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domingo, 29 de noviembre de 2020

BASILICA DE SAN ISIDORO DE LEON, CLAUSTRO, MUSEO Y BIBLIOTECA


El claustro principal se construyó en el siglo XI aprovechando el pórtico o galería del Panteón alargándola hasta dar con el crucero. Fue el claustro románico más antiguo conocido en España del que solo se conserva la parte descrita de la galería.
 
Galeria románica  18

En los tiempos del rey Fernando I y su esposa Sancha (siglo XI) se construyó una galería que rodeaba el ángulo sur occidental del Panteón y se extendía hasta el primer tramo (incluido) de la iglesia. En el siglo XII este tramo se amplió hasta encontrarse con el saliente del crucero.

 En el siglo XVI y bajo la tutela del abad Fonseca se construyó el claustro que se puede contemplar en la actualidad, algo modificado en época barroca y restaurado a mediados del siglo XX.

 Al hacerse las obras en el siglo XVI esta galería quedó cegada con un muro de ladrillo bastante grueso en el que se abrieron unos vanos en la parte superior. El muro se elevaba de manera que tapaba también la fachada norte de la iglesia y sus correspondientes modillones. La propuesta de restauración del arquitecto Pidal fue aceptada sin reservas. 



Al derribarse el muro de ladrillo quedaron al descubierto bastantes elementos románicos (cornisa de la nave de la iglesia, columnas, capiteles etc.). Para completar la restauración se pusieron a punto las bóvedas con piedra de toba como se habían hecho en su día las originales.




El resto del patio son crujías con bóvedas de nervios del siglo XVI mandado hacer por el abad Fonseca. En aquella reforma quedó cegada la galería con un muro de ladrillo que fue demolido a mediados del siglo XX en las reformas llevadas a cabo por el arquitecto Luis Menéndez Pidal.
 Fue entonces cuando quedó la galería románica al descubierto, con sus canecillos, arcos y capiteles.
Crujía románica












Crujía Oriente


Acceso a la Sala Capitular



Crujía occidental




Antiguas capillas funerarias





El claustro en sus cuatro lados contenía capillas dedicadas a enterramientos de familias de la nobleza leonesa.


A partir del siglo XVI las distintas capillas del claustro se dedicaron a capillas mortuorias de las familias que tomaban el patronazgo. 

Los techos






 A principios del siglo XIX y debido a la ocupación de las tropas francesas, las capillas fueron maltratadas, profanadas y muchas de ellas transformadas en cuadras. Así se mantuvieron durante siglo y medio, abandonadas y descuidadas, hasta que en 1959 empezaron las obras de restauración de todo el claustro y sus capillas.


Después ocurrieron muchos avatares e incluso hubo destrucción pero con la restauración y restablecimiento de los últimos tiempos esas estancias han vuelto a tomar relevancia y han recuperado el título con el que se las conocía. Muchas de ellas albergan parte del museo de la Basílica y otras están dedicadas a otros servicios intelectuales como el antiguo refectorio que es hoy sede de la Cátedra de San Isidoro.

  La segunda planta es obra barroca realizada por los arquitectos Compostizo, Pablo de Valladolid y Santiago Velasco.











 Existe un segundo claustro, barroco de 1735, mandado construir por el abad Manuel Rubio Salinas.


El claustro en sus cuatro lados contenía capillas dedicadas a enterramientos de familias de la nobleza leonesa.

 A principios del siglo XIX y debido a la ocupación de las tropas francesas, las capillas fueron maltratadas, profanadas y muchas de ellas transformadas en cuadras. Así se mantuvieron durante siglo y medio, abandonadas y descuidadas, hasta que en 1959 empezaron las obras de restauración de todo el claustro y sus capillas. 


El arquitecto responsable fue Luis Menéndez Pidal, bajo el patrocinio y supervisión del Patronato Artístico Nacional.2​ En 1960, con motivo de la celebración del XIV centenario del nacimiento de San Isidoro se hicieron algunos arreglos más para adecentarlo y prepararlo para las ceremonias y se colocaron barandillas de hierro forjado a modo de balcones en los veintitrés huecos del claustro alto. En 1967 Menéndez Pidal colocó unos óculos de piedra en cada vano del claustro alto.

MUSEO

El museo llamado también tesoro está situado en la tribuna descrita anteriormente. También se exhiben objetos en las distintas capillas del claustro procesional. 



Algunos de estos tesoros fueron encargos de los reyes Fernando y Sancha para engrandecer la iglesia que ellos habían mandado construir.



 La dotaron de un importante ajuar litúrgico, aunque muchas de estas obras de arte se perdieron en los avatares sufridos a través de los siglos y otras se encuentra custodiadas en museos ajenos a la Colegiata. 




Algunas de estas piezas son

Arqueta de San Isidoro. Forrada con chapas de plata y realizada hacia 1065. Durante 900 años guardó el cuerpo del santo. Fue muy deteriorada en 1808. 



Arca de los marfiles. Allí se guardaron los restos de Pelayo y de San Juan Bautista. Datada del año 1059. En madera, con 25 marfiles incrustados. 




Portapaz de marfil. Marfil escandinavo. Representa un dragón replegado sobre sí mismo. Obra del siglo X. Cáliz de doña Urraca de 1100. 





Arca de los esmaltes con representación de la crucifixión y pantocrátor.

 Colección de telas: Dos estolas del siglo XII, 1197 y 1198, tejidas por Leonor de Plantagenet. Fragmentos de telas persas y árabes. Ternos renacentistas. 

Lignum Crucis, ostensorios y relicarios. Cruz de altar de Enrique de Arfe. 

Tríptico renacentista con la representación de la Anunciación, Visitación, Adoración de los Reyes y Calvario. En los batientes está el tema de las Once Mil Vírgenes, y el de la aparición de la Virgen a San Bernardo. Obra atribuida a Rodríguez Solís

. Pendón de Baeza, del siglo XIV.53




​ Es una de las piezas más importantes del museo. La tradición cuenta que fue bordado en el propio campo del sitio de la batalla de Baeza (aunque tal batalla no existió, pues la plaza se rindió por capitulación pactada).





​Representa a San Isidoro a caballo con espada y cruz, como se apareció en el campo de batalla. Tema relacionado con las representaciones de esta época de Santiago y San Millán. Fondo carmesí, con las armas de León y Castilla.

 Tiene honores de Capitán General.

BIBLIOTECA




La Biblioteca de San Isidoro es uno de los mejores ejemplos de arquitectura renacentista en León. Construida en torno a 1534 por Juan de Badajoz el Mozo para albergar los amplios fondos de la Biblioteca Capitular.






 La cubrición está formada por bóvedas de crucería de complicada nervatura se adornan con pinjantes.



 En el centro los nombres de los profetas (Daniel, Esdras, Ezequiel…) calaveras, flores, colgantes y en las pechinas medallones en los que aparecen los cuatro evangelistas que se atribuyen a Juan de Juni, gran escultor renacentista discípulo de Miguel Ángel. 




Recorre el muro una amplia imposta en la que se lee una inscripción elogiando a San Isidoro.



Biblia La Biblia Visigótico Mozárabe o Codex Biblicus Legionensis, datada en el año 960. Es una de las cinco Biblias completas que se conservan en el mundo, de este periodo. Consta de 514 folios de pergamino en muy buen estado de conservación.

En el siglo XII existió en este monasterio un importante scriptorium regentado por Santo Martino, canónigo isidoriano, peregrino y viajero incansable, cuyos restos reposan en la capilla que lleva su nombre situada en la Basílica.
 Destacan la Biblia del año 1162, que se conserva completa, realizada en letra carolina y miniada dentro del conocido como “estilo 1200”. Así como los Códices de Santo Martino, que versan sobre normas morales. La Colección Diplomática y Documental está formada por 809 diplomas (documentos reales, pontificios, eclesiásticos y particulares).
 El Cabildo Isidoriano pone a disposición de los investigadores, adecuadamente acreditados, los fondos catalogados del Archivo y de la Biblioteca Capitular.





ACRIPTORIUN

El scriptorium medieval, solía situarse en una de las pandas del claustro del monasterio a fin de tener una mejor iluminación. En el caso de San Isidoro se encontraba en la Tribuna Real, hoy denominada Cámara de Doña Sancha y fue uno de los scriptorium más importantes de Europa.




 Sería su mayor periodo de esplendor el siglo XII en que el ilustre canónigo Santo Martino dirigía el trabajo de miniado y copiado de códices y la elaboración de documentos.

 Sabemos por las fuentes que contaba con siete monjes que se dedicaban a tiempo completo a estas labores gracias al sostenimiento económico aportado por la reina Doña Berenguela. 

 El proceso era muy laborioso y los monjes se dañaban la vista, los brazos y la columna. El propio Santo Martino llegó a colgar brazos y espalda de una viga para poder soportar largas horas en esta tarea.



Se escribía sobre pergamino, que se obtiene de la vitela del cordero recién nacido, cuidadosamente limpiado y tratado con sosa caustica para eliminar sus impurezas y dejar la superficie totalmente lisa.

 Mediante el uso de una pluma o un cálamo, se escribía con la tinta negra que era de origen vegetal. El color rojo se conseguía utilizando minio, lo que da a sus decoraciones la denominación de “miniatura”. También se utilizaban para sus diseños otros colores (azules, verdes...), e incluso metales como el oro o la plata. Posteriormente se encuadernaban en cuero y se cerraban con broches de metal.

 Gracias a la pericia de los monjes, en este lugar se realizó la Biblia del S XII, Los Códices de Santo Martino, Los Morales de San Gregorio, Cantorales, Sermones, pero también obras no religiosas como el Fuero Juzgo, Las Siete Partidas, y dentro de la colección diplomática tenemos Cartas de fundación real, de compraventa, Testamentos, Privilegios…etc que hicieron que este lugar llegara a ser considerado Chancillería Real.


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