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sábado, 6 de enero de 2024

BAUTISMO DEL SEÑOR

  DOMINGO

“ Tú eres mi Hijo amado

Epifanía significa «manifestación». Jesús se da a conocer. Aunque Jesús se dio a conocer en diferentes momentos a diferentes personas, la Iglesia celebra como epifanías tres eventos: Su Epifanía ante los Reyes Magos (Mt 2, 1-12) Su Epifanía a San Juan Bautista en el Jordán
según san Marcos 1, 7-11 

 Cada vez que se evoca la imagen de Juan Bautista, viene a nosotros la escena del bautizo de Jesús, llena de humanidad, mostrada en un acto tan terrenal como es el bautismo en agua, y tan Divina como la representación del Espíritu Santo y las palabras de Dios mismo destacando su complacencia por su Unigénito.

En aquel tiempo, proclamaba Juan: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. 

Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».
Un día se presentó entre la muchedumbre del pueblo Jesús, que, llegado a la edad de treinta años, debía empezar a ma­nifestarse al mundo.

Y sucedió que por aquellos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. 

Juan, que le reconoció, quiso al principio excusarse, pero vencido luego, por el mandamiento de Cristo, le bautizó. Y he aquí que apenas salió Jesús del agua abriéronse los cielos, y el Espíritu Santo en figura de paloma bajó sobre El, y se oyó una voz que decía: «Este es mi hijo muy amado.»

Apenas salió del agua, vio rasgarse los cielos y al Espíritu que bajaba hacia él como una paloma. Se oyó una voz desde los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco».

Igual que el misterio de la Encarnación, todo un Dios haciéndose pequeño, en el episodio del Jordán nos muestra su gran humildad, -siempre me ha impresionado contemplar a Nuestro Señor haciendo cola como un pecador más, el que no cometió pecado, quien nos purifica, haciendo cola entre los pecadores, todo un Dios entremezclado con los que nada cuenta, con los marginados, sin querer privilegios, con paciencia, sabiendo esperar su turno, me impresiona este Dios que rompe todos los esquemas de este mundo, no quiere privilegios, no busca honores, le da igual que lo confundan, pasando como uno de tantos, mezclado entre los pecadores. se puso en cola entre los pecadores, como uno más- y allí comenzó a tomar sobre sí el peso de la culpa de toda la humanidad, como Cordero de Dios que “quita” el pecado del mundo.


Pero no todos podríamos decir con el corazón en la mano, que nos sentimos “Hijos Predilectos”. Para lograr esto, aceptemos el Amor de Nuestro Padre y permitamos que éste llegue a través nuestro hacia nuestro prójimo más cercano: nuestros hijos, familiares, amigos y colegas. 

Y seamos capaces de actuar con fe, día a día, para la construcción del Reino de Dios. Actuemos tal como somos, bautizados en el Espíritu Santo y hagamos que nuestro ejemplo contagie al prójimo fluyendo, cual aguas del Jordán, en nuestro cristiano caminar.

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