YA ES SEMANA SANTA

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sábado, 5 de noviembre de 2022

ORACION DE LA MAÑANA TIEMPO ORDINARIO XXVIII, XXIX y XXX

DOMINGO XXX




YO, SI SOY ASI, SEÑOR 
Quiero hacer una oración sin distracciones, y me pierdo al mínimo ruido. Digo alabarte, y me miro a mi mismo Digo quererte, y me quiero demasiado a mí mismo 

Quiero mirarte frente a frente, y observo a los que me rodean Quiero seguirte y escucharte pero lo olvido pronto.

 Dame humildad para reconocer mis fallos Fortaleza para hacerles frente Gratitud para agradecerte lo mucho que Tú haces por mí Oración para mirarte y nunca ofender a los demás Espíritu para dejarme moldear por tu Palabra Amén

“Se￱or dame una alforja; para que en su parte delantera vea mis propios defectos y, en la parte de atrás, deje los fallos de los demás; 
 Señor; dame una alforja; para que en la parte de adelante meta las virtudes de los demás y, en la de atrás, sepa llevar con afán de superaci￳n las mías”.
Gracias quiero darte por amarme y te las doy con humildad como tu naciste en la cueva de Belén. 
L
Señor me  quieres erguida mirando al  cielo. Si escuchas  con fe su Palabra vivirás siempre mirando al cielo.

M

Señor, hazme pequeño, como ese granito de mostaza y que yo crezca desde la entrega sin  presumir de saber mucho, de tener mucho, de valer mucho.

Que como la levadura yo transforme el ambiente que me rodea con mis palabras y actos. 

X

El Señor nos está diciendo a nuestro corazón que merece la pena pasar por la puerta estrecha, que merece la pena mortificar nuestro propio egoísmo, que merece la pena amar la justicia y la verdad, que merece la pena un compromiso sincero en favor de la paz y la reconciliación.

V

El ejemplo de Jesús en su manera de afrontar la vida tiene que iluminar nuestro modo de ser y de actuar: Jesús permanece toda la noche en oración. Orar antes de decidir, orar para discernir el plan de Dios, orar en vistas a las grandes decisiones de la vida tanto en el ámbito personal como en el comunitario.

 Así debería ser el modo de proceder de toda la Iglesia, primero y siempre la oración. Solo después de recogerse en silencio y orar largamente, se confía la misión.

S


Jesús nos invita a seguirle y hemos aceptado la invitación. El verdadero discípulo sigue al maestro, pero sobre todo imita al maestro. Jesús nos sienta la pauta. La pregunta obligada es: ¿Estás dispuesto a seguirle?

DOMINGO XXIX


Dios, porque caigo a menudo en la impaciencia dame fe para seguir esperando lo que mis ojos quisieran ver antes que después. Si Tú quieres, confíame un poco de tu espíritu para que, las fisuras que se abren a mi paso, gocen de mi perdón y reconciliación con todos. 
 Oh, Señor, regálame un poco de tu fuerza porque, frecuentemente, me siento asaetado empujado al abandono y a dejar de llamar a tu puerta. 
Oh, Señor,  que me acercarme a Ti como el agua transparente que se desliza rápidamente por los manantiales. 
Oh, Señor, que sepa sentirte, amarte, servirte, rezarte y alabarte como tu nombre requiere y merece Amén J


Yo rezo Señor y no soy yo quien elevan is oraciones a Ti es tu Espíritu que reza por mí. 
L
El futuro siempre esta en manos de Dios por lo tanto no puedo organizar ni vida sin Dios. 
Con Dios tengo futuro sin El no tengo nada.
M. 
Seguir tu Evangelio es ponerse en camino para extender el Reino de Dios que únicamente se extiende con Amor Amor y más Amor. 
Seguirte hasta decir...eres Tu mi Señor quien vive en mi. 
X
Soy, con ayuda de personas, discípulo que he dicho si a tu llamada e intento vivir preparada para tu llegada. 
J

El fuego del que habla Jesús no es material sino espiritual, es decir, el fuego del amor. Dios se le manifestó a Moisés en una “zarza que ardía y no se consumía”.

Ese fuego de la farde en nuestros corazones si nos abrimos a la Palabra de Dios y procuramos llevarla a la práctica es el fuego del Espíritu Santo.

Te pido Señor que ese fuego de la zarza arda en mi para que pueda dar testimonio de Ti a todos los que me rodean.

V

Tú puedes hablarnos a través de cada época. Haz que yo no esté anclado en el pasado, cerrando mi corazón a las sorpresas que Tú me ofreces en el presente.

S

Jesús nos da siempre otra oportunidad para que seamos capaces de salir de la rutina y ser una higuera fértil. Una higuera que da el fruto generoso del amor entre todos los hermanos, haciendo visible a Dios en la tierra, pero para ello, tenemos que estar dispuestos a cambiar y trabajar en nuestra propia conversión.


 DOMINGO XXVIII

QUÉ ME DAS, SEÑOR, A CAMBIO 



 De mi confianza cuando la deposito en ti y me alejo de los que me prometes otros paraísos ¿Qué me das, Señor, a cambio? De mi seguimiento y de mi fidelidad de mi silencio. 

 ¿Qué me das, Señor, a cambio? De mi fe, aunque sea débil y hasta interesada. De mi audacia, aunque en momentos piense más en mí que en Ti 

 ¿Qué me das, Señor, a cambio? ¿Me darás, tal vez, la Vida Eterna. ¿Tal vez tus palabras verdaderas en contra de las falsas que me rodean? ¿Tal vez tu mano cuando otras me abandonan?

 ¡Necesito Señor! Tú presencia, cuando me encuentro huérfano Tu luz, cuando la oscuridad eclipsa mi esperanza Tu cielo, cuando sólo veo tierra y más tierra ¡Dame, Señor, sobre todo tu persona!  y aléjame de todo aquello que me impide ser tu testigo de todo aquello que me aleja de tu reino de todo aquello que me confunde y me degrada de todo aquello que, simplemente, no eres Tú. Amén  

Como el el leproso curado me vuelvo a Ti y te doy gracias porque conduces mis pasos, tu eres mi luz y camino.

L

Jesús en medio de su pueblo haciendo milagros y predicando la novedad del Reino tienen delante al Hijo de Dios y sus ojos no lo ven.

Es el que pone rostro humano a Dios y lo expresa con sus palabras y sus obras. Y vino a "dar a Dios" con su propia persona, con sus manos, con su cuerpo, con su rostro, con su lenguaje. Su humanidad está totalmente impregnada de Dios.

Y yo te tengo Señor en la Palabra, Eucaristia y en el prójmo.

M

Mi fe del Evangelio que muestra en mi caridad como la tuya Señor. 

X



Virgen del Pilar, Madre de Dios y Madre de los que marchamos por la áspera tierra Eres faro; ilumina los caminos por donde vamos Eres guía; condúcenos para no equivocarnos Eres alegría; infúndenos aliento y optimismo en la fe Eres dulzura; dulcifica la hora de nuestras amarguras

Hoy subimos hasta el Pilar de la fe A ese pilar donde, Tú como Madre y maestra, te alzaste como estrella que conduce hacia buen puerto como barca que cruza toda tempestad. ¡Gracias, Virgen del Pilar!
J
Que tu gracia Señor me acompañe, me sostenga y me ayude hacer buenas obras. De forma especial te pido por las familias para que de ellas salgan sacerdotes. 

V
Estoy Señor marcado por el E. Santo y como tal tengo que vivir
S
Mi vida es Cristo. Tanto amas al hombre que entregas a Tu Hijo para salvarlo y por eso aquí me tienes para Señor amándote, amando al pobre y al que sufre. 

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