YA ES SEMANA SANTA

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lunes, 28 de febrero de 2022

OCTAVA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

MARTES

“ Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros ”


El Evangelio de este día se sitúa en el contexto del camino que Jesús emprende hacia Jerusalén, con sus discípulos; el camino hacia la cruz. En ese camino Jesús quiere ir enseñando a los suyos qué significa y qué implica seguirle.

según san Marcos 10, 28-31 

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». 

Los discípulos siguen anclados en una mentalidad de “la recompensa al mérito” y por eso, frente a la incapacidad del hombre rico, ellos se sienten orgullosos de sí por “haberlo dejado todo” para seguir a Jesús.

Pero el Padre nos reserva una sorpresa, sorpresa que viene con sufrimiento. No hay camino cristianó sin vía crucis. 


Jesús dijo: «En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones— y en la edad futura, vida eterna. 

Quien sigue a Jesús experimenta un cambio radical de vida. Entra a formar parte de la nueva familia de los hijos de Dios, con vínculos más profundos y universales que los de la sangre o los genes

Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».


  No tenemos que establecer categorías entre los seguidores. 
No tenemos ningún mérito por haber sido llamados los primeros. Es en la Cruz donde se triunfa y Jesús nos lo dice con hechos. 

LUNES

“ Dios lo puede todo ”



según san Marcos 10, 17-27

El misterio del seguimiento de Cristo -más bien su imitación, por usar la expresión clásica ‘sequela Christi’- queda aquí reflejado a través del diálogo de Jesús con el joven rico.

 En aquel tiempo, cuando salta Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: -«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?» 

Jesús le contestó: -« ¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.» 

Éste se arrodilla reverentemente con profunda devoción y se declara cumplidor de los preceptos morales de la ley mosaica. Todo lo hace bien a sus ojos.

Él replicó: -«Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»

Pero el seguimiento de Cristo va más allá del cumplimiento escrupuloso de los mandamientos para adentrarse en el misterioso camino del amor. Ahí entra en juego el amor al dinero, a la riqueza, a todo lo que nos proporciona seguridad en nuestra confortable vida.

 Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: -«Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.» 

De modo que Jesús lo mira con cariño y le proporciona la regla de oro para desprenderse de cuanto le ata y así profundizar en el amor al prójimo, simbolizado en los pobres a los que socorrería con sus bienes.

A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: -«¡ Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios! » Los discípulos se extrañaron de estas palabras. 

Es realmente difícil para un rico entrar en el reino de los cielos. No importa el nivel de su riqueza, no es necesario que sea cuantiosa, sino que tengamos el corazón firmemente agarrado a ella y nos cueste compartirla.

Jesús añadió: -«Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.» 

Ellos se espantaron y comentaban: -«Entonces, ¿quién puede salvarse?» Jesús se les quedó mirando y les dijo: -«Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.» 


Jesús nos está gritando desde su Palabra de hoy precisamente eso: déjate caer en mis brazos, abandona toda seguridad, olvídate de sentirte fuerte si quieres seguirme. ¿Quieres realmente seguirlo?

DOMINGO

“ El que es bueno, de su corazón saca el bien ”



El pasaje del Evangelio según san Lucas nos ofrece tres lecciones sapienciales de Jesús. La primera nos dice que el discípulo no es superior a su maestro. La segunda nos anima a corregirnos a nosotros antes de tratar de corregir a los demás. Y la tercera afirma que podemos conocer a las personas observando sus obras.


según san Lucas 6, 39-45 

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? 

No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. 

Este pasado jueves Marcos nos ofrecía una pequeña colección de dichos de Jesús pronunciados en distintos momentos y lugares.

Hoy lo hace Lucas. Con el primero de estos dichos el Señor nos invita a no erigirnos en guías o maestros de nadie cuando todavía no hemos aprendido a ser, como Él, mansos y humildes de corazón (Mt 11, 29). Mientras no dominemos el egoísmo no pretendamos ser guías de nadie.

¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! 

Por qué a todos nos resulta más sencillo ver la mota en el ojo ajeno que la viga en el propio? La respuesta es sencilla. Porque proyectamos en los otros lo que nosotros llevamos dentro. Si quiero saber de qué pie cojeo, no tengo más que detenerme a analizar aquello que más me molesta en los demás.

 Somos poco consecuentes si nos enfurecemos, por ejemplo, contra quien provoca la guerra de Ucrania, pero nosotros mismos no somos hombres y mujeres de paz en nuestro entorno. Preguntémonos qué podemos hacer para mejorar la convivencia familiar o social.


Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano. Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.

 El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».

Es evidente que la bondad del corazón tiene muchos enemigos fuera de nuestros ambientes cristianos. La sociedad actual está frontalmente reñida con la bondad. Pero quizá no sea tan evidente que la bondad del corazón tiene también enemigos sutiles dentro de nuestros ambientes cristianos.




Te pido Señor que mis palabras, mis actos y todo lo que salga de mis cincos sentidos siempre sea para  dar frutos buenos.

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