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lunes, 4 de mayo de 2020

MONASTERIO DE SAN JUAN DE LA PEÑA, PARTE ALTA

Qué ver en San Juan de la Peña, Huesca | España Fascinante

http://www.jdiezarnal.com/monasteriodesanjuandelapena.html

PARTE ALTA
En la parte alta se sitúa el panteón de los nobles, en cuyos muros perduran numerosas inscripciones sepulcrales y notas necrológicas. El último noble enterrado en este panteón fue Don Pedro Pablo Abarca de Bolea X Conde de Aranda.
 El panteón Real, muy afectado en un incendio que tuvo lugar en 1675, tras el cual se remodeló en estilo neoclásico. En él descansan los tres primeros reyes de Aragón, Ramiro I, Sancho Ramírez y Pedro I. Del panteón de nobles se accede a la masadería y frente a él se dispone el museo del monasterio.



 Sobre el viejo monasterio, a caballo de los siglos XI y XII, el rey Sancho I Ramírez comienza a construir un nuevo monasterio, su iglesia se levanta sobre la vieja iglesia inferior para lo cual tuvo esta que ampliarse a los pies para que sirviera de sustentación a la superior. La iglesia vieja quedó entonces como una especie de cripta.





Panteón de Nobles

Desde el vestíbulo de la entrada una escalera nos lleva al Monasterio alto y a un patio descubierto aunque protegido por la peña, que recibe el nombre de Panteón de Nobles.

c) Portal Fuenterrebollo «««
 En el arranque de la escalera que tiene 18 peldaños una lápida en la pared dice: "Don Pedro de Setzera, abad de este lugar, mandó construir esta escalera de piedra en 1301.

LAPIDA CONMEMORATIVA DE LA CONSTRUCCION DE LA ESCALERA POR EL ABAD SETZERA EN 1301


 Y tu fiel quienquiera que seas que subes y bajas por esta escalera, ruega por él y di devotamente un Padre Nuestro y Ave María con Requiem Eternam"


 En este gran patio están enterrados nobles del Reino de Aragón de los siglos XI, XII y XIII.
 En total se pueden encontrar veintidos nichos en dos niveles separados por una imposta; doce nichos en el nivel superior y diez en el inferior y todos ellos protegidos por una imposta con decoración de ajedrezado jaqués.
Los nichos desarrollan un arco de medio punto orlados con una cenefa de ajedrezado jaqués que apean en soportes algunos en forma de cariátides y otros en columnillas. En los nichos del nivel inferior desaparece el ajedrezado jaqués y la decoración se resuelve mediante bolas. Los frontales de los nichos se decoran con relieves de crismones trinitarios, cruces de Iñigo Arista, un grifo, leones y un escudo de la familia Abarca de Garcipollera.
La decoración de algunos de estos nichos se ha perdido. Destaca entre todos ellos uno fechado en el siglo XI en el cual se representa el alma del difunto inserto en un nimbo mientras es llevado al cielo por dos ángeles.
San Juan de la Peña
En el muro de enfrente podemos encontrar un indeterminado número de lápidas epigráficas conmemorativas con la filiación de los difuntos enterrados. Hay que decir que cada uno de los nichos está ocupado por varios cadáveres probablemente de una misma familia.

Entre los difuntos enterrados y por las inscripciones encontradas destacamos: Fortuño Blázquez (Fortunio Blasqvionis) y su esposa doña Jimena (Eiximena) fallecidos ambos en 1082,

LAUDA FUNERARIA AÑO 1094


 Aznar Fortuñones y su esposa Endregoto, Sancho de Aso y Jimeno ambos muertos en 1096 durante la conquista de la ciudad de Huesca, Fernando Pérez de Caniás (siglo XII), Lope Ferrén (siglo XIV) y Pedro Jiménez de Marcuello fallecido en 1208. La última persona enterrada en este panteón fue Pedro Abarca de Bolea, conde de Aranda, muerto en Epila-Zaragoza el 9 de enero de 1798. Quiso ser enterrado en este lugar donde reposaban sus antepasados pero en 1855 sus restos fueron trasladados al Panteón de hombres ilustres de Madrid. Un nicho en la pared junto a la puerta de acceso a la iglesia recuerda que aquí estuvo enterrado.

Antiguas dependencias

Una puerta situada junto a la escalera, comunica a través de un patio con antiguas dependencias como eran el horno y la masadería (habitación donde se cocía el pan).

Desde el patio del Panteón de Nobles se accede a una serie de habitaciones y salas que a lo largo del tiempo han servido para diversos usos: celdas de monjes, refectorio, cocina y también como residencia abacial; en la actualidad estas salas están habilitadas como un pequeño museo. Destaca por ser hecho curioso, una mascara con el rostro real realizado a partir de su cráneo de Pedro Abarca de Bolea y el uniforme de Capitán General de los ejércitos con el que fue enterrado.


En la sala conocida como Masadería encontramos tres losas sepulcrales que corresponden a los tres reyes de Aragón que fueron inhumados en el monasterio, los reyes Ramiro I, Sancho Ramírez y Pedro I.

Un pequeño acceso al fondo de la sala permite visualizar de manera deficiente, los nichos vacíos de los reyes y familiares que fueron enterrados.

Esta necrópolis ocupa lugar adyacente con la sala dedicada a Panteón Real que se encuentra junto a la iglesia románica. Se considera a estos reyes como los tres primeros reyes del Reino de Aragón, el sucesor de Pedro I, el rey Alfonso el Batallador sería enterrado en el Monasterio de San Pedro el Viejo en Huesca.


Iglesia alta
Sobre la iglesia baja se levantó, en el piso superior, la iglesia románica. siglo XI.

 Frente a la escalera y al fondo del patio del Panteón de nobles una puerta formada por dos vanos rematados en medio punto comunica con la iglesia románica o alta.

La iglesia es una gran sala rectangular la cual podemos dividir en tres partes para su mejor comprensión: la cabecera triabsidial, una nave intermedia ancha y la nave de los pies caracterizada por ser más estrecha que la zona intermedia.

Fue mandada construir por el rey Sancho Ramírez y se corresponde con el estilo románico.
La iglesia fue consagrada en el año 1094 por el arzobispo Amato de Burdeos con la presencia del hijo de Sancho Ramírez, Pedro I y miembros de la nobleza aragonesa. Sancho Ramírez impulsor de su construcción falleció antes de verla acabada.



La cabecera formada por tres ábsides semicirculares excavados directamente en la roca, se abre a la nave mediante una triple arcada de medio punto, el arco central algo mayor que los laterales.

El interior se adorna con arquerías ciegas formados por arcos de medio punto que apoyan en capiteles con decoración vegetal toscamente labrados. Una imposta ajedrezada recorre la parte superior de la arquería.

Los ábsides se cubren con bóveda de cuarto de esfera y el corto tramo recto que le precede con bóveda de cañón. El ábside central fue puesto bajo la advocación de San Juan Bautista, mientras que los laterales quedaban bajo la titularidad de San Miguel y San Clemente.
El ábside central dispone de un total de siete arcos ciegos mientras que los laterales sólo disponen de cinco. Los ábsides están comunicados entre si por vanos abiertos en el muro formados por arcos de medio punto.


. En esta iglesia es donde se guardaba el Santo Cáliz de la Última Cena. De hecho en el ábside central se expone una copia del Santo Cáliz como recuerdo de su permanencia en este monasterio.



Interior hacia los pies

La nave de la iglesia tiene el primer tramo cubierto por la roca de la montaña, mientras que el resto de la nave se cubre con bóveda de cañón reforzado por arcos fajones de ladrillo que descansan en pilares adosados a los muros laterales. Esta nave se resuelve a base de tres tramos. A los pies del templo en el imafronte se abren un total de seis vanos de distintos tamaños rematados todos ellos en forma semicircular.

 Los tres vanos superiores se abrieron en fecha posterior a la construcción del templo y, se considera que el central más grande podría ser en origen una puerta que daría acceso a la iglesia desde alguna construcción monástica en la actualidad desaparecida.


Esta hipótesis se basa en que dicho vano se encuentra al mismo nivel del suelo del templo por lo que más parece una puerta que una ventana de iluminación. En los dos últimos tramos a los pies los muros laterales se decoran con unas toscas arquerías ciegas de arco de medio punto de distinto tamaño.
A los pies de la iglesia se situaba el desaparecido coro. Una puerta de medio punto abierta en el muro del evangelio permite el acceso a las antiguas salas monacales hoy convertidas en museo


 De los capiteles que poseen las columnas, el más interesante es el del profeta Habacuc llevado por un ángel para alimentar a Daniel que se encontraba en el foso de los leones Estos ábsides se decoran con una banda de ajedrezados y arquitos ciegos.
 El nuevo templo se consagra en presencia de su hijo Pedro I, seis meses después de su muerte.
Al parecer la iglesia alta pudo tener pinturas murales, hoy desaparecidas.

Claustro

Por una puerta situada frente a la entrada se sale al claustro.



 En el frontis que abre al claustro, vemos una puerta de estilo mozárabe probablemente trasladada hasta este lugar procedente de la iglesia baja.



El arco que mira al claustro apoya en unas impostas decoradas con una doble línea sogueada. En el dovelaje corre una inscripción en letra mozárabe y en latín que dice: PORTA PER HA(N)C CAELI FIT P(ER)VIA CUIQ(UE) FIDELI + SI STUDEAD FIDEI IUNGERE IUSSA DEI que se traduce como: "Por esta puerta, cualquier fiel llega al camino del cielo, si además de la fe, aplica las leyes de Dios".


 Esta inscripción del siglo XII es posterior a la propia fábrica de la puerta que se fecha entre los siglos X o el XI.


Panteón Real

 Desde una puerta situada en la nave del evangelio de la iglesia, se entra en una capilla que en realidad era la antigua sacristía de la iglesia.
En el piso superior se encuentra el Panteón real. En él, durante cinco siglos se enterraron algunos de los monarcas de Aragón y de Navarra. Su aspecto actual data del siglo XVIII.
Fue mandada reformar por el rey Carlos III, ya que se encontraba muy deteriorada desde el incendio de 1494.




En San Juan de la Peña, los reyes de Aragón fueron sepultados en tumbas de piedra colocadas en tres órdenes superpuestos, desde la roca hacia afuera, presentando a la vista solo los pies del féretro.

 El panteón real ocupa las dependencias de la antigua sacristía de la iglesia alta, que data del siglo XI; fue reformado por Carlos III en 1770, siguiendo las indicaciones de don José Nicolás de Azara y del conde de Aranda, quien quiso ser enterrado en el atrio.



La reforma solo afectó a la decoración, quedando los sepulcros en el mismo lugar; se levantó delante de ellos una pared en la que se colocaron láminas de bronce con las inscripciones correspondientes, se distribuyó por la sala profusión de estucos y mármoles, colocando en la pared frontera unos medallones con relieves que representan escenas de legendarias batallas.

Alberga los restos de algunos monarcas navarros que reinaron en Aragón, de los primeros condes aragoneses y de los tres reyes iniciales de la dinastía ramirense, Ramiro I, Sancho Ramírez, Pedro I, junto con sus esposas.

Al fondo de la sala en el centro de un retablo neoclásico se encuentra la figura de Cristo en la cruz y a ambos lados sendas esculturas de la Virgen María y San Juan, figuras todas ellas realizadas en mármol de Génova realizadas por el escultor catalán Carlos Salas Viraseca, menos el madero de la cruz que está realizado en jaspe.


Sobre el frontón del retablo podemos ver un gran escudo de Aragón (la encina de Sobrarbe surmontada por la cruz de San Jorge, la cruz de Iñigo Arista y las cuatro cabezas moras), todo ello rematado por la Corona Real.

En uno de los lados, veintisiete nichos cubiertos con placas de bronce dorado que albergan los restos de los reyes e infantes aragoneses. En el muro de enfrente cuatro grandes paneles de estuco en relieve realizados hacia 1781 por el escultor Pascual Ipás (* 1748 † 810), cuñado de Carlos Salas. Los paneles representan escenas importantes de la historia de Aragón: Batalla del rey García Jiménez en Aínsa, la aparición de la Cruz a Iñigo Arista, el sitio de la ciudad de Huesca y su conquista por parte del rey Pedro I, y la cuarta y última la jura de los reyes de Aragón ante los prohombres del reino.


La decoración de la sala se completa con jaspes azulados traídos de Canfranc y un medallón de bronce dorado con el retrato del rey Carlos III realizado por el platero oscense José Estrada.

La sala se cubre con una bóveda de medio cañón reforzada por arcos fajones.



 MAS COSAS DEL MONASTERIO

Siglo XV al Siglo XVII La decadencia del monasterio se acentúa desde principios del siglo XIII. Al abandono económico de sus donantes se unen las malas condiciones geográficas y climáticas del edificio,

En el claustro podemos encontrar dos capillas de construcción más moderna. La Capilla de San Victorián del siglo XV y la Capilla de San Voto del siglo XVII. Junto a la roca mana una fuente de agua, hoy protegida por una pequeña construcción.

A partir del siglo XV se introducen reformas artísticas como la capilla gótica de San Victorián construida para panteón abacial.









 En el siglo XVI el abandono institucional del monasterio es un hecho, cuando el papa Pío V separa la diócesis de Huesca de la de Jaca. Para dotar la nueva sede de la Jacetania se utilizan propiedades del monasterio de San Juan de la Peña, situación que acelera la devacle económica de esta comunidad religiosa.
 Otro duro golpe a la pervivencia de los monjes en San Juan de la Peña se produce en 1675, tras un gran incendio que provoca la destrucción de muchas de sus dependencias.

El Monasterio de San Juan de la Peña en Jaca
Los monjes hacen frente a este incidente y deciden la construcción de un nuevo monasterio situado en la cercana llanura de San Indalecio.


Siglo XVIII al Siglo XIX En el antiguo monasterio solo permanecieron dos monjes que se ocupan de su mantenimiento. En 1770 se remodela en estilo neoclásico, el panteón real por el estado de abandono de los sepulcros.

La Guerra de la Independencia, acontecido un siglo después, supone la destrucción del monasterio nuevo por parte de los franceses y su expolio.

 La vida monacal desaparece del conjunto monástico en 1835 por la desamortización de Mendizábal y la primera guerra Carlista.


Cambio de propiedad, Siglo XIX Con la desamortización de Mendizábal el edificio pasa a ser propiedad nacional. En 1843 el Estado cede el conjunto monástico a la Diputación de Huesca para su mantenimiento. En 1890 la Diputación devuelve el bien renunciando a su propiedad.


Declaración, Siglo XIX al Siglo XXI En 1889 obtiene el título de Monumento Nacional y en 1920 es declarado Sitio Nacional por el rey Alfonso XIII. El Gobierno de Aragón completa su declaración como Bien de Interés Cultural con la protección del conjunto monástico y su entorno el 2 de febrero de 2004.






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