DIA 28 DIA DE LA SAGRADA FAMILIA
El cardenal Harvey cierra la Puerta Santa de la Basílica de San Pablo Extramuros
En la Fiesta de la Sagrada Familia, la Iglesia ha vivido un momento significativo: se ha cerrado la tercera Puerta Santa, esta vez en la Basílica de San Pablo Extramuros.
Un gesto que invita a la reflexión y al compromiso, en un mundo marcado por tensiones, heridas y profundas incertidumbres. Este signo nos recuerda que la esperanza cristiana no es evasión ni huida, sino caminar la historia con los ojos puestos en Cristo, incluso cuando el dolor y la prueba se hacen presentes. Creer es atravesar la noche con la certeza de que Dios sigue actuando y que la vida y la salvación tienen la última palabra.
La fe no niega el dolor ni las dificultades; al contrario, nos sostiene para caminar incluso en medio del sufrimiento, con la certeza de que la última palabra no la tiene la muerte, sino la vida, no la desesperanza, sino la salvación que viene de Dios.
Que este mensaje renueve nuestra confianza y nos anime a seguir adelante, firmes en la fe, sabiendo que el Señor camina con su Iglesia en cada etapa de la historia.
La paz es la única esperanza
El sol, que se alza sobre la estatua de San Pablo en el centro del pórtico de la Basílica, calienta a los fieles reunidos, mitigando las gélidas temperaturas invernales. La Puerta Santa se encuentra a la derecha de la fachada, bajo cuya cruz se yergue la inscripción « Spes unica ». Y «la única esperanza», como recordará el cardenal estadounidense en la misa, reside en la «Cruz de Cristo»: una esperanza «pascual» que brota de la entrega incondicional de uno mismo y «florece en la nueva vida de la resurrección». En cambio, la frase grabada en la Puerta Santa, que ha acompañado a los peregrinos durante todo el año —« Ad sacram Pauli cunctis venientibus aedem – sit pacis donum perpetuumque salus»— se convierte en una esperanza constante de que el «don de la paz» pueda verdaderamente extenderse en un mundo marcado por «guerras, crisis, injusticias y confusión».
El cierre de la Puerta Santa
El rito de clausura está marcado por un silencio contemplativo que acompaña al Cardenal Harvey hacia la Puerta Santa, cuyos tres paneles recuerdan los tres años preparatorios para el Año Santo del 2000, encargado por San Juan Pablo II y dedicado al Padre, rico en misericordia, al Espíritu Santo, principal agente de evangelización, y al Hijo Redentor. El cardenal se arrodilla ante ella y, tras unos momentos de recogimiento, cierra las puertas.



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