evangelio según san Marcos (3,1-6)
En aquel tiempo, Jesús entró otra vez en la sinagoga y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo.
En el Evangelio de hoy vemos como los fariseos estaban al acecho, sigue la cuestión del sábado y deseaban pruebas para acusarlo.
Una religión que ni siquiera es capaz de liberar verdaderamente al hombre paralizado por sus temores y sus decaimientos, tiene los días contados. Jesús, coloca en el centro de la sinagoga, lugar de culto, al hombre con parálisis, para que quede claro ante los ojos atónitos de los que quieren acabar con Él, que la gloria de Dios es hacer el bien al hombre.
Jesús inaugura el nuevo culto a Dios. Ha venido para que el hombre tenga vida y vida en abundancia. ¡Cuántas parálisis en nuestra vida: enfermedades, miedos, debilidades, dificultades superiores a nuestras fuerzas, nuestros bloqueos mentales y espirituales que nos incapacitan para actuar, avanzar y superarnos!
Otro punto para nuestra meditación, es el encuentro con el hombre con parálisis, el Señor le pidió que extendiese el brazo, bien sabía el enfermo que lo que le estaba pidiendo no podía hacerlo, sin embargo, obedece y su fe opera el milagro. ¡Con Jesús todo es posible!
Y en medio de todo este cúmulo de obstáculos oímos la voz dulce y fuerte de Jesús que nos dice “Levántate y ponte en pie”, es decir, cree en ti mismo, confía que puedes vencer, lucha, ten ánimo que puedes superar ese problema y sobre todo no dudes de estas palabras “la fe mueve montañas”; “para el que cree, todo es posible” y “pedid y recibiréis, llamad y se os abrirá”. La religión cristiana siempre apuesta por la vida y la dignidad de la persona.
En el pasaje evangélico el Señor aprovecha sus malas intenciones para cuestionarles: “¿que esta permitido en sábado? ¿hacer lo bueno o lo malo?…” Quiere hacerles pensar para que crezcan en el amor a Dios y no se queden en el mero cumplimiento de la regla.
Les invita a vivir una fidelidad nueva que ponga por encima de la ley, la caridad.¡No nos cansemos nunca de hacer el bien!.
La fe y el amor a Dios nos hacen alcanzar metas que antes considerábamos imposibles, problemas difíciles de resolver llegan a encontrar una solución cuando nos guiamos por la caridad.
Hemos de impregnar de fe todas nuestras decisiones en la vida ordinaria, sean grandes o pequeñas. Se trata de descubrir la mano de Dios detrás de los acontecimientos, de ofrecerle con paciencia los sufrimientos y confiar en la presencia del Señor que nos acompaña.
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