MONASTERIO DE SAN JUAN DE LA PEÑA HUESCA
Situado en Botaya, al suroeste de Jaca, Huesca, Aragón (España), fue el monasterio más importante de Aragón en la alta Edad Media.
En su Panteón Real fueron enterrados un buen número de reyes de Aragón.
Forma parte del camino aragonés del Camino de Santiago. Su enclave es extremadamente singular.
HISTORIA Y LEYENDA
Conocido popularmente como monasterio “viejo” o “el de abajo”, comienza su amplia cronología en el Siglo X, alta Edad Media, siendo refugio de las comunidades cristianas asediadas por los musulmanes.
Tras destruirse a finales del siglo X el edificio original, fue refundado en el primer tercio del siglo XI por Sancho el Mayor de Navarra. En ese momento comenzó su época de esplendor, promovida por los primeros reyes aragoneses que dotaron al lugar de numerosos bienes, poder e influencia.
Cuenta la leyenda, que un joven noble de nombre Voto (en algunas versiones, Oto), vino de caza por estos parajes cuando avistó un ciervo. El cazador corrió tras la presa, pero esta era huidiza y al llegar al monte Pano, se despeñó por el precipicio.
Milagrosamente su caballo se posó en tierra suavemente. Sano y salvo en el fondo del barranco, vio una pequeña cueva en la que descubrió una ermita dedicada a San Juan Bautista y, en el interior, halló el cadáver de un ermitaño llamado Juan de Atarés. Impresionado por el descubrimiento, fue a Zaragoza, vendió todos sus bienes junto a su hermano Félix se retiró a la cueva, e iniciaron una vida eremítica.
Este sería el inicio del Monasterio del que escribía don Miguel de Unamuno:
...la boca de un mundo de peñascos espirituales revestidos de un bosque de leyenda, en el que los monjes benedictinos, medio ermitaños, medio guerreros, verían pasar el invierno, mientras pisoteaban la nieve jabalíes de carne y hueso, salidos de los bosques, osos, lobos y otros animales salvajes.
Se habitan estas montañas poco después de la conquista musulmana, al construir el castillo de Pano, destruido en el año 734.
El monasterio de San Juan de la Peña tiene su origen en un pequeño establecimiento eremítico situado en una cueva. Poco después del año 950 (aunque también se han propuesto otras fechas) se constituyó un primer centro monástico. Para aquel primer cenobio se construyó una pequeña iglesia de dos naves, encastrada a la roca que la cobijaba.
Capillas de los santos Voto y Felix
El origen legendario del Reino de Aragón también encuentra en el monasterio cueva de San Juan de la Peña su propia historia, cuando reunidos los guerreros cristianos junto a Voto y Félix deciden por aclamación nombrar a Garcí Ximénez su caudillo que les conducirá a la batalla por reconquistar tierras de Jaca y Aínsa, lugar este donde se produjo el milagro de la cruz de fuego sobre la carrasca del Sobrarbe.
Reinando en Pamplona García Íñiguez y Galindo Aznarez I, conde de Aragón, comienzan a favorecer al Monasterio.
El rey García Sánchez I concedió a los monjes derecho de jurisdicción, y sus sucesores hasta Sancho el Mayor, continuaron esta política de protección. Allí pasó sus primeros años San Íñigo.
Arruinado a fines de dicha centuria, fue refundado bajo el nombre de San Juan de la Peña por Sancho el Mayor de Navarra en el primer tercio del siglo XI. Fue este monarca quien introdujo en él la regla de San Benito, norma fundamental en la Europa medieval. A lo largo de dicho siglo, el centro se amplió con nuevas construcciones al convertirse en panteón de reyes y monasterio predilecto de la incipiente monarquía aragonesa que lo dotó con numerosos bienes. Probablemente existiera algún tipo de cenobio anterior al siglo XI, pero la construcción de mayor importancia empieza el año 1026 por iniciativa de Sancho el Mayor.
En el año 1071 el rey Sancho Ramírez cede el conjunto existente a los monjes cluniacenses y favorece su reforma. En este momento se levanta el conjunto que hoy queda, en mayor o menor medida. La reforma benedictina de Cluny no podía obviar la construcción de un claustro que se finalizará ya entrado el siglo XII.
En 24 de de febrero de 1675 tuvo lugar otro incendio que duró al menos tres días, destruyendo el refectorio, la hospedería y el archivo con los diplomas de los primeros reyes de Aragón, por lo que los monjes optaron por construir un nuevo monasterio en la parte superior de la peña, en el conocido como Llano de San Indalecio, porque aquí se encontraba una ermita levantada en honor de este santo.
Los monjes pudieron ocupar el nuevo convento en 1682 pero la iglesia no sería bendecida hasta el 8 de octubre de 1705 y el monasterio no quedó acabado hasta 1714. Las obras fueron realizadas en ladrillo, sólo la piedra fue usada en la impresionante portada de estilo barroco por el arquitecto pamplonés Pedro Onofre Escol.
En el monasterio de abajo quedaron un muy reducido grupo de monjes encargados del mínimo mantenimiento del mismo.
La vida monástica del monasterio acabó en 1835 con la Desamortización de Mendizábal, entre los bienes que pasaron a la Catedral de Jaca, destacan los restos de San Voto y San Félix, santos legendarios fundadores del monasterio y los restos de San Indalecio.
Previamente en 1809 los franceses ya habían efectuado las correspondientes requisas a título particular.
La vida monástica de San Juan de la Peña estuvo plagada de dificultades, escasez de recursos económicos, pleitos continuos con otros monasterios, incendios, falsificaciones y sobre todo la dureza de la vida por el frío, lluvia y hielo que mermaba la salud de los monjes prematuramente.
El Monasterio Antiguo fue declarado Monumento Nacional el 13 de julio de 1889 y el Monasterio Moderno el 9 de agosto de 1923. La restauración fue dirigida por el arquitecto modernista aragonés Ricardo Magdalena.
Niña María
Hace 4 días
No hay comentarios:
Publicar un comentario