En el Evangelio de hoy Cristo nos dice que somos la sal de la tierra y la luz del mundo.
Pero no podremos iluminar al mundo si no estamos unidos por la fe y la gracia de Dios a Cristo. La participación en la eucaristía nos une a Cristo (cf. De)
Y, desde ahí, practicando las obras de misericordia —«parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, cubre a quien ves desnudo y no te desentiendas de los tuyos»— brillará nuestra luz en las tinieblas y nuestra oscuridad se volverá mediodía (1 Lect).
No hay comentarios:
Publicar un comentario