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lunes, 13 de febrero de 2023

RECLAMAR UN SIGNO

 evangelio según san Marcos (8,11-13) 

En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo.



Lo tienen delante pero no lo ven. Están ciegos y no son capaces de descubrir que el propio Jesucristo es el mayor signo del cielo, obra del Padre que lo ha enviado. O no quieren verlo, que es peor. 

Hoy Jesús suspira profundamente. Su suspiro sabe a queja. Es asombrosa la paciencia infinita de Dios con su pueblo. Ahí están cuestionándole todo, pidiendo más pruebas, son la generación de la que hablaba el profeta Isaías: "miran y no ven". 

 Jesús expresa con este suspiro, con este gemido, todo el sufrimiento de Dios ante la cerrazón y la incomprensión a la que son sometidos sus caminos, infinitamente misericordiosos, en este mundo. 

En el fondo no dejamos a Dios ser Dios, queremos que diga, que actúe y que responda a lo que le pedimos.

 Y en cambio la fe es más dejarse hacer que hacer, es más contemplar con los ojos del corazón que con los ojos de ver. 

Seguimos sin enterarnos en que consiste la verdadera fe, que no está para sacarnos las castañas del fuego sino para darnos una mirada confiada sobre la vida y todo lo que en ella acontece. No hay más señal que Cristo: su muerte y resurrección nos ha abierto a vivir la vida con sabor de eternidad



NOSOTROS

Los fariseos quieren pruebas y a nosotros nos  sucede también- quieren que Jesús los asombre para no tener que caminar por el territorio siempre inexplorado de la fe sino por el camino trillado de la aprobación. 

Quieren un signo, un milagro, que ellos puedan aprobar invirtiendo así la carga de la prueba. No quieren un signo para creer, sino para que certifique su creencia. Jesús no se lo da. Con un suspiro, que es un lamento de fastidio, lo ha dicho todo.

Seguimos sin enterarnos en que consiste la verdadera fe, que no está para sacarnos las castañas del fuego sino para darnos una mirada confiada sobre la vida y todo lo que en ella acontece. No hay más señal que Cristo: su muerte y resurrección nos ha abierto a vivir la vida con sabor de eternidad.

La fe creer sin ver y lo que tenemos que pedir que aumente nuestra fe para poder seguir adelante en estos  tiempos  dificiles.



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