DMINGO XX
Te dejaré entrar hasta las alcobas más íntimas. No te retendré en el umbral. Despojado de todo, excepto de mi deseo por ti, te esperaré despierto, arado, desnudo, limpio, enamorado… Sólo quiero la brisa de tu presencia y el abrazo de tu amor.
l
Señor, yo quiero estar siempre contigo: con un horizonte abierto al infinito, con una felicidad completa, esa que sólo Tú me puedes dar.
M
Te pido en este día que Tú siempre seas para mí mi riqueza, mi tesoro, mi perla fina, la persona de la que siempre me puedo fiar. Estando contigo, pierdo todos los miedos.
X
Señor, no sé por qué esta parábola de los viñadores siempre me ha encantado. Nunca se me ha ocurrido pensar en la injusticia que se cometía al dar a los últimos lo mismo que a los primeros. Los últimos no han podido trabajar y tienen también derecho a comer. Señor, en vez de decir “esto es injusto”, me quedo con esto: ¡Qué Padre tan maravilloso! ¡Quiere que todos sus hijos coman! ¡Gracias, Señor!
J
esta parábola me da alegría y esperanza. Tú invitas a un banquete de bodas. Los cristianos, Señor, sabemos trabajar contigo, sufrir contigo, pero no hemos aprendido a disfrutar contigo. Hoy nos invitas a la alegría y a la fiesta. ¡Gracias, Señor!
V
Jesús traza una cruz, el astil sirve para proyectar el amor que proviene de Dios y que a él le devolvemos; el travesaño figura el amor que abarca a los hermanos, a todos; y la cruceta es donde estás tú, donde tienes que saber amarte para poder trasvasar luego ese amor a Dios y al prójimo.
S
Todos vamos embarcados en la misma nave y debemos ayudarnos unos a otros para llegar, felizmente, a la casa del Padre.. La autoridad no puede ser un medio para buscar el propio interés, sino un instrumento para servir a los hermanos. La comunidad cristiana no se funda en títulos y en honores, sino en la fraternidad, que nace del hecho de tener un Padre común y seguir a Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario