Evangelio según san Marcos (2,13-17)
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él, y les enseñaba. Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.»
En el Evangelio de hoy nos presenta la Vocación de Mateo, fue el Señor el que se hizo el encontradizo con Levi y le invito a seguirle. La iniciativa siempre es del Señor. Se cumple lo que Jesús recordara a los apóstoles: “He sido yo el que os ha elegido”.
Nuevamente vuelve Jesús a la orilla del mar, al que ya le había arrebatado a sus cuatro primeros discípulos.
En esta ocasión llama a Leví a seguirle, a un pecador, recaudador de impuesto. Al pecador había que darle su sitio que no es otro que alejarlo del grupo de los que se creen sanos y justos, de separarlo de los demás, de impedirles comer con el resto, y señalarle con el dedo.
Así había que actuar con el pecador. El que Jesús llame a un publicano y el hecho que coma con los pecadores son gestos tan revolucionarios que indicaba ya la novedad del Reino.
Es la bienaventuranza de la acción pues quiere expresar la amistad, la misericordia y el perdón de Dios. Es un gesto liberador que nos pone en camino hacia Dios, es el paso que todos estamos llamados a dar: pues un Leví que se convierte en Mateo es un pecador que se transforma en apóstol. Solo quien reconoce su "pecado", quien se sabe necesitado de curación, quien es tan humilde para reconocerlo públicamente, es el candidato idóneo para formar parte del grupo de Jesús.
Un discípulo perdonado puede perdonar, un discípulo que ha sentido la misericordia de Dios, usará esa misma misericordia con los demás.
Otro detalle es que no excluye a nadie para su seguimiento, esto escandalizo a muchos de sus paisanos, ya que Mateo no estaba bien visto, pero lo que sorprende es que eso no es motivo para que el Señor se acerque a él y le ayude a transformar y cambiar su vida. Impresionante las palabras que el Señor nos hace, “no necesitan medico los sanos sino los enfermos”.
Con lo cual nadie puede sentirse excluido, ¿quién puede decir que no necesita a este medico? De cuantas cosas tiene que sanarnos el Señor. Entrégale al Señor tus sufrimientos para que Él te sane y cure.
Toda la Humanidad necesita al Médico divino. Todos somos pecadores y, como dirá san Pablo, «todos han pecado y se han privado de la gloria de Dios» (Rm 3,23).
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