SABADO
La cercanía de Jesús con los niños es una de las estampas más bellas del Evangelio. Los niños, con los ojos bien abiertos, van descubriendo la vida con sorpresa, con admiración.
Vemos en primer plano a Jesús y sus discípulos. Están serios porque están hablando sobre el matrimonio, y el divorcio y el celibato; los discípulos no están de acuerdo con Jesús. En segundo plano vemos a unas mamás que empujan a sus niños para que se acerquen a Jesús y les bendiga. Lucas (18, 15) dice que los niños eran pequeños. Las mamás no son mencionadas por ningún evangelista, pero tienen que estar ahí.
según san Mateo 19,13-15
En aquel tiempo, le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orase, pero los discípulos los regañaban.
Es necesario hacerse como niños para recibir el Reino de Dios con sencillez, como un regalo gratuito. Como los discípulos no entienden todavía esto, todos a una regañan a aquellas mamás. Para ellos los asuntos del Reino son cosa seria; no son cosa de niños o de mamás.
Jesús dijo: «Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos». Les impuso las manos y se marchó de allí.
Nos compete a los adultos, llevar al encuentro con el Señor, a los niños, a los más jóvenes. Somos responsables de ayudar a cultivar en los niños la fe de su Bautismo, de irlos acercando al amor de Jesucristo, de presentarlos a la Virgen, de que aprendan a dirigirse a su Padre celestial, que se sepan cuidados por su Ángel de la Guarda, que sientan sobre sus cabezas las manos del Señor, bendiciéndolos.
VIERNES
Las lecturas de este día de la Asunción de María presentan la victoria del plan de salvación de Dios y de su reino.
según san Lucas 1, 39-56
JUEVES
“ ¿Cuántas veces tengo que perdonar? ”
El perdón humano, el que nos ofrecemos unos a otros sinceramente, es limitado. Pedro hace la pregunta en línea con la mentalidad judía de aquella época, donde cada escuela rabínica establecía una tarifa para perdonar la ofensa del prójimo. Había rabinos que llamaban a perdonar varias veces, por eso el número siete le parece al apóstol un número suficientemente elevado de reconciliaciones
según san Mateo 18, 21-19, 1
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Pero Jesús le responde con una abrumadora desproporción que son esos setenta veces siete inconcebible para un pueblo legalista que vivía con una medida retributiva para cada cosa, también los agravios de los hermanos.
Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos.
El Señor está introduciendo a su grupo de seguidores en la misericordia del Padre, que es infinita e inagotable.
Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo". Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda.
Pero, al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes".
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré".
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido.
Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?".
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano». Cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.
Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
MIERCOLES
“ Acompañar a quien se equivoca, para que no se pierda ”
según san Mateo18,15-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos.
Qué difícil la corrección fraterna de la que habla aquí el Señor. Precisa, como requisito indispensable, dejar de lado la hipocresía y la apariencia
Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.
Jesús la plantea en tres estadíos: la corrección fraterna cara a cara, con testigos para acreditar la corrección, y ante la gran asamblea como último recurso.
Todavía queda un paso más en el que el réprobo es expulsado de la comunidad para que, en la soledad de su destierro, madure y reaccione.
En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos.
Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
Señor, te doy gracias por tu gran generosidad frente a nuestra flaqueza. Tú sabías lo difícil que es para nosotros la “convivencia”. Por eso nos dejaste tu presencia a la hora de rezar juntos. “Yo estoy en medio”. Si Tú estás en medio de nosotros, nuestra oración será auténtica.
MARTES
“ Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños ”
Para entrar en el Reino de los cielos, hace falta un pasaporte: ser pequeño. Ésta es la identidad que nos distingue delante de Dios; la virtud que más nos acerca a Él.
LUNES
LUNES
Lo matarán, pero resucitará
según san Mateo (17,22-27):
En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: «Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día.»
Ellos se pusieron muy tristes.
Jesús les anuncia la Pasión a los suyos, los introduce en el misterio de su Resurrección gloriosa tras la Muerte redentora, pero la única reacción que anota el evangelista es un sentimiento de tristeza.
Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?» Contestó: «Sí.»
Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?»
Contestó: «A los extraños.» Jesús le dijo: «Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata.
Cógela y págales por mí y por ti.»
También nosotros somos esclavos, en muchas ocasiones, de las emociones, apegados a los sentimientos que experimentamos en presencia de Dios.
DOMINGO
“ No temas, pequeño rebaño ”
según San Lucas 12, 32-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.
hoy, el Evangelio nos recuerda y nos exige que estemos en actitud de vigilia «porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre» (Lc 12,40). Hay que vigilar siempre, debemos vivir en tensión, “desinstalados”, somos peregrinos en un mundo que pasa, nuestra verdadera patria la tenemos en el cielo.
Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla.
Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Saberse en posesión de un tesoro, proporciona unas energías tan fuertes que esa persona es incapaz de vivir adormilada.
Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.
Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.
Según la mentalidad del mundo: ¡tanto tienes, tanto vales! Las personas son valoradas por el dinero que poseen, por su clase y categoría social, por su prestigio, por su poder. ¡Todo eso, a los ojos de Dios, no vale nada!
Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.
Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Con el Evangelio de hoy Jesús intenta avisarnos del peligro que todos corremos de amodorrarnos; quiere que nunc abajemos la guardia. Para ello recurre a tres parábolas: la del esposo, la del ladrón y la del amo. Para que nunca nos adormilemos es necesario poner atención a los pequeños detalles de cada día. Quizá son cosas que nadie tiene en cuenta, como tantos pequeños y escondidos actos de servicio con los que facilitamos la buena convivencia.
Pedro le dijo: «Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».
Y el Señor dijo: «¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?
Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.
El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos.
Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».
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