También el pasaje evangélico nos presenta una regla de vida: “La medida que uséis la usarán con vosotros”, tratar a los demás como queremos ser tratados.
No nos dice que hagamos a los demás lo mismo que los demás nos hacen, sino que nos insiste en hacer a los demás lo que quisiéramos que hicieran por nosotros. Si esto ya nos parece mucho, no lo es todo.
Estamos llamados a amar al que no te ama, incluso amar a quien te desea el mal. Hay que hacer todo movidos por el amor a Dios. Sólo el amor a Dios nos da la fuerza para amar, solo Él puede capacitarnos para amar, como Él nos ama.
El que tenga oídos para oír que oiga Jesús remacha el mensaje de la parábola del sembrador con esta otra imagen del candil que se pone en alto para que alumbre en vez de ponerlo debajo de un celemín para que su luz se vea amortiguada y no cumpla su función.
- La misión del candil es alumbrar y es de locos ir contra ese cometido.
La misión del cristiano es anunciar la buena nueva que Jesús vino a traer al mundo, la salvación que nos redime del pecado y es de locos ir contra ese cometido.
No se nos ha dado la palabra de vida para que la ocultemos, celosos o medrosos, sino para que la gritemos como el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. El que tenga oídos para oír, que oiga. Y ya sabe lo que tiene que hacer.
Lectura de la carta a los Hebreos 10,19-25:
Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque es fiel quien hizo la promesa; fijémonos los unos en los otros, para estimularnos a la caridad y a las buenas obras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario