LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN MARCOS (8, 34 — 9, 1)
Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo: «El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Es el riesgo de dejar las cosas a medias: de no llegar hasta el fondo en el seguimiento de Cristo, que pasa inexorablemente por la cruz. De quedarse a mitad de camino como sucedería si sólo se apoya uno en la fe sin la caridad o en el activismo desmedido de la solidaridad sin fe.
En un primer momento el lenguaje que utiliza el Señor: “El que pierda su vida por mí”. Nos puede parecer fuerte, sin embargo busca despertar nuestra respuesta, es para decidirse, no valen el si pero no.
Jesús quiere instruir a los suyos después del encontronazo con Pedro. Y lo hace para que no quepan dudas.
Tal es la revolución teológica que trae el Señor: lo pone todo patas arriba y lo que es vida se convierte en muerte y lo que es muerte se convierte en vida.
De ahora en adelante, sus discípulos ya saben a qué atenerse. O mejor dicho, a qué se atiene Dios porque sus caminos son diferentes a los tuyos; sus tiempos son distintos de los tuyos; su voluntad es opuesta a la tuya. Ahora, queda tu elección: ¿esta vida o la eterna?, ¿muerte a uno mismo o morir para siempre?
La Cruz de Jesús no es fruto del fatalismo de la historia ni es una exigencia del Padre. La Cruz es la consecuencia del compromiso libremente asumido por Jesús de revelar la Buena Nueva de que Dios es Padre y que, por consiguiente, todos deben ser aceptados y tratados como hermanos y hermanas.
Por este anuncio, él fue perseguido y no tuvo miedo a dar su vida. No hay prueba de mayor amor que dar la vida por los hermanos. Ganar la vida o perder la vida; ganar el mundo entero o perder la propia alma; avergonzarse del evangelio o profesarlo públicamente. ¿Cómo acontece esto en mi vida?
NOSOTROS
Cuentan los escritos que S. Ignacio le hacia la pregunta que aparece en el pasaje de hoy a quien sería S. Francisco Javier, que se la hizo más de una vez en su época de estudiante en Paris, y que fue crucial en su seguimiento al Señor: “¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?”, despertó en S. Francisco Javier sus deseos de ser solo del Señor y que su tesoro lo quería construir con Él, eso produjo un cambio radical de vida y tomarse en serio cada momento y cada acción, siendo todo para mayor gloria del Señor.
Permitir que el Señor sea quien colme mi vida. ¿De qué está hecha mi vida? Crecemos hacia dentro y buscar la felicidad para lo que necesitamos:
1 Ser fuertes
2 Dar testimonio denuestra fe.....nunca avergonzarnos de Dios y si de las cosas del mundo
3 Saber perder algo por los demás
SEÑOR SI ESTAMOS CONTIGO NO PERDEMOSTIEMPO Y SI GANAMOS EN LA ETERNIDAD
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