En contra de lo que nos imaginamos, no somos nosotros los que buscamos a Dios; Él es el primero en buscarnos.
No hemos sido hecho para amar a Dios, aunque también, sino para que Dios pueda amarnos.
¡Somos buscados por alguien!
Ése es el secreto de nuestra fe y de nuestra felicidad: "Zaqueo baja, hoy me quedo yo en tu casa". Zaqueo quería ver y lo que se le reveló fue la herida de Dios: su amor a los hombres.
Zaqueo no había pedido nada y fue Dios mismo el que le suplicó: "quiero hospedarme en tu casa" ¿Estaremos a la altura de tan singular huésped?
¡Paz y Bien!
«Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»
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