YA ES SEMANA SANTA

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viernes, 25 de febrero de 2022

SEPTIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 SÁBADO

“ El que no acepte el reino de Dios como un niño... ”

En el camino hacia Jerusalén Jesús va enseñando a sus discípulos sobre el servicio a los pobres, la indisolubilidad del matrimonio, el desprendimiento de las riquezas, el sentido del poder como servicio a los demás etc. Por ello, el Señor acude ahora a dar acogida a los niños porque es preciso hacerse como ellos para entrar en el Reino, para ser capaces de acoger el Reino.

según san Marcos 10,13-16 

En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios.

El reino de Dios es para los pequeños y sencillos. En esta clave se debe entender el relato, en el cual la gente llevaba a los niños para que Jesús los tocase. Sin embargo, Jesús se enoja con sus discípulos al ver cómo éstos reprendían y rechazaban a los niños.

 En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él». 

El reino de Dios se acepta, se recibe gratis. No se consigue a fuerza de méritos o de inteligencia, porque nos supera infinitamente. Por eso sólo nos queda recibirlo como se recibe un regalo, como reciben los niños todo lo que se les da. Ésta es la gran cualidad de los niños: están abiertos a todo lo bueno que se les ofrece. Sobre todo se dejan querer. Ése es su encanto

Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos.


Pidamos al Señor no quedarnos encerrados en nosotros mismos, sino ser capaces de abrirnos a las riquezas del reino de Dios.

VIERNES

“ Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre ”



según san Marcos 10,1-12 

En aquel tiempo, Jesús se marchó a Judea y a Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino y según su costumbre les enseñaba. 

Acercándose unos fariseos, le preguntaban para ponerlo a prueba: «¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?». Él les replico: «Qué os ha mandado Moisés?». 

Contestaron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla». Jesús les dijo: «Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. 


Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. 

Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre». En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: «Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».




JUEVES

“ El que escandalice... ”


según san Marcos 9,41-50 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa. 

El Evangelista ha agrupado aquí varios dichos de Jesús pronunciados en distintos momentos y lugares. Tienen en común que se centran en la persona de Jesús. Todo comienza en Él y todo acaba en Él.

 El valor de todas las cosas depende de su relación con Él. Nada puede ser absolutizado fuera de Él; tampoco la Iglesia-institución. Cosas aparentemente sin importancia, como dar un vaso de agua al sediento, pueden ser muy buenas; o pueden ser muy malas si con ellas escandalizamos a uno de estos pequeños.

El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. 

Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te induce a pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la “gehenna”.

Jesús, que acaba de pedir tolerancia a su discípulo Juan, se muestra ahora intolerante con quien escandaliza a uno de estos pequeños. Quiere que sus discípulos evitemos daños físicos o morales a nadie. Prefiere que nos hagamos daño a nosotros mismos. Lo dice con lenguaje crudo y metafórico: córtate la mano, córtate el pie, sácate el ojo. 

La mano o la actividad; el pie o nuestros caminos y actitudes; el ojo o nuestros deseos y aspiraciones. Siempre tenemos que anhelar vivir una vida más evangélica, más orientados hacia los demás y menos hacia nosotros.

 Y, si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos a la “gehenna”, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. 

Todos serán salados a fuego. Buena es la sal; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salaréis? Tened sal entre vosotros y vivid en paz unos con otros».


Los discípulos, los creyentes, estamos llamados a dar sabor al mundo. Para ello necesitamos mantener una sana tensión interior. Porque, ¡resulta tan sencillo acomodarse e instalarse en una vida piadosa y cómoda, rutinaria e irrelevante!

MIERCOLES

“ El que no está contra nosotros está a favor nuestro


hoy no encontramos con muchas personas que sin oír a Jesús y sin meterle en su vida, realizan obras buenas, obras que están de acuerdo con el evangelio: aman, perdonan, son justas, son limpios de corazón…

según san Marcos 9,38-40

 En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros». 

No nos tiene que chocar esta situación, porque siguen su naturaleza humana, la que Dios nos ha dado a todos. Jesús en sus palabras, en sus indicaciones nunca va en contra de lo que nos dicta nuestra naturaleza humana.

Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí.

Lo que sí hace es ir un poco más allá. No solamente nos dice que tenemos que amar, sino que nos pide amar hasta los enemigos, no nos dice solo que hay que perdonar, sino que debemos perdonar siempre, hasta setenta veces siete…

 El que no está contra nosotros está a favor nuestro».

nos es más fácil entender sus palabras en el evangelio de hoy: “El que no está contra nosotros está a favor nuestro”.


Señor Jesús, te mire por donde te mire, siempre me sorprendes, siempre me ensanchas el corazón. Te agradezco esa amplitud de miras, ese buscar siempre lo bueno, lo positivo que hay en el corazón de cada uno, ese ir siempre por delante poniendo la semilla del bien. 

Es verdad que en el mundo no todo es trigo limpio, hay también cizaña. Pero cuando quiere crecer la cizaña, el campo está sembrado de trigo. Y tú esperas que el trigo se apodere de la cizaña y que el bien se imponga sobre el mal. En este mundo nunca es tiempo de arrancar; siempre es tiempo de sembrar.

MARTES

“ Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? ”


según san Mateo 16, 13-19 

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». 

Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo» Jesús le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 

Jesús, antes de entregar a Pedro las “llaves de la Iglesia”, le entrega “las llaves de su corazón”. Y ese corazón es tan grande que en él caben todos los pueblos. Jesús nos habla de un Padre Bueno que “hace salir el sol y manda la lluvia” para todos.

Ahora yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. 


Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».


Señor, hoy siento una alegría grande en mi corazón al llegar a la oración y leer tu Palabra. Como a Pedro, también me haces a mí la entrega “de las llaves”. No las llaves de la Iglesia, pues soy pequeño y no pretendo dirigir nada. Me das las llaves de tu “propio corazón”. Con esas llaves puedo abrir y asomarme al misterio de tu amor. Y, al mismo tiempo, yo también te entrego las llaves de mi corazón para que puedas invitar a entrar en él a los pobres, tus preferidos.

LUNES

“ Todo es posible al que tiene fe ”


El Evangelio del día establece una relación directa entre fe, poder y oración. Diríamos que las coloca esas tres palabras en línea recta, cada una dependiente de la anterior.

según san Marcos 9, 14-29

 En aquel tiempo, Jesús y los tres discípulos bajaron del monte y volvieron a donde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor y a unos escribas discutiendo con ellos. 

Al ver a Jesús, la gente se sorprendió y corrió a saludarlo. Él les preguntó: «¿De qué discutís?». Uno de la gente le contestó: «Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no lo deja hablar; y cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda rígido. 

He pedido a tus discípulos que lo echen y no han sido capaces». Él, tomando la palabra, les dice: «Generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo». Se lo llevaron. 

En realidad, la curación de ese chico endemoniado sirve para extraer una lección sobre la fe, sus efectos y su alimento, que no es otro que la oración. El padre del endemoniado nota que le falta fe y pide que Jesús se la aumente, lo mismo que millones de cristianos a lo largo de todas las épocas han pedido la gracia de ver aumentada su fe. Porque es gracia y no mérito.

El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; este cayó por tierra y se revolcaba echando espumarajos. 

Jesús preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?». Contestó él: «Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua para acabar con él. Si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos». 

Esa fe mueve montañas, decimos con el refranero remitiendo a un pasaje evangélico, y puede que tú también hayas experimentado el poder de la fe para obtener algo que jamás hubieras imaginado.

Jesús replicó: «¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe». Entonces el padre del muchacho se puso a gritar: «Creo, pero ayuda mi falta de fe». 

Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: «Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: sal de él y no vuelvas a entrar en él». 

Al final del diálogo con sus discípulos, Jesús recalca cómo la fe precisa de la oración para robustecerse. A los apóstoles se les resistió ese espíritu inmundo porque su fe flaqueó. Sólo la oración la embarnece. No se nos olvide a nosotros pedir en nuestra oración cotidiana que el Señor nos ayude nuestra falta de fe.

Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que muchos decían que estaba muerto. 

Pero Jesús lo levantó cogiéndolo de la mano y el niño se puso en pie. Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: «¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?». Él les respondió: «Esta especie solo puede salir con oración».

¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo? Esa clase solo sale a fuerza de oración. Aquellos discípulos habían intentado, sin resultado alguno, curar al muchacho imitando los gestos y las palabras de Jesús. Se mueven todavía en el nebuloso terreno de lo mágico más que en el diáfano terreno de la fe. Y actúan pendientes los unos de los otros. Si todo es posible para Dios, todo es posible para la fe hecha oración: Todo es posible para quien cree.


A nosotros nos pasa lo mismo que a los discipulos.

Los discípulos que tuvieron éxito en la primera misión (Mc 6,13.30) demostraron ahora que les falta confiar en el poder de Dios a través de la oración. Sólo la oración humilde y la fe incondicional en Dios permite vencer al mal.

DOMINGO

“ Sed compasivos... ”


El Evangelio no está hecho a la medida del hombre, sino a medida de Dios. Jesús puede exigir amar hasta la locura, porque El ha sido el único que ha recorrido ese camino hasta el final.

según san Lucas 6, 27-38 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian. 

Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. 

Aunque para nosotros sea todo un logro el amar solo a quienes nos aman, el prestar a los que nos van a devolver lo prestado, no vamos más allá del horizonte estrecho de las relaciones humanas. Y para ese viaje no necesitamos estas alforjas de la fe.

Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo. 

Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. 

Si amamos a nuestros enemigos vivimos del espíritu del mismo Dios, sino juzgamos ni condenamos, atestiguamos así que la gracia habita en nosotros, usar la misericordia con los demás es obrar como Dios, esa es la verdadera perfección.

Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos. 

Ser cristiano es a la vez, tomar conciencia y vivir de la gracia de Dios dada siempre de forma gratuita, derramada con "una medida buena, apretada, remecida hasta rebosar".

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida que midiereis se os medirá a vosotros»


Pero los cristianos estamos llamados también a practicar esa misma misericordia con los prójimos. También con nuestros enemigos. Esto es complicado ¿Cómo hacerlo? Trato de tratarles como el Señor me trata a mí.
 El perdón es la más profunda expresión de la misericordia y la mejor manera de alcanzar la serenidad del corazón. Nosotros pensamos que hay que tratar a los demás como se merecen. El Señor piensa que hemos de tratarlos mejor de lo que se merecen. Y si somos hijos de Dios tenemos que parecernos a Él.

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