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viernes, 18 de noviembre de 2022

MI CASA ES CASA DE ORACIÓN

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (19,45-48) 

En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Escrito está: "Mi casa es casa de oración";  



En el Evangelio de hoy nos encontramos con la purificación del templo, el Señor no viene para destruir, viene con el don de la curación, quiere sanar y para ello denuncia los abusos cometidos: “cueva de bandidos”; sanar no resulta cómodo, a veces, trae consigo incomprensión, “buscaban acabar con él”; con este gesto el Señor nos muestra su deseo por las cosas de su Padre.
 Ese celo debería devorarnos a todos los creyentes, ese celo de buscar agradar y buscar lo que es grato a Dios, el celo por dar a conocer al Señor, que el Señor sea amado, que busquemos agradar a Dios, que nos preocupe realizar su voluntad.

 El culto debe ser toda nuestra vida, vivida en fidelidad a la voluntad de Dios.

 El Señor es nuestro modelo. Y como decimos al concluir la plegaria eucarística: Por Cristo, con Él y en Él, todo para mayor gloria suya. Así debemos desear que sea toda nuestra vida por Cristo y para Cristo.


NOSOTROS



Demos gracias a Dios por esta Iglesia nuestra que después de tantos siglos sigue en marcha. Sin duda es un misterio de fe, pues a pesar de contar con fallos humanos, solo la vida sencilla, sincera y entregada de tantos hermanos a las necesidades de los demás nos recuerda que hay otra manera de hacer Iglesia: desde la oración y la entrega generosa.

Pero el Maestro de Nazaret nos enseña ahora que para encontrarse con Dios hay que encontrarlo a Él, escucharlo y vivir como Él nos enseña; donde está la comunidad y el prójimo está Jesús y donde está Jesús está Dios; Cristo es el nuevo Templo y nosotros somos parte de él.

Señor, yo quiero tomar conciencia de que soy Templo del Espíritu Santo. 
Y este templo es mucho mejor que el mismo templo de Jerusalén.
 Este templo quiero que sea para mí un lugar de encuentro contigo. Desde este templo elevaré a Ti mis primeras oraciones de la mañana y elevaré hacia Ti el incienso de la tarde como alabanza a tu Santo Nombre. 
Y, desde ahora, miraré a las personas como “templos vivos del Espíritu Santo”.

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