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jueves, 5 de noviembre de 2020

PARABOLAS DE LA MISERICORDIA Y LA PINTURA

Lucas en el capitulo 15 (Lc 15,1-32) presenta tres parábolas: la oveja perdida (15,1-7), la dracma perdida 815,8-10) y el hijo pródigo (15,11-32). 

 La Oveja Perdida:


La parábola responde a las murmuraciones de los fariseos por la acogida de Jesús con los pecadores, incluso come con ellos (Lc 14,1-6).


Es un relato que describe breve pero vivamente el interés que muestra una persona que al perder una oveja —considerada quizá por otros como insignificante en comparación con el conjunto del rebaño— sale en su búsqueda, y la alegría que siente al encontrarla.


 Es muy familiar en la vida del campo palestinense. 

Los vv. 5-6 son propios de Lucas.

 Llevar una oveja sobre sus hombros, es un gesto corriente entre los pastores, especialmente cuando se trata de un animal débil o cansado. 

Es un gesto de cariño y ternura. El pensamiento de la parábola hay que buscarlo en las dos conclusiones (la de Lucas v.7 y v.14 de Mt). 

La de Lc se refiere exclusivamente a la alegría del pastor, mientras que la de Mt insiste más bien en la búsqueda.

 Lo concluyente de la parábola es que Dios no abandona al pecador, sino que busca con amor su conversión, y cuando la consigue, se alegra grandemente.

 La intención de las dos parábolas son muy distintas, en Mt 18,12-14 es una orientación para la comunidad de cómo preocuparse por los pecadores en general, en Lc, quiere justificar la conducta de Jesús con los publicanos y pecadores. 

Él no puede adoptar una conducta distinta a la de Dios. 

Desde el comienzo del cristianismo, el «buen pastor» es la imagen de Jesús de Nazaret que, en su calidad de pastor, cuida y salva a su rebaño. Desde los tiempos del cristianismo primitivo se asoció la imagen del pastor que sale en busca de la oveja perdida con la de Cristo como Buen Pastor.


Catacumba de Piscila, Roma

Desde los tiempos del cristianismo primitivo se asoció la imagen del pastor que sale en busca de la oveja perdida con la de Cristo como Buen Pastor.


Techo de las catacumbas de San Calixto en Roma,

 La profusión de representaciones escultóricas y pictóricas del tema del pastor y la oveja en el arte paleocristiano es notable:77​ se identificaron hasta 892 representaciones,78​ datadas en su mayoría de los siglos iii y iv.

​ La profusión de representaciones escultóricas y pictóricas del tema del pastor y la oveja en el arte paleocristiano es notable: se identificaron hasta 892 representaciones.




Pueden identificarse imágenes datadas del siglo ii; en su mayoría pertenecen a los siglos iii y iv. La representación del Buen Pastor comenzó a menguar en su frecuencia hacia fines del siglo iv y prácticamente desapareció en el siglo v.4​





 La representación del «buen pastor» desaparece completamente en la Edad Media, hasta que se recupera entre el siglo xv y el xvi, para volver a quedar relegada en el siglo xix.

Icono del siglo XIX


 En el siglo xvii y xviii reaparece a veces con la versión de la «divina pastora». La inspiración de las primeras representaciones se toma de la imagen de Orfeo —al que se le atribuía el don de encantar a los animales mientras tocaba la lira—, y de las representación de las obras romanas en las que el cordero entre los brazos era un símbolo de filantropía. 


BUEN PASTOR Y APOSTOLADO Cristóbal García Salmerón (Cuenca, h. 1603-Madrid, h. 1666) Segundo tercio del siglo XVII Óleo sobre lienzo Museo Diocesano y Catedralicio, Valladolid Pintura barroca española






En el primer tema el «buen pastor» guarda su rebaño, de pie o sentado. 

Alonso del Arco


Vicente López Portaña


La otra representación con el cordero extraviado en los brazos o sobre los hombros está mucho más extendida y procede directamente de los modelos paganos del moscóforo o el Hermes (Crióforo) que lleva la oveja del sacrificio. 



 La variedad de representaciones es numerosa. Las características comunes de las obras suelen presentar a un niño que porta un báculo, cayado o flauta, con túnica, y que tiene en su regazo o lleva sobre los hombros un cordero. 

 Una de las representaciones del «buen pastor» más conocidas es la de Bartolomé Esteban Murillo.




 Tiene su inspiración en el Evangelio de Juan (10, 11-14) donde Jesucristo se identifica con el Buen Pastor que da su vida por sus ovejas. En el primer plano de esa obra, Jesús niño apoya su mano izquierda sobre una oveja. Madrazo sugirió que esa oveja haría referencia a la oveja perdida del Evangelio de Mateo (18, 12).

 En la escultura ha sido también una imagen común, que empezó siendo esculpida en los flancos de los sarcófagos y recurrente en la música religiosa, como la pieza para órgano, El tríptico del buen pastor, de Jesús Guridi.conografía



La Dracma Perdida: 



Es la parábola gemela de la oveja perdida y es exclusiva de Lucas. Una dracma tenía el valor correspondiente de un denario romano (el jornal diario de un trabajador manual). 

Según Fitzmeyer “ambas parábolas insisten en la misma idea: por la predicación de Jesús, la iniciativa salvífica y la benevolencia de Dios rebasan todas las fronteras humanas, incluso el alejamiento del pecador, al que buscan insistentemente para que se convierta.

obra de James Tissot que se conserva en el Museo Brooklyn de Nueva York.



 Si un pobre ser humano despliega tales energías para recobrar una pérdida de sus posesiones, ¿cuánto mayor será la actividad de Dios para recuperar lo que, por derecho, es inalienablemente suyo? 



Así es como, en el Evangelio según Lucas, Jesús responde a las críticas de los fariseos y de los doctores de la ley, que le echan en cara su familiaridad con la gente de más baja ralea”1.















   Un dato bien importante es que según el derecho sucesorio judío, establecido en Dt 21,17, a la muerte del padre debía el primogénito, como heredero principal, recibir el doble de los bienes muebles que los demás hijos, mientras que los bienes inmuebles no podían, en principio, ser vendidos (cf. Lev 25,23ss






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