San Fermín murió mártir en Amiens con apenas 31 años.
Cuentan que el obispo pamplonés convirtió al cristianismo a cerca de 3.000 personas en esta ciudad francesa antes de ser apresado por orden del gobernador de la provincia que mandó decapitarlo en la cárcel un 25 de septiembre, al parecer en el año 303.
«Ordenó sus soldados que lo prendieran y lo encerraran en la cárcel, indicándoles que lo decapitaran silenciosamente por la noche y que escondieran su cuerpo para que no lo encontraran los cristianos y le tributaran honores», escribe José Antonio Goñi Beásoain de Paulorena en su artículo sobre « San Fermín, entre la historia y la leyenda».
Goñi relata que el cuerpo del mártir «fue abandonado sangrante sobre el suelo de la prisión», a la espera de que el gobernador romano ordenara descuartizarlo.
El senador Faustiniano, que había sido bautizado por San Fermín, recogió sus restos y los sepultó en secreto en su tumba familiar en Abladene, en las proximidades de Amiens.
El lugar de su sepultura se perdió en la memoria hasta el 13 de enero del año 615, cuando otro santo, San Salvio, dio milagrosamente con su tumba.
Los Anales del Reino de Navarra recogen cómo el obispo de Amiens «vio súbitamente abrirse el Cielo y descubrió en él un trono de gran majestad del que salió un rayo de luz de inaccesible claridad que continuaba hasta tocar en la tierra».
San Salvio comenzó a cavar, con la ayuda de otros, en el lugar señalado y del lugar brotó «una fragancia celestial», como si «todos los aromas se desmenuzasen allí (...) y todas las flores respirasen», aumentando la fragancia conforme ahondaban en el descubrimiento.
Unos relieves góticos, situados en el trasaltar de la catedral de Amiens narran la historia de San Fermín, que también representó Alejandro Ferrant en un cuadro pintado en el s.XIX, colgado hoy sobre el dintel de una de las puertas del Salón del Trono del Palacio de Navarra.
Reliquias en Pamplona
Los restos de San Fermín fueron conducidos procesionalmente hasta la catedral de Amiens y dice la tradición que aquel día se produjeron numerosos milagros en la ciudad.
En el supuesto lugar de la tumba del santo, en Abladene, se levantó más tarde la iglesia de Santa María de los Mártires, convertida después en la abadía de Sain Acheul, según relata Goñi.
Allí se encontró una lápida con la inscripción «Firminus M.» («Fermín mártir»).
La primera reliquia del santo de la que se tiene noticia en Pamplona llegó a la capital navarra en 1186, siendo obispo de la ciudad Pedro de París, también llamado «de Artajona» por su origen.
El prelado de Amiens, Teobaldo de Heilly, le entregó un fragmento de la cabeza del mártir, que se conserva hoy en un busto guarnecido de plata de 1527 en la catedral de Pamplona.
Aquel mismo año de 1186 Pedro de París dio rango solemne a la fiesta del mártir, el 10 de octubre. «Lo decretamos así porque el nacimiento de dicho mártir es atribuido a padres pamploneses y se dice que fue ordenado obispo de la ciudad», escribió el prelado en el decreto, según recoge José María Jimeno Jurío en «Historia de Pamplona y de sus lenguas».
Doscientos años después, Carlos II de Evreux aportó otra reliquia de la cabeza del santo «quizá con la intención de calmar ánimos, caldeados tras las ejecuciones de Miluce», señaló José Luis Molins en un estudio sobre «Rito y protocolo en la fiesta de San Fermín».
La reliquia pertenece al tesoro de la catedral y se guarda en un copón del siglo XVI con una inscripción en latín al pie.
En el siglo XVI, llegaron a Pamplona otras tres reliquias desde Amiens. Francisco de Álava, embajador de Felipe II en la Corte de París obtuvo en 1569 una para su prima Beatriz de Beaumont y de Navarra, que se colocó en el óvalo del pecho de la imagen de San Fermín que cada 7 de julio sale en procesión por las calles de Pamplona.
En esta talla relicario se colocaría años después una reliquia que perteneció a Martín Azpilicueta y en 1638 la que consiguió Martín de Olagüe en 1597 por su protección de la catedral de Amiens como capitán al mando de su compañía.
La última reliquia del santo se recibió en Pamplona en 1941 «con todo júbilo y solemnidad», según Molins. Una arqueta relicario guarda en la catedral de Pamplona el fragmento de fémur que donó el obispo de Amiens, monseñor Lucien Martin.
Fuente: abc.es
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