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lunes, 9 de noviembre de 2020

MONASTERIO DE SAN ZOIDO, CARRION DE LOS CONDES, CLAUSTRO

 CLAUSTRO DEL MONASTERIO


El claustro principal del monasterio es de estilo plateresco y es uno de los elementos de mayor interés artístico, ya que se considera una maravilla de estilo gótico-renacentista única en Europa.

El paseo por el Claustro es una lección de historia que presenta cincelados a personajes del Nuevo y Viejo Testamento además de los de la Orden Benedictina.


Lo más sobresaliente del conjunto monástico es el claustro, proyectado por Juan de Badajoz el Mozo en 1537 y concluido en 1604 con la participación de importantes artífices que levantaron sus muros y labraron su profusa ornamentación de padres de la Iglesia, profetas, patriarcas, jueces, sacerdotes, heroínas, así como personajes del Nuevo Testamento -apóstoles y evangelistas — y civiles — reyes, reinas, emperadores y emperatrices — además de pontífices, cardenales, doctores, monjes y santos. 


De dos alturas, el claustro inferior se articula con cinco arcos apuntados entre gruesos contrafuertes prismáticos, mientras que el superior se abre con arcos de medio punto. 

Se trata de un claustro de dos plantas con un jardín en cuyo centro se localiza un pozo con lavamanos al que se accede por la apertura del muro frente al refectorio (comedor del monasterio). 


Se sabe que este claustro sustituyó a uno anterior, románico, que posiblemente sería de dimensiones más reducidas, pero se desconoce la fecha de construcción (el único dato que se tiene es que en el año 1292 estaba en buen estado). Algunos autores apunten a que quizás la construcción del claustro original medieval dataría del siglo XI. Gracias a las obras de remodelación y restauración para la adecuación del monasterio como complejo hotelero, se ha podido obtener más información sobre este claustro primigenio.

El claustro se comunica con la iglesia a través de una portada (6) en arco rebajado entre columnas abalaustradas.

 Puerta de las Procesiones 



En la esquina este de la panda norte está la puerta de la iglesia o Puerta de las Procesiones, que recibe ese nombre porque desde ahí se iniciaban los recorridos procesionales por el claustro. Atribuida a Juan de Badajoz el Mozo, el vano es un arco escarzano abocinado apoyado sobre pilastras dóricas, los dos decorados con un entramado reticulado, y está flanqueado por columnas abalaustradas que soportan un entablamento y un frontón triangular en las enjutas muestra dos tondos con el profeta Daniel, modelo de sabiduría y justicia y prefiguración de Cristo porque se salva de los leones, y la sibila Europa, que vaticinó el episodio de la Huida a Egipto.




 El frontón, decorado con crestería de flameros flanqueados por dragones, contiene un pelícano, emblema eucarístico, está coronado con un Crucificado, que junto con las figuras de Adán y Eva en las ménsulas que flanquean el vano y que inauguran el ciclo iconográfico de la Genealogía de Cristo, también simbolizan la redención del pecado humano a través del sacrificio de Cristo.


 El claustro está comunicado con la iglesia a través de una portada denominada Puerta de las Procesiones, de forma abocinada y arco rebajado, presenta decoración de tramados y elegantes cintas que nos recuerdan a los orígenes medievales del monasterio.

En las enjutas, en dos medallones en relieve, están esculpidos la sibila Europa y el profeta Daniel. Además, el tímpano se remata con un crucifico en la que se plasma la celebración de la Eucaristía, ya que encontramos la representación de un nido de pelícano alimentando a sus crías con su propia carne y sobre él la figura de Cristo crucificado.

La portada de la iglesia hacia el claustro plasma la celebración de la Eucaristía, pues en el frontón hallamos el nido del pelícano alimentando a sus crías con su propia carne y sobre él la figura de Cristo crucificado. Algo más abajo hay un medallón a la izquierda del profeta Daniel; y a la derecha, de la Sibila Europa. 

La bóveda de esta zona está dedicada a los condes e infantes de Carrión, que favorecieron grandemente al monasterio siendo considerados sus fundadores. 

 Junto a esta entrada se encuentra una escultura que representa a un cristo galileo, atado a una columna, que anteriormente estaba situado en la sala Galilea y de ahí ésta recibió el nombre.


A la izquierda de la Puerta de las Procesiones se ubica el nicho sepulcral de Alonso Barrantes († 1627) y Juan Díaz de Lavandero († 1631), dos abades y generales de la Orden cuyos restos fueron reunidos en este nicho, según una inscripción, en 1633. Es un arco escarzano sobre pilastras que aloja el escudo general de las abadías benedictinas, el mismo que figura en la fachada norte y en la Crónica General de la orden de San Benito de Yepes editado en 1609 al que se le añadió el lema latino “IN ETERNUMET ULTRA”.



Después está la puerta de acceso a la sacristía desde el claustro, un sencillo arco de medio punto sobre pilastras, un ámbito al que también puede accederse desde el transepto de la Epístola.




Claustro inferior

El claustro actual (la planta inferior) fue proyectado por Juan de Badajoz el Mozo en 1537 por encargo del abad Gaspar de Villarroel, pero las obras no se concluyeron hasta el año 1577, ya que los trabajos fueron suspendidos durante varios años por falta de fondos.


 Cada panda del claustro bajo presenta seis tramos cubiertos con bóvedas de terceletes cuyos nervios apoyan en ménsulas muy desarrolladas y abren al jardín mediante arcos apuntados de molduras planas apoyados sobre pilastras cajeadas sobre un basamento corrido. En el exterior, los arcos están flanqueados por contrafuertes rectangulares que culminan en columnillas estriadas que sustentan pirámides con bolas.

Tiene treinta y tres metros de lado, cinco de ancho y siete de alto; está compuesto de arcos ojivales. La bóveda de esta zona está dedicada a los infantes de Carrión, que son considerados sus fundadores.

Así, en cada galería se abren cinco arcos ojivales que reposan en sendas pilastras, con un friso de formas platerescas. En total encontramos veinticuatro tamos, cada uno de ellos con su correspondiente bóveda y una amplia imposta labrada que recorre todo el muro. En esta importa se localizan una serie de ménsulas historiadas, adornadas con relieves escultóricos de donde arrancan los nervios que forman las bóvedas de crucería con los terceletes resaltados.



En cada una de las veinticuatro bóvedas, los nervios que arrancan de las pilastras forman un cuadrado en cuyo centro se localiza la clave principal, con un medallón esculpido

Destacan sin duda los 230 medallones con retratos de personajes que recorren los muros del claustro en los que se representa la genealogía de Cristo según el Evangelio de San Mateo y, la genealogía de la Orden Benedictina, dedicada a la descendencia espiritual de San Benito.

En cada capitel de donde arrancan los arcos, hay un busto, y debajo de él se lee su nombre en una cartela que es sostenida por angelitos. En total se estima que las esculturas principales del claustro que corresponden a bustos asciende a 269, con más de 120 esculturas secundarias a base de ángeles, jarrones, florones, etc. siguiendo la profusa decoración que caracteriza al más típico arte plateresco.


 Ya en la panda este lo primero que nos encontramos es un nicho con una escultura de Cristo atado a la columna de tamaño natural realizada en piedra caliza y de cuya autoría y datación en el siglo XVI, pero sin poder precisar fecha, no hay unanimidad entre los especialistas, atribuido a Antonio Morante por unos y a Miguel de Espinosa por otros. 







Está atado con una soga enroscada a una columna alta, tradicional en el siglo XVI, y elevado sobre un pequeño pedestal adoptando un contraposto que permite observar su musculatura. Se trasladó aquí procedente de la capilla funeraria de los condes a los pies del templo, donde estuvo hasta 1963 y antes también había estado en un retablo descubierto en 2011 en el muro oriental del patio jesuita.

En el tramo más al sur de la panda oeste hay una puerta de arco carpanel abocinado sobre pilastras cajeadas con dos tondos con los bustos de los santos Gregorio y Benito en la parte superior. Comunica con la escalera de acceso al claustro alto, realizada en 1566 y a la que no se puede acceder porque también forma parte de las dependencias del hotel. En el último tramo de esta misma panda está la puerta que separa este claustro del patio neoclásico desarrollado a continuación y que antes comunicaba con la portería del convento, también con arco carpanel sobre pilastras cajeadas.






 Claustro alto,




El claustro alto se inició en 1578 y se acabó en 1604, bajo el abadiato de fray Alonso Barrantes. A falta de documentación que lo corrobore, hay autores que atribuyen las trazas a Pedro de Torres, que también habría realizado labores escultóricas, apreciándose su mano en los tondos con los bustos de San Zoilo y San Benito, y otros que consideran que fueron obra de Juan Ribero de Rada, que está constatado documentalmente que por esas fechas dio trazas en el monasterio para “un cuarto de casa” desaparecido, un maestro formado en la tradición gótica tardía hispana que trabajó en el convento de San Francisco de Medina de Rioseco, en la Catedral Nueva y en el pórtico de San Esteban de Salamanca y en otros monasterios benedictinos, como San Pedro de Cardeña y San Pedro de Arlanza en Burgos o San Benito de Valladolid. 

En la labor escultórica intervinieron Juan de Bobadilla y Pedro de Cicero.


Se organiza mediante tramos separados por pilastras cajeadas entre las que se ubican antepechos macizos que soportan arcos escarzanos pareados sobre columnas y semicolumnas con capiteles elevados por un fragmento de entablamento. Cuando el convento fue rehabilitado como Seminario Menor de la Diócesis en 1891 para evitar el frío se sustituyeron las contraventanas de madera por cristaleras.



La labor escultórica se centra en medallones en las enjutas centrales de cada lienzo, donde podemos ver representados a los fundadores, otros miembros varones de la familia, todos con atributos militares, y a santos. Don Fernando Gómez, san Juan Bautista, primitiva advocación del cenobio, y don Diego Gómez ocupan la crujía este. Don Gómez Díaz, doña Teresa Peláez y don Pelayo Gómez están en la sur. Los santos Félix, Benito y Leandro se encuentran en la oeste. Y los santos Ildefonso, Zoilo y Agapio están en la norte. El acceso al interior está vetado a las visitas turísticas porque forma parte del hotel.






Es un claustro de poca altura y mucho más sencillo que el inferior. En la esquina del nordeste, en la unión de ambos claustros, hay una inscripción que dice: "Comenzose este claustro a 7 de Marzo de 1537 en esta esquina, y acabose en ella a 27 de Marzo de 1604" (es decir, las obras del claustro se iniciaron en 1537 pero no se terminaron hasta el 1604). 

 El pozo y la fuente del jardín datan de finales del siglo XVI, cuando era abad del monasterio fray Ambrosio de Nájera.




En el claustro se encuentra la entrada a la sala capitular hoy día renovada. En el centro del jardín del claustro se encuentra un pozo con lavamanos al que se accede por la apertura del muro frente al refectorio, el comedor de los monjes.













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