Cardenal Reina cierra la Puerta Santa de la Basílica de San Juan de Letrán
"Hoy, al cerrar la Puerta Santa, elevamos un himno de acción de gracias al Padre por todos los signos de su amor por nosotros, mientras albergamos en nuestros corazones la certeza y la esperanza de que su abrazo de misericordia y paz permanece abierto a todos los pueblos". La oración del cardenal Arcipreste Baldassare Reina resuena en el atrio de la Basílica de San Juan de Letrán. Esta mañana, 27 de diciembre, el rito de cierre de la Puerta Santa en la "Madre de todas las Iglesias" se celebra con solemnidad. El cardenal sube los escalones en silencio y luego se arrodilla en el umbral para orar. Luego se levanta y cierra la gran puerta, inclinando la cabeza en veneración. Tras él, muchos fieles se acercan al umbral y colocan las manos sobre él en un gesto de oración y recogimiento.
Llevar al Señor a las calles de Roma
Era el 29 de diciembre de 2024 cuando se abrió esa misma Puerta. Entonces era la fiesta de la Sagrada Familia; hoy es la memoria litúrgica del Apóstol Evangelista, «el discípulo que se convirtió en el amigo más querido de Jesús», enfatiza el cardenal durante la Misa posterior. Juan había «caminado con Jesús, había escuchado su voz, incluso aquella sin palabras, de su corazón, poniendo el oído en su pecho», continúa. Siguiendo su ejemplo, los fieles presentes —incluidos el alcalde de Roma, Roberto Gualtieri, y el prefecto Lamberto Giannini— están invitados a ser «ministros de la misericordia de Dios», permitiendo que el Señor «encuentre su plenitud en una ciudad donde muchos han perdido la esperanza».
El peso de la ausencia
No se puede —advierte el cardenal Arcipreste— profesar la fe cristiana sin preocuparse por quienes, «por las cargas que deben soportar, el dolor que padecen, las injusticias que padecen», no pueden percibir otra cosa que la ausencia. Esta ausencia, que Reina describe en todas sus dramáticas facetas, es una falta de «solidaridad en la brecha entre la periferia y el centro; de atención a las dificultades económicas y existenciales; de fraternidad en la que nos resignamos, incluso en el presbiterio, a estar solos o a que nos dejen solos». Y de nuevo: «La ausencia en la que las familias se dispersan, los vínculos se debilitan, las generaciones se oponen, las dependencias se convierten en cadenas»; la falta de «justicia que no responde a la noble vocación de la política de remover obstáculos para que todos puedan encontrar igualdad de oportunidades para realizarse, para dar forma a sus sueños, para sustentar su dignidad, con trabajo y un salario justo, para tener un hogar, para ser protegidos y cuidados en su fragilidad».
Superar la inercia para transfigurar la ciudad
Los corazones de muchos, continúa el cardenal, están agobiados por la falta de visión y pensamiento en una época en la que las pasiones se han entristecido, los juicios se han vuelto sumarios, la información ha perdido contacto con la búsqueda de la verdad y la cultura ya no tiene maestros creíbles. Sin mencionar la ausencia de paz en un mundo donde prevalece la lógica del más fuerte. Esta total falta de profecía "enmudece a Dios", enfatiza el arcipreste, instando a los fieles a oponerse a "toda inercia, para que podamos encontrar al Señor" y transfigurar "nuestra ciudad", en todos sus ámbitos "sociales y existenciales".
Reconocer a todos como hermanos
Que la llama de la esperanza permanezca encendida
La Puerta Santa
En la historia de los Jubileos, la Puerta Santa de la Basílica de Letrán, situada a la derecha del pórtico, fue la primera en abrirse, durante el Año Santo de 1423. Fue el Papa Martín V, enterrado ante el altar mayor, quien identificó el cruce de la Puerta como lo que desde entonces se ha convertido en el símbolo por excelencia de la peregrinación jubilar: atravesar el verdadero umbral, que es Cristo, para recibir el don de su gracia. La Puerta Santa actual fue creada por el escultor Floriano Bodini para el Jubileo del año 2000. La obra representa a la Virgen con el Niño, a Cristo Crucificado y el escudo de armas de San Juan Pablo II. La madre protege al Niño que se extiende hacia la Cruz, afirmando su eterna divinidad mediante el sacrificio.
https://youtu.be/Q6Fw2eHQYfI?si=xAstPv6tbx9H6TYv
BASILICA SANTA MARÍA LA MAYOR
Tras el cierre, el cardenal arcipreste, Rolandas Makrickas, instó a los fieles a abrirse a la escucha de la Palabra, a la acogida del prójimo y al perdón.
La esperanza es una luz que debe traducirse en oración y atención a los pobres para ser una Iglesia “con el Evangelio en las manos y el hermano en el corazón.
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