abril asistió al traslado de las reliquias de san Vicente de Paul de la Catedral de Notre Dame a la capilla de la casa madre de la Congregación de la Misión en la calle Sèvres.


 El 27 de noviembre de 1830 estando Santa Catalina rezando en la capilla del convento, la Virgen María se le apareció totalmente resplandeciente, derramando de sus manos hermosos rayos de luz hacia la tierra.
 Ella le encomendó que hiciera una imagen de Nuestra Señora así como se le había aparecido y que mandara hacer una medalla que tuviera por un lado las iniciales de la Virgen María "M", y una cruz, con esta frase
  "Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti". 




Y le prometió ayudas muy especiales para quienes lleven esta medalla y recen esa oración. Catalina le comentó a su confesor esta aparición, pero él no le creyó. Sin embargo el sacerdote al darse cuenta de la santidad de Catalina, intercedió ante el Arzobispo para obtener el permiso para hacer las medallas y por ende, los milagros.




​ Desarrolló particular afecto por la Virgen María durante toda su vida. Después de las apariciones de la Virgen María que recibió en 1830 se dedicó a cumplir la misión que según ella le encomendó la Virgen: acuñar una medalla, alusiva a su Inmaculada Concepción. Los favores celestes que acompañarán la difusión de esta medalla harían que muy pronto se la llame Medalla Milagrosa.

 Fue destinada al hospicio de Enghien, en la calle de Reuilly de París. Durante cuarenta y cinco años se dedicó a oficios humildes: cocina, atención a ancianos, portería. Nadie se le ocurriera que ella era a la que se le había aparecido la Virgen María para recomendarle la Medalla Milagrosa.



Uno de las ejemplos más significativos de esta santa es su humildad, ya que desde que se dieron las apariciones marianas en la Rue du Bac en 1830 hasta su muerte en 1876, aparte de su confesor nadie supo quien era la vidente de las apariciones de la medalla milagrosa, ni siquiera sus hermanas de comunidad con las que convivió durante años. 


 Su confesor había publicado un libro con todo lo referente a las apariciones pero nunca reveló el nombre de la bienaventurada que había recibido semejantes gracias por parte del Señor en la persona de su santísima madre.







 En los últimos años obtuvo que se pusiera una imagen de la Virgen Milagrosa en el sitio donde se le había aparecido.
 Al fin, ocho meses antes de su muerte, fallecido ya su antiguo confesor, Catalina le contó a su nueva superiora todas las apariciones con todo detalle y se supo quién era la afortunada que había visto y oído a la Virgen.

 Por eso cuando ella murió, todo el pueblo se volcó a sus funerales. En 1947 el santo Padre Pío XII declaró santa a Catalina Labouré.

 Falleció el 31 de diciembre de 1876.

Cuerpo incorrupto de Santa Catalina Labouré. Con tratamiento de cera, su cuerpo se encuentra en la Capilla de las Apariciones en la Rue du Bac (París).



 Con ocasión de su beatificación en 1933 su cuerpo fue exhumado, y aunque habían pasado 57 años desde su fallecimiento, fue encontrado incorrupto. Solo sus hábitos habían sido corroídos por la humedad que se filtró en el ataúd, su cuerpo fue revestido con un hábito nuevo, incluida la tradicional cofia o corneta con alas propia del antiguo hábito de su congregación, y colocado en una urna de cristal.

  Hasta el día de hoy su cuerpo puede ser visto por todos los peregrinos que llegan a la Capilla de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, en la Rue du Bac, París.

 El papa Pío XI la beatificó el 28 de mayo de 1933 y Pío XII el 27 de julio de 1947 la canonizó. Su fiesta se celebra el 28 de noviembre. 

 San Juan Pablo II visitó la Capilla de la Medalla Milagrosa el 31 de mayo de 1980 y la nombró en su plegaria a la Virgen María




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