DOMINGO
“ Tú eres mi Hijo amado
Y sucedió que por aquellos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán.
Juan, que le reconoció, quiso al principio excusarse, pero vencido luego, por el mandamiento de Cristo, le bautizó. Y he aquí que apenas salió Jesús del agua abriéronse los cielos, y el Espíritu Santo en figura de paloma bajó sobre El, y se oyó una voz que decía: «Este es mi hijo muy amado.»
Apenas salió del agua, vio rasgarse los cielos y al Espíritu que bajaba hacia él como una paloma. Se oyó una voz desde los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco».
Igual que el misterio de la Encarnación, todo un Dios haciéndose pequeño, en el episodio del Jordán nos muestra su gran humildad, -siempre me ha impresionado contemplar a Nuestro Señor haciendo cola como un pecador más, el que no cometió pecado, quien nos purifica, haciendo cola entre los pecadores, todo un Dios entremezclado con los que nada cuenta, con los marginados, sin querer privilegios, con paciencia, sabiendo esperar su turno, me impresiona este Dios que rompe todos los esquemas de este mundo, no quiere privilegios, no busca honores, le da igual que lo confundan, pasando como uno de tantos, mezclado entre los pecadores. se puso en cola entre los pecadores, como uno más- y allí comenzó a tomar sobre sí el peso de la culpa de toda la humanidad, como Cordero de Dios que “quita” el pecado del mundo.
Pero no todos podríamos decir con el corazón en la mano, que nos sentimos “Hijos Predilectos”. Para lograr esto, aceptemos el Amor de Nuestro Padre y permitamos que éste llegue a través nuestro hacia nuestro prójimo más cercano: nuestros hijos, familiares, amigos y colegas.
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