Una joya manuscrita del siglo XII, considerada la primera y más célebre guía del Camino de Santiago.
El volumen, custodiado en la catedral de Santiago hasta el 2011
-año en el que fue sustraído del templo por un antiguo trabajador, que lo mantuvo escondido hasta que la policía lo encontró 12 meses más tarde-, está integrado por sermones, himnos, milagros, textos litúrgicos, piezas musicales y relatos sobre el apóstol Santiago y la ruta jacobea.
Codex Calixtinus; c. 1160-1180 es el nombre propio de un manuscrito iluminado de mediados del siglo XII que contiene el más antiguo texto del Liber Sancti Iacobi
Los textos fueron redactados en diversas épocas y de forma independiente, pero la autoría del último de los libros que completan el Códice Calixtino, en el que se habla concretamente del Camino de Santiago, fue atribuida a un monje cluniaciense, el fraile francés Aymeric Picaud.
Aunque a veces se denomina al Liber Sancti Iacobi como Codex Calixtinus, ambos conceptos no son idénticos.
El Liber Sancti Iacobi representa el contenido del libro, del cual a lo largo de los siglos se copiaron varios manuscritos (unidad de encuadernación que en ocasiones se les ha dotado de distintos nombres propios) y con un contenido heterogéneo y variable.
El más antiguo y notable códice o manuscrito con el Liber Sancti Iacobi se conoce con el nombre propio de Codex Calixtinus (c. 1140) y es el custodiado en la catedral de Santiago de Compostela.
La compilación que conocemos como Liber Sancti Iacobi fue redactada en diversas épocas y de forma independiente y podría estar ya configurada hacia el año 1140.
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Después, hacia el siglo XV se perdió el folio 220, que originariamente iría en blanco y pertenecería al último cuaderno. También debió perderse un folio, así mismo en blanco, que antecedía al actual folio
De ser esto cierto, el manuscrito llevaba, como era usual, el primer y el último folio en blanco sirviendo como guardas. Posteriormente, quizás durante la encuadernación realizada a finales del siglo XII, se añadió a la estructura primitiva del códice un segundo apéndice (Apéndice II).
El libro IV fue separado del manuscrito en 1609, lo que conllevó el maltrato de los cuadernos 20, 21 y 24. Ambos volúmenes fueron encuadernados por separado por Alonso Rodríguez León.
Finalmente, el libro IV fue agregado de nuevo durante la restauración de 1966, lo que exigió varios arreglos al manuscrito. En la misma restauración se recortaron las hojas que eran más grandes y sobresalían del resto. Las anotaciones marginales que los canónigos de Compostela dejaron en el manuscrito, demuestran que el códice fue usado y leído ininterrumpidamente, al menos, hasta mediados del siglo XVI. Sin embargo, parece que a principios del siglo XVII el manuscrito dejó de interesar, cayendo en el olvido durante muchos años.
En la segunda mitad del siglo XIX, el manuscrito fue redescubierto por el canónigo archivero de la Catedral de Compostela, Antonio López Ferreiro. Sin embargo, fue dado a conocer públicamente por el jesuita Fidel Fita y Aureliano Fernández Guerra.
En 1879, se trasladaron a Santiago en un viaje de estudio y peregrinación. Al año siguiente, en 1880, publicaron un libro acerca de su viaje a Santiago (Recuerdos de un viaje a Santiago de Galicia), dedicando los capítulos X y posteriores a la descripción y estudio del Codex calixtinus. El libro incluía una fotografía del himno Dum Paterfamilias y una transcripción de su texto, así como varios versos del himno Ad honorem Regis summi
CARTA DEL PAPA CALIXTO I
Constituye el comienzo del códice, ocupando sus dos primeros folios.
El autor dice ser el papa Calixto II y relata cómo recogió numerosos testimonios de milagros realizados por el apóstol Santiago "recorriendo las crueles tierras y provincias durante 14 años". También explica cómo el manuscrito sobrevivió a todos los peligros posibles, desde incendios a inundaciones.
La carta va dirigida a "la muy santa asamblea de la basílica de Cluny" y a "Diego Gelmírez, arzobispo de Compostela". Se cree que los copistas incluyeron esta carta al comienzo del manuscrito para dar más importancia a su trabajo, quedando la intervención directa del papa, quien ya había muerto en 1124, completamente descartada.
Libro I — Libro de las Liturgias
El libro I recopila los textos litúrgicos (misas, homilías, sermones) en honor del apóstol; el más célebre es el sermón Veneranda dies, donde se ofrecen muchas noticias sobre el significado de la peregrinación en la Edad Media.
Libro II — Libro de los milagros
Contiene una colección de 22 milagros atribuidos al Apóstol Santiago y realizados en diversas regiones de Europa. Por su contenido, es muy similar a las otras colecciones de milagros recopiladas a través de los siglos XI y XII. Ocupa 16 folios (f. 139v - 155v) y es, en cuanto a tamaño, el segundo libro más pequeño.
Antes de los milagros incluye un pequeño prólogo -supuestamente escrito por el papa Calixto II- y un índice. Según se cita en el códice, los 22 milagros fueron recogidos por el Papa Calixto II (18), Anselmo de Canterbury (2), Beda el Venerable (1) y el maestro Huberto (1). 4
Libro III — Traslación del cuerpo a Santiago
El libro III está dedicado a la traslación del cuerpo de Santiago desde Jerusalén hasta Galicia, es el conocido texto de la Translatio, que relata el viaje en barco de los restos del apóstol después de su muerte, recalando en Iria Flavia antes de ser sepultado en el edículo compostelano.
Libro IV — Conquistas de Carlomagno
Aborda la aparición de Santiago a Carlomagno, detallando a lo largo de 28 folios la entrada del rey en la Península, la derrota de Roncesvalles y la muerte de Roldán.
La leyenda narra que Santiago se le apareció a Carlomagno en sueños para incitarlo a liberar el sepulcro compostelano de la invasión musulmana. Para ayudarlo a tal empresa le mostró, a través de un camino de estrellas, la dirección que debía seguir.
Se trata de un texto literario relacionado con los cantares de gesta medievales.
También trata del descubrimiento de la tumba de Santiago, la construcción de la ciudad del apóstol y la liberación del Camino de peregrinación.
Diego Gelmírez and Alfonso VI of León, Calixtinus Codex
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Libro V — Guía del peregrino
El más conocido, traducido y ensalzado de todo el volumen.
Se trata de una extensa y completa guía destinada al peregrino que describe la ruta del Camino Francés, sus enclaves, las costumbres de los pueblos y ciudades por los que pasa el itinerario y los santuarios que el caminante no debe dejar de visitar. Incluye, además, una serie de consejos prácticos para el viajero y advertencias sobre los peligros que podría encontrarse en su aventura hasta Compostela.
A lo largo de 11 capítulos, el Iter pro Peregrinis ad Compostellam repasa las jornadas, los hospicios, los accidentes naturales que se cruzan en el recorrido, los santos que «descansan» en él, la ciudad de Santiago de Compostela -la catedral, el sepulcro, otras iglesias de la capital gallega- y las indicaciones sobre cómo acoger a los peregrinos. Pero, además, el autor del manuscrito pla
Pero, además, el autor del manuscrito plasma en sus páginas las anécdotas que vivió a lo largo del trayecto y sus opiniones sobre lo que se iba encontrando por el camino. Destaca entre estas reflexiones su impresión acerca de los habitantes del norte de España, a los que describe como «hombres de caras feroces que aterrorizan a la gente con los gruñidos de su bárbara lengua». «Los vascos y navarros son un pueblo repleto de maldad, de tez oscura, de aspecto aberrante, perverso, pérfido, desleal y falso».
También los acusa de ladrones y asesinos que «comen, beben y visten como cerdos» y se queja de la gastronomía: en concreto, recomienda a sus lectores no probar «el pez que el vulgo llama barbo», ya que, según el fraile, quien lo ingiera corre el riesgo de «enfermar».
Apendice músical
Un apartado también relevante es el apéndice musical del códice.
La polifonía comenzó a crearse en la ciudad del apóstol después de dos siglos de búsquedas en las principales capillas musicales francesas.
La música del Liber está recogida en una colección de veintiuna piezas que representan los primeros ejemplos de polifonía europea.
Sus autores serían músicos franceses que trabajaban en el scriptorium catedralicio de Santiago, de la misma forma que había escultores, oficiales y maestros de obra con empleo en la fábrica de la catedral.
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