Señor, hazme pequeño, como ese granito de mostaza y que yo crezca desde la entrega sin presumir de saber mucho, de tener mucho, de valer mucho.
Que como la levadura yo transforme el ambiente que me rodea con mis palabras y actos.
X
El Señor nos está diciendo a nuestro corazón que merece la pena pasar por la puerta estrecha, que merece la pena mortificar nuestro propio egoísmo, que merece la pena amar la justicia y la verdad, que merece la pena un compromiso sincero en favor de la paz y la reconciliación.
V
El ejemplo de Jesús en su manera de afrontar la vida tiene que iluminar nuestro modo de ser y de actuar: Jesús permanece toda la noche en oración. Orar antes de decidir, orar para discernir el plan de Dios, orar en vistas a las grandes decisiones de la vida tanto en el ámbito personal como en el comunitario.
Así debería ser el modo de proceder de toda la Iglesia, primero y siempre la oración. Solo después de recogerse en silencio y orar largamente, se confía la misión.
S
Jesús nos invita a seguirle y hemos aceptado la invitación. El verdadero discípulo sigue al maestro, pero sobre todo imita al maestro. Jesús nos sienta la pauta. La pregunta obligada es: ¿Estás dispuesto a seguirle?
DOMINGO XXIX
Yo rezo Señor y no soy yo quien elevan is oraciones a Ti es tu Espíritu que reza por mí.
El fuego del que habla Jesús no es material sino espiritual, es decir, el fuego del amor. Dios se le manifestó a Moisés en una “zarza que ardía y no se consumía”.
Ese fuego de la farde en nuestros corazones si nos abrimos a la Palabra de Dios y procuramos llevarla a la práctica es el fuego del Espíritu Santo.
Te pido Señor que ese fuego de la zarza arda en mi para que pueda dar testimonio de Ti a todos los que me rodean.
V
Tú puedes hablarnos a través de cada época. Haz que yo no esté anclado en el pasado, cerrando mi corazón a las sorpresas que Tú me ofreces en el presente.
S
DOMINGO XXVIII
QUÉ ME DAS, SEÑOR, A CAMBIO
De mi confianza cuando la deposito en ti y me alejo de los que me prometes otros paraísos ¿Qué me das, Señor, a cambio? De mi seguimiento y de mi fidelidad de mi silencio.
¿Qué me das, Señor, a cambio? De mi fe, aunque sea débil y hasta interesada. De mi audacia, aunque en momentos piense más en mí que en Ti
¿Qué me das, Señor, a cambio? ¿Me darás, tal vez, la Vida Eterna. ¿Tal vez tus palabras verdaderas en contra de las falsas que me rodean? ¿Tal vez tu mano cuando otras me abandonan?
¡Necesito Señor! Tú presencia, cuando me encuentro huérfano Tu luz, cuando la oscuridad eclipsa mi esperanza Tu cielo, cuando sólo veo tierra y más tierra ¡Dame, Señor, sobre todo tu persona! y aléjame de todo aquello que me impide ser tu testigo de todo aquello que me aleja de tu reino de todo aquello que me confunde y me degrada de todo aquello que, simplemente, no eres Tú. Amén
Como el el leproso curado me vuelvo a Ti y te doy gracias porque conduces mis pasos, tu eres mi luz y camino.
L
Jesús en medio de su pueblo haciendo milagros y predicando la novedad del Reino tienen delante al Hijo de Dios y sus ojos no lo ven.
Es el que pone rostro humano a Dios y lo expresa con sus palabras y sus obras. Y vino a "dar a Dios" con su propia persona, con sus manos, con su cuerpo, con su rostro, con su lenguaje. Su humanidad está totalmente impregnada de Dios.
Y yo te tengo Señor en la Palabra, Eucaristia y en el prójmo.
M
Mi fe del Evangelio que muestra en mi caridad como la tuya Señor.
X
Virgen del Pilar, Madre de Dios y Madre de los que marchamos por la áspera tierra Eres faro; ilumina los caminos por donde vamos Eres guía; condúcenos para no equivocarnos Eres alegría; infúndenos aliento y optimismo en la fe Eres dulzura; dulcifica la hora de nuestras amarguras
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