No dijiste palabra alguna pero tus obras te delataron.
Dios empezó a escribir tranquilo, el amor se hacia hombre en José y María, tu esposa.
El amor era custodiado por tu mano y educado por ti inteligencia.
El amor era trabajado por tu cincel y tu martillo en el banco de tu casan en tu ser carpintero.
Si, José, que bien hablaste sin necesidad de hablar una sola palabra. Nunca un ángel llevó tan grata respuesta al cielo; crees y callas, esperas y duermes, duermes y sueñas, obedeces y despiertas.
Nunca un ángel de las alturas en su intento de descender hacia la tierra recibió tan grata respuesta; tu serenidad, tu paz y tu consuelo,
Gracias San José.
Tomaste a María como esposa, recibes a Jesús como Hijo, fuiste hombre de pocas palabras frente a un mundo de tantas palabras y tan pocas obras.
Gracias San José.
No hay comentarios:
Publicar un comentario