Pidamos al Señor, a Jesús, que nos ayude a poner en el centro de todo lo que somos y pensamos a un Dios que camina junto a nosotros. Un Dios que, en sus justas leyes, nos anima a no olvidarle y a marcarnos un sendero por el cual podamos llegar hasta El. ¿Lo intentamos?
Señor, hoy en este evangelio, me sorprende que seas tan admirado. Tienes algo íntimo, profundo, inefable, misterioso para aquellas personas de tu pueblo. Y me pregunto, ¿por qué hoy, en nuestra cristiana Europa, ya no eres admirado, ni tenido en cuenta, y, en algunos casos, eres rechazado? Tú, Señor, eres el mismo. Pero nosotros, tus seguidores, somos distintos. No te seguimos con interés, con entusiasmo, con alegría, con convencimiento. Ayúdanos a cambiar.
“Remar mar adentro ¿para ir a dónde? La respuesta es clara: para ir al encuentro del hombre, misterio insondable; y para ir as los hombres, océano ilimitado. Esto es posible en una iglesia misionera, capaz de hablar a la gente y, sobre todo, capaz de llegar al corazón del hombre porque allí, en ese lugar intimo y sagrado, se realiza el encuentro salvífico con Cristo”.
Siempre nos habían dicho que el camino para ir a Dios era el del sacrificio, el de la tristeza, el del ayuno, el de las penitencias.
Pero Tú, rompes con todo eso y nos dices que el camino para ir a Dios es el camino del amor. Y el amor es gozo, plenitud, realización, libertad. Gracias, Señor, por esta manera tan positiva, tan fascinante, tan cautivadora que tienes para hablarnos de Dios y de su Reino.
S
Si Dios es amor, todas las leyes que no sean vehículo o expresión del amor, están mal situadas. Donde el hombre pone leyes, Jesús pone amor. Y su testamento fue éste: “Amaos unos a otros como yo os he amado”
DOMINGO XXI
¿ME SALVARÉ, SEÑOR? Cuando pienso que sólo existe la puerta ancha y no la estrecha para entrar en tu cielo? Cuando creo que son los valores humanos o el simple hecho de ser bueno lo que me da llave de tu reino?
¿ME SALVARÉ, SEÑOR? Cuando pretendo someterte a mis caprichos y digo, para tranquilizar mi conciencia, que Tú eres grande y bueno? Cuando te olvido de palabra y de obra y me digo: "Dios me comprende.
Lo malo, Señor, es que a veces pienso poco o nada en salvarme. Voy a lo mío y pensando que soy aquí eterno Dejando de lado una gran realidad: lo que hago o no hago, expreso no silencio...tendrá mucho que ver a la hora de que se abran las puertas de tu empíreo santo. Salvarme o no salvarme, lo sé muy bien, es cosa tuya. Pero no está de más el que lo piense de vez en cuando. No todo vale.
La ausencia de Dios en muchas vidas es frecuente en esta época Señor a pesar que nos convocas diariamente a celebrar la Eucaristía y somos tu pueblo.
Yo necesito ese encuentro diario para hacer siempre el bien a alguien y desearle el bien pero para eso necesito Señor un corazón grande como el tuyo
Solo tu Señor sabes si me salvarse pero cada día intento superarme para que el día que me llame este preparada.
D
El mensaje de Jesús sorprende a todos. Los pecadores se llenan de alegría al oírle hablar de la bondad insondable de Dios: también ellos pueden esperar la salvación.
Para acoger la salvación de Dios es necesario esforzarnos, luchar, imitar al Padre, confiar en su perdón.
L
El último día no se nos va examinar por el diezmo de la yerbabuena y la ruda, una minucia que fácilmente puede pasarse por alto, sino por el amor de Dios que hayamos sabido transmitir a los demás. La medida de la libertad es el amor, y ciertamente el amor de Dios.
M
Vivían de apariencias, es decir, del cuento. Y eso les iba bien. Pero Tú no lo podías soportar.
Dame fuerza Señor para comprender que tu vida era limpia, coherente, llena de transparencia.
Tus discípulos podían contemplar cada día la verdad de tus labios como se contempla la belleza de una montaña nevada. No quiero, Señor, limitarme a decir verdades. Quiero ser “verdad”.
X
Nada te molesta tanto como una vida apoyada en la mentira. Dame tu gracia para vivir sin doblez, para ser lo que soy, para vivir en íntima coherencia entre lo que vivo y lo que hago. Que mi mejor predicación sea la vida misma.
J
Tal vez nos dé miedo lo del ladrón en la noche. Oigamos esta bonita interpretación de Dolores Aleixandre: “Lo mismo que un ladrón viene en busca de algo valioso y se las arregla para encontrar el momento más oportuno, también Dios vendrá a buscarnos como quien se apodera de un tesoro, porque eso somos para Él. Y vendrá a buscarnos en el mejor momento”.
V
S
Lo importante es estar contentos con lo que Dios nos ha dado a cada uno sin tener envidia de nadie.
DMINGO XX
Te dejaré entrar hasta las alcobas más íntimas. No te retendré en el umbral. Despojado de todo, excepto de mi deseo por ti, te esperaré despierto, arado, desnudo, limpio, enamorado… Sólo quiero la brisa de tu presencia y el abrazo de tu amor.
l
Señor, yo quiero estar siempre contigo: con un horizonte abierto al infinito, con una felicidad completa, esa que sólo Tú me puedes dar.
M
Te pido en este día que Tú siempre seas para mí mi riqueza, mi tesoro, mi perla fina, la persona de la que siempre me puedo fiar. Estando contigo, pierdo todos los miedos.
X
Señor, no sé por qué esta parábola de los viñadores siempre me ha encantado. Nunca se me ha ocurrido pensar en la injusticia que se cometía al dar a los últimos lo mismo que a los primeros. Los últimos no han podido trabajar y tienen también derecho a comer. Señor, en vez de decir “esto es injusto”, me quedo con esto: ¡Qué Padre tan maravilloso! ¡Quiere que todos sus hijos coman! ¡Gracias, Señor!
J
esta parábola me da alegría y esperanza. Tú invitas a un banquete de bodas. Los cristianos, Señor, sabemos trabajar contigo, sufrir contigo, pero no hemos aprendido a disfrutar contigo. Hoy nos invitas a la alegría y a la fiesta. ¡Gracias, Señor!
V
Jesús traza una cruz, el astil sirve para proyectar el amor que proviene de Dios y que a él le devolvemos; el travesaño figura el amor que abarca a los hermanos, a todos; y la cruceta es donde estás tú, donde tienes que saber amarte para poder trasvasar luego ese amor a Dios y al prójimo.
S
Todos vamos embarcados en la misma nave y debemos ayudarnos unos a otros para llegar, felizmente, a la casa del Padre.. La autoridad no puede ser un medio para buscar el propio interés, sino un instrumento para servir a los hermanos. La comunidad cristiana no se funda en títulos y en honores, sino en la fraternidad, que nace del hecho de tener un Padre común y seguir a Jesús.
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