«María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre» (Lc 2,7).
Los pañales del pesebre anticipan la sábana del sepulcro. Desde Belén, la vida de Jesús está orientada al don total de sí. Y no es colocado en una cuna, sino en un pesebre, lugar del alimento. En la “Casa del Pan”, aparece Aquel que dirá: «Yo soy el pan vivo bajado del cielo» (Jn 6,51).



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