Cuentan las crónicas que los primeros intentos para dotar a Madrid de una catedral digna de la Villa arrancan de los primeros Austrias. Carlos V, a quien la Virgen de la Almudena había curado de una enfermedad, consiguió del Papa León X el 23 de julio de 1518 una Bula para elevar a catedral la iglesia de Santa María, la principal de la Villa, cuyos cimientos pueden verse todavía en la calle Almudena, aunque sus intentos no progresaran debido la resistencia opuesta por el cabildo de Toledo.
Esta antigua mezquita transformada en iglesia cristiana en algún momento del siglo XII o XIII
era la sede de la famosa imagen de la Virgen de la Almudena, la Virgen de la Muralla, en árabe, aparecida precisamente en una hornacina de esta muralla no lejos de aquí, siguiendo una antigua leyenda local.
La iglesia fue derribada en 1868 y hasta esa época, a pesar de su modesto tamaño, siempre fue el centro religioso emblemático de la ciudad de Madrid. Contaba con tres naves y en el altar un camarín para la imagen de la Virgen.
En la actualidad, la calle del Camarín de la Almudena es una pequeña abertura peatonal que lleva desde la calle Mayor hasta Bailén.
Las últimas excavaciones arqueológicas dejaron a la vista la cabecera de la iglesia. Hoy día se puede ver el lugar cubierto por un cristal.
Tampoco consiguió Felipe II, habiendo trasladado ya la capital el Reino a Madrid, su propósito de construcción de una catedral de nueva planta.
La Archidiócesis de Toledo era entonces demasiado poderosa para consentir que la hicieran sombra. Bajo Felipe III, su sucesor, el rey piadoso, el Concejo acuerda adquirir unos solares frente a la Iglesia de Santa María para que allí se construyese la nueva catedral, consiguiendo el monarca que el papa Clemente VII la oportuna Bula, pero una vez estas buenas intenciones vinieron a chocar con los recelos del cardenal de Toledo, Sandoval y Rojas.
Felipe IV, el rey planeta, y su valido, el Conde-Duque de Olivares, también pusieron decidido empeño en avanzar en el proyecto de construcción de una nueva catedral e incluso llegó a ponerse la primera piedra el 15 de noviembre de 1623, parándose las obras al cabo de tres años por falta de presupuesto.
La reina Isabel II había firmado en 1851 el Concordato con la Santa Sese en el que se acordó la creación de Madrid como sede episcopal, diócesis de Madrid-Alcalá, mediante una bula dada por León XIII, estableciendose que el templo de la Almudena en consttrucción pasara a ser Catedral de la nueva diócesis en 1885.
Su prematura muerte, a los dieciocho años, hizo que el rey, en recuerdo de su esposa, fallecida sin hijos, pusiera aún más empeño en el proyecto.
La catedral de la Almudena fue concebida por el marqués de Cubas como un edificio neogótico inmenso que incluía una cripta en su interior.
La cripta fue construida exactamente como él indicó, siendo inagurada en 1911, su estiol neorrománico-
Parece ser que al General Franco, no le interesaba mucho la reanudación de las obras de la Almudena, enfrascado como estaba en la construcción del Valle de los Caídos, pues como escribe el señor Deán “la Catedral dela Almudena al fin y al cabo, era un proyecto de la Monarquía
Pero el edificio central, la catedral, sufrió un cambio radical en los años 40, al convocarse otro concurso arquitectónico para finalizarla.
En 1944- los nuevos arquitectos Fernando Chueca Goitia y Carlos Sidro, se mantendría la apariencia neogótica en el interior, pero se decidió cambiar el exterior al estilo neoclásico para conseguir una cierta armonía con el palacio real.
En el nuevo proyecto, hubo que disminuir la altura de la catedral, para no sobrepasar la del palacio
Las obras empezaron por fases en 1950, cinco años después de la concesión del premio, trabajándose a buen ritmo hasta 1961, pero a partir de 1965, siendo Carlos Arias Navarro, alcalde de Madrid, se paralizaron, dando lugar al dicho popular, de “esto es más largo que las obras de la Almudena
Así se mantuvo la situación hasta que en 1984 se fundó el Patronato para acabar las obras, siendo cardenal arzobispo de Madrid, don Ángel Suquía Goicoechea, con lo que se consiguió avanzar en menos de diez años hasta la terminación de la catedral, objetivo conseguido al consagrarla S.S. Juan Pablo II el 15 de junio de 1993
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