Este año 2022 se cumplen 40 años de la histórica visita del papa Juan Pablo II al Castillo de Javier. Fue el 6 de noviembre de 1982 por la mañana. El Papa polaco llegó en helicóptero desde el santuario de Loyola y apenas estuvo cinco horas en Navarra, donde celebró una eucaristía ante miles de navarros.
Después de comer viajó por la tarde a Zaragoza para seguir su visita. Fue una auténtica Javierada en una jornada muy desapacible en los meteorológico, con una mañana con viento huracanado, pero muy emotiva. Acudieron todas las autoridades civiles y religiosas con el presidente de la Diputación Foral, Juan Manuel Arza, y el arzobispo de Pamplona José María Cirarda, al frente.
Entre 80.000 y 110.000 personas acudieron a Javier la mañana del sábado 6 de noviembre de 1982 para ver de cerca a Juan Pablo II. Llegó a las 13,30 horas, con casi hora y media de retraso, en helicóptero procedente del santuario de Loyola. Todas las iglesias navarras repicaron en señal de júbilo y saludo al entrar en la Comunidad Foral.
Las pancartas y pañuelos rojos dieron colorido y vistosidad al acto. Predominaron pequeñas banderas españolas y otras con los colores del Vaticano. Entre las pancartas además de las de marcado contenido religioso destacaron las de numerosos pueblos de Navarra.
"Lodosa te ama", "Echarri Aranaz con el Papa", "El Papa primer misionero", "Mendavia con tu espíritu", "Cintruénigo con el Papa", "Ablitas con el Papa". Los vecinos de Javier se reunieron en torno a una pancarta que decía: "Los paisanos de Javier tus amigos quieren ser".
El agotamiento físico de Juan Pablo II hizo plantear a uno de los secretarios particulares del Pontífice la posibilidad de que redujera al mínimo su visita a tierra navarra. Entre ellas, la conveniencia de que Juan Pablo II no oficiará en Javier ninguna ceremonia religiosa.
La idea era que se limitará solamente a un breve saludo a la multitud de navarros que esperaban la llegada del Papa. Sin embargo, el Papa manifestó su interés y deseo por acercarse a los fieles de Javier y desarrollar el acto misional tal y como estaba previsto.
El mal tiempo, el retraso en el inicio del acto y posiblemente su cansancio pudieron ser los motivos fundamentales de que el Papa optó por abreviar el discurso que tenía preparado. De las 260 líneas que en números redondos tenía su intervención inicial, Juan Pablo II suprimió en la alocución definitiva unas 80. Leyó en perfecto castellano y corrigió con rapidez "javierada" en lugar de "averiada".
En el trascurso del acto litúrgico su Santidad recibió las ofrendas de la tierra, aceptó la medalla de oro de Navarra que acordó concederle la Diputación que le entregó el presidente Juan Manuel Arza, y fue haciendo entrega a cincuenta misioneros españoles de sendos crucifijos. El acto finalizó con la bendición apostólica impartida en latín por Su Santidad.
Tras una breve visita a la capilla donde se encuentra el Cristo ante el que rezaba San Francisco de Javier, Juan Pablo II pasó al edificio de la comunidad de los jesuitas, donde almorzó y apreció los productos de Navarra. Descansó brevemente y cinco horas después de llegar se despidió de nuevo entre el clamor y los aplausos de los peregrinos para tomar el helicóptero que le conduciría a Zaragoza.
El Papa comió poco en Javier, pero con ganas. Tomó un consomé, luego degustó los espárragos y las alcachofas, cordero y una cuajada. "Le hemos servido unos espárragos más y también ha querido repetir las alcachofas. Sin embargo, casi no ha tomado cordero, sólo lo ha probado", aseguraron las monjas que le sirvieron la comida. "Muchas cosas ricas en Navarra", aseguró el comensal.
El regreso de los miles de peregrinos se convirtió en un fenomenal atasco. Fuerzas de la Guardia Civil y de la Cruz Roja trabajaron en la localización de visitantes que habían sido perdidos por sus familiares. En una noche desapacible en la que hubo de todo, agua, viento, frío y niebla, se produjeron importantes atascos en las proximidades de Javier y de Sangüesa.
La fila de autobuses alcanzaba los cuatro kilómetros y numerosos visitantes tuvieron que permanecer hasta altas horas inmovilizados en la intemperie, sobre todo en la zona de Javier, donde por otra parte también sufrieron apagones de luz.
El tremendo atasco se produjo como consecuencia del aparcamiento de vehículos en el cruce de la localidad. Sobre las once de la noche fue cuando se organizó un verdadero caos al coincidir la mayor aglomeración de vehículos con la fuerte lluvia.
De su homilía en Javier ante miles de navarros que abarrotaban las cercanías del Castillo destacamos estos comentarios: "En este lugar donde todo nos habla de San Francisco Javier, ese gran santo navarro y español universal, saludo ante todo al pastor de la diócesis, a los obispos venidos de otras zonas de España, a los sacerdotes, misioneros y misioneras, junto con sus familias, y a la comunidad y escuela apostólica de la Compañía de Jesús que tan celosamente cuida este solar y santuario".
"En este encuentro popular y misionero con vosotros, hijos todos de Navarra y de España, quiero rendir homenaje al patrimonio de recios valores humanos y sólidas virtudes cristianas de las gentes de esta tierra. Y expresar la profunda gratitud de la Santa Sede a la Iglesia de España por su magna obra de evangelización; obra a la que los hijos de Navarra han dado tan sobresaliente contribución", afirmó Juan Pablo II.
El Papa fue recibido en aquella ocasión con una adaptación del "Uno de enero", canción escrita por el propio Ignacio Baleztena, mientras decenas de miles de navarros agitábamos pañuelos rojos.
La letra adaptada por los organizadores decía así:
Por las llanuras
Y las montañas
Los peregrinos Van a Javier.
El peregrino
De todo el mundo
El Santo Padre viene también
A Javier hemos de ir
Porque nos gusta,
porque nos llama
A Javier hemos de ir
Porque el Santo Padre ya esta aquí
Fuente: periodicos de Navarra y blog premindeiruna
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