No sé, si alguna vez, os habéis acercado a una panadería (normalmente preferimos acercarnos hasta ella simplemente para recoger el pan…pero ¡cuánto esfuerzo detrás de todo!). Pues bien; el panadero, dentro de la masa, coloca una pequeña cantidad de levadura. Luego, pacientemente –en cámaras frigoríficas o a la intemperie y con una temperatura idónea- aguarda el momento en el que la masa esté lista para ser cocida en el horno.
El panadero, lejos de desesperar, espera y confía en todo lo realizado.
También nosotros, en medio de la gran masa que es el mundo, hemos de ser levadura. No podemos acostumbrarnos a ser salero, sino sal. No podemos pretender ser océano, sino gota de agua. No intentemos ser sol, sino rayos de luz. Y, esto, no es poesía. Es la vida misma: la vida cristiana. Una vida cristiana que nos dice que, con Dios, todo llegará a cumplirse. Y se cumplirá, no cuando nosotros queramos, sino cuando, Dios, el gran panadero, vea el momento oportuno de recoger toda la masa de la humanidad y distanciar, definitivamente, lo bueno de lo malo. Mientras tanto, ¡pues eso! A trabajar por Dios en donde haga falta y lo que haga falta.
¿Que hay cizaña? ¡Ya lo creo! A veces, incluso, tú y yo lo somos. Pero es lo que toca. Y, con la que nos está cayendo, donde se mezcla todo y se compara hasta lo santo con las aguas de las cloacas....hay que saber convivir, o por lo menos, permanecer firmes en nuestra fe.
Buen domingo!
Javier Leoz
De sus escritos siempre me llega algo al corazón, hoy ha sido esto;
en medio de la gran masa que es el mundo, tengo que ser levadura. No puedo acostumbrarnos a ser salero, sino sal. No puedo pretender ser océano, sino gota de agua. No intentaré ser sol, sino rayos de luz. Y, esto, no es poesía.
Es la vida misma: la vida cristiana. Una vida cristiana que nos dice que, con Dios, todo llegará a cumplirse.
Niña María
Hace 4 días
No hay comentarios:
Publicar un comentario