Lectura del santo Evangelio según san Lucas (17,20-25)
En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios, Jesús les contestó: «El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.
Iniciamos la tercera y última parte del viaje de Jesús hacia Jerusalén (Lc 7,11); en esta etapa continúa la enseñanza de Jesús a sus discípulos sobre la vida cristiana y hoy se nos presenta un texto de corte apocalíptico surgido de la pregunta de los fariseos sobre el Reino. Esta misma pregunta demuestra que los fariseos no entienden nada del Reinado de Dios que actúa en la persona de Jesús, Él acaba de sanar a diez leprosos y ellos no ven más allá de sus narices, por eso preguntan “¿Cuándo llegará el Reino de Dios?”
El Evangelio de hoy se nos presentan dos enseñanzas:
Primera, y quizás la más importante: “El Reino de los cielos es ya una realidad”. El reino ya se ha iniciado pero no ha llegado a su plenitud, ya ha comenzado, se encuentra dentro de nosotros, empezamos a gozar signos de su presencia, en donde el amor, la alegría y la paz son una verdadera realidad.
La segunda, aceptar el sufrimiento como compañero de camino, a Ntro. Señor no se le quitó: «antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación». Signos de la presencia de su Reino son también la dificultad, la asechanza y la intimidación. El reino de Dios sufre violencia. El maligno no descansa y no para de poner obstáculos. ¡ojo!, no te dejes vencer, no le concedas el placer del desánimo
¿ Como notaremos el Reino de Dios?
El reino tiene que inundar el corazón. Y se manifestará en cosas pequeñas. El reino ya se está produciendo en nuestro mundo cada vez que una persona es capaz de amar como Dios ama. Gratuita y desinteresadamente.
El reino acontece cuando creemos en nosotros mismos como hijos e hijas de Dios, capaces de recrear y renovar nuestra vida y la de nuestros hermanos y hermanas desde la justicia y el amor.
El reino se hace vida compartida cuando llevamos la eucaristía a la vida y compartimos el pan de la fraternidad con todos los que nos rodean, especialmente con los que más sufren.
NOSOTROS
Quizás está dentro de nosotros pero como no hace ruido ni milagros ni grandes ni ostentosas manifestaciones no nos damos cuenta.
Pero está en tu corazón y en el mio como creyentes que ponemos por obra las enseñanzas del Señor porque Jesús ya ha venido a la tierra y nos ha dejado su presencia.
En estos tiempos que vivimos , tiempos donde todo vale y cristianos tibios y callados, los verdaderos seguidores de Cristo tenemos que ser valientes y aguantar el chaparrón. Nosotros sabemos que actuando como Cristo su Reinos nos trae felicidad y paz
Dejar que Jesús reine en mi alma significa abrirle las puertas para que Él haga lo que quiera conmigo. Y El sólo entra y se queda a vivir si encuentra un alma limpia, es decir, sin pecado. Un alma en pecado es un lugar inhabitable para Dios.
Te acojo y me llamas la conversión y al convertirme en levadura extiendo ti Reino. Gracias Señor por tu Reino.
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