JUAN PABLO II EN SEVILLA
5 DE NOVIEMBRE DE 1982
Ocho horas, un baño de masas, una beatificación histórica, un encuentro inesperado... una visita frenética.
El Papa Juan Pablo II, hoy santo, visitó por primera vez la ciudad de Sevilla el 5 de noviembre de 1982. Lo hizo por un motivo realmente importante. Un acontecimiento eclesial singular: la subida a los alteres de Sor Ángela de la Cruz.
El día elegido para la visita del Papa fue el viernes 5 de noviembre. Juan Pablo II aterrizaba en un blindado aeropuerto de San Pablo a las 8:45 en un DC-8 de las Fuerzas Armadas procedente de Madrid. A pie de pista le esperaba el arzobispo de Sevilla, fray Carlos Amigo Vallejo, el presidente de la Junta de Andalucía, Rafael Escuredo; el presidente del Parlamento, Antonio Ojeda; y el teniente general Saavedra, además de los obispos de la provincia eclesiástica de Sevilla, entre otras personalidades. "Sevilla Mariana quiere el Papa", rezaba una gran pancarta.
Los coros de la Ciudad de Sevilla y San Ildefonso de Mairena del Aljarafe recibieron al Pontífice por sevillanas.
Un grupo de jóvenes – ellas con bata de lunares, ellos con chalequillos y pantalón negro – le dieron la bienvenida en el aeropuerto bailando sevillanas, cuando aún ronroneaban los motores del avión”. Así empezaba la crónica de José Antonio Carro Celada, redactor de la revista ECCLESIA en 1982, sobre la visita de Juan Pablo a II a Sevilla, el 5 de noviembre de 1982.
10 DE LA MAÑANA
En torno a un millón de personas se concentraron en el campo de la Feria para seguir en directo la ceremonia.
Pero la protagonista del día era otra persona: sor Ángela de la Cruz, que iba a ser beatificada por el Papa en pleno campo de la feria de abril:
“Hubo aplausos nutridos y largos cuando Juan Pablo II terminó de pronunciar la fórmula de beatificación; y aclamaciones al descorrerse la cortinilla de terciopelo rojo que cubría la efigie de la nueva beata".
Durante la homilía, que es para leer punto por punto, el Papa elogió la sensibilidad artística del pueblo andaluz, enumeró a sus santos, cantó las glorias de sor Ángela de la Cruz, “la que fue zapatera antes que monja”.
13 HORAS EN LA CATEDRAL
EN LA CATEDRAL
Tras la beatificación, el Papa se encaminó al centro de la ciudad. Primero para visitar la Catedral por espacio de viente minutos. Un público enfervorecido, según relatan las crónicas, esperaba al Santo Padre en la puerta de la Asunción.
Allí le recibió el Cabildo, con el deán en funciones, Francisco Seisdedos, al frente.
En el interior había unas tres mil personas. Juan Pablo II quiso orar ante la tumba del cardenal Spínola, se postró ante el cuerpo incorrupto de San Fernando en la Capilla Real, rezó la Salve a la Virgen de los Reyes, Patrona de Sevilla y su Archidiócesis, que se encontraba en su paso después de haber salido el 30 de octubre para pedir por los frutos de la visita. El maestro Ayarra, al órgano, amenizó la estancia.
13.30 PALACIO ARZOBISPAL
cantó el Angelus desde el balcón del Palacio Arzobispal, donde almorzó antes de poner rumbo de manera inesperada a la Casa Madre de las Hermanas de la Cruz.
Una visita fuera de guion El ajustado cronograma de la estancia del Papa en Sevilla indicaba que la comitiva se dirigiría al aeropuerto tras el almuerzo en el Arzobispado. Pero el delegado episcopal Antonio Hiraldo tenía otros planes. Había obrado de manera discreta para convencer a la Santa Sede de hacer una breve parada en la Casa Madre de las Hermanas de la Cruz. Y así fue.
El Papa puso rumbo a la calle Sor Ángela de la Cruz ante la lógica preocupación de las autoridades y las fuerzas de seguridad.
Eran las cuatro de la tarde. Juan Pablo II apenas estuvo 15 minutos en el convento. El tiempo justo para rezar ante el cuerpo incorrupto de Sor Ángela y ser agasajado por las hermanas, con madre María de la Purísima a la Cabeza. Otra hermana de la cruz que ha subido a los altares.
Punto y final de la estancia antes de encaminarse al aeropuerto de San Pablo para ir a Granada.
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