SAN PEDRO DE LA ROCAS
Declarado monumento histórico-artístico en 1923, forma parte de la Ruta de las Iglesias Luciérnagas de la Ribeira Sacra.
En un lugar remoto de la Riboyra Sacrata, es decir, del Robledal Sagrado como así se dio a conocer en el siglo XII esta comarca, se encuentra el más antiguo monasterio de toda España.
Se trata de un recinto antiquísimo, tosco, casi primitivo, testigo de los primeros asentamientos eremitas en estas tierras.
El valor de San Pedro de Roca es antropológico más que estético.
San Pedro de Rocas es uno de los templos cristianos que se hunden en las tinieblas de la historia, un Cristianismo que poco tiene que ver con el que se imparte en los catecismos modernos.
A medida que nos acercamos a este enclave, nos percatamos que dos elementos dominan en el paisaje, el bosque y las rocas. Colinas erosionadas y cubiertas de árboles y vegetación ofrecen una panorámica laberíntica y remota, muy similar a la que debieron tener los siete anacoretas que se retiraron por estos pagos en el año 573.
Esta es la fecha que aparece en el ara fundacional, conservada hoy en el museo arqueológico de Ourense, donde se detalla el nombre de los valerosos ermitaños (Hereditas, Eufraxi, Eusani...)
En esa misma inscripción se nos señala para nuestro asombro, que estos hombres no eran sino herederos del culto en ese cenobio. Lo cierto es que antes de esa fecha sólo podemos aventurar hipótesis sobre sus remotos orígenes.
A principios del siglo VIII es abandonado debido a los ataques que sufre por parte de los musulmanes.
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Posteriormente, ya en el siglo IX, el caballero Gemodus redescubre el lugar en una jornada de caza y se establece en él, siendo elegido abad por sus compañeros. Leyenda o realidad, el caso es que existe constancia de la existencia de Gemodus, tal como figura en el privilegio que Alfonso V concede a Rocas en 1007.
En los siglos posteriores, este monasterio, nunca demasiado rico ni muy habitado, pasó a depender del de Santo Estevo de Ribas de Sil y del de San Salvador de Celanova.
En 1923 fue declarado Monumento Histórico-Artístico.
Tras la desamortización de Mendizábal en 1836 pasa a ser parroquia que se debe cerrar a comienzos del siglo XX por los numerosos derrumbes que producen y por ser nuevamente consumido por la llamas. Es cedido a la "Ciudad de los Muchachos de Bemposta" que le devuelven algo de vida.
Del conjunto monacal queda
Casa Rectoral
La casa rectoral data del siglo XVII y es un sobrio edificio de planta rectangular hecho en sillería de granito (con las piedras del antiguo monasterio) con balcones con rejas de hierro que se apoyan en típicas ménsulas barrocas en dos de sus esquinas.
En el siglo XX se realizaron reformas donde se añadieron algunas ventanas y la puerta de acceso.
Entre la casa rectoral y la iglesia se hallan ocho sepulturas antropomórficas excavadas en roca. La orientación de estas tumbas es suroeste oeste, a excepción de una de ellas que está orientada sur norte.
Una de las tumbas tiene grabada una cruz y todas ellas tienen un rebaje para que encaje la lápida sepulcral. Se cree que en este lugar estuvo ubicado el claustro del antiguo monasterio en donde los monjes realizaban sus enterramientos.
Iglesia
La iglesia del monasterio, del siglo VI, es uno de los templos cristianos más antiguos que se conocen. Sus tres naves están excavadas en la roca.
El techo de la nave central presenta una abertura por la que entra luz desde el exterior.
Una pilastra hace las veces de altar.
En la pared de la capilla de la izquierda, un reducido espacio de 5 x 3,40 m, se abre un hueco en el que se supone que estaba el sepulcro del caballero Gemodus.
En él se descubrió una pintura mural al fresco, datada entre 1175 y 1200, que muestra imágenes de los apóstoles y un mapamundi.
También podemos ver unos sepulcros esculpidos en los que se representan figuras yacientes. En el suelo de la iglesia y el atrio está excavados en la roca numerosos sepulcros.
El recinto de la iglesia fue ampliado con una nueva nave de posterior construcción.
La iglesia, que data del siglo XII, tiene sus tres naves y la cabecera excavada en la roca.
Las naves en realidad son sendas capillas separadas por arcos (la de la derecha es difiere de las otras dos y puede haber sido añadida con posterioridad) que reposan sobre columnas cuyos fustes y capiteles han sido tallados directamente en la roca.
La nave central es más ancha y larga que las laterales.
En su suelo hay cinco tumbas, una de ellas con forma antropomorfa.
En el techo hay un respiradero por donde entran luz y aire, como si de una falsa cúpula con linterna se tratara. El techo de todas las capillas simula ser bóveda de medio cañón.
La cabecera de las naves está formada por ábsides en semicircunferencia.
En el central se conserva el altar y a su lado se halla una reproducción de un cristo románico.
Unas hornacinas en arco de medio punto adornan varios puntos de las capillas.
Se sabe que la capilla de la derecha estaba dedicada a san Antonio Abad.
En la entrada de las naves, embebidos en la roca se encuentran dos sepulcros, que una leyenda asigna a Gondamáriz y el de Oveco Seixas que murieron luchando contra el rey Bermudo II.
Completan esta pared tres cruces de consagración.
En la capilla de la izquierda hay un fresco del siglo XII (está datado entre los años 1175 y 1200) en el cual aparecen los apóstoles sobre un mapamundi.
Esta es la única representación románica que se conoce de un mapa del mundo.
En esta capilla se estima que tenía su tumba el caballero Gemondus, el refundador del convento.
En el siglo XV se construye una nueva nave rectangular que amplía las tres naves, dejando la pared de piedra donde se abren estas como una pared interior.
En el suelo de este nuevo recinto hay multitud de sepulturas de diferentes épocas.
En el siglo XVI se refuerza la bóveda con un arco. En 1936 se destruye en un incendio una planta superior hecha en madera.
Campanario
El campanario, obra de Gonzalo de Penalva en el siglo XV, está situado en la parte superior de una enorme formación rocosa de casi 20 m de altura que da nombre a este lugar.
El campanario está conformado por una espadaña de dos huecos que se alza sobre un arco de de piedra natural de 14 metros de altura.
Esta, junto con el muro donde se abren las naves excavadas en la roca, son las imágenes más singulares del conjunto monástico.
Tras el arco de piedra unas escaleras permiten acceder a la espadaña ya sin campanas (se llevaron a la iglesia de Quinta del Monte)
Un arco sirve como acceso a un pequeño espacio, empleado hasta hace poco como cementerio parroquial.
Antiguo cementerio
Tras la iglesia, y atravesado el arco en el que se asienta el campanario, se accede a la derecha al recinto del antiguo cementerio parroquial, que fue habilitado en el siglo XIX, del que sólo queda un conjunto de seis nichos ya abiertos.
En este solar se asentaban las dependencia del antiguo conjunto monacal medieval. Junto a la entrada del cementerio comienza una calzada,
por donde se accedía antiguamente al lugar, que lleva a la llamada "Fuente de San Bieito" o San Benito, que según el decir popular sus aguas curan las verrugas.
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