SEMANA XXXIII
¡VIVIRE CADA DIA, SEÑOR! Como si fuera el primero, y a la vez, el último de mi existencia. Dándote gracias, por lo mucho que me das, y soportando, las pequeñas cruces que –grandes o diminutas- caen sobre mi hombro Sentiré cada día, Señor tu fuerza que me empuja y me levanta tu poder que es más grande que toda mi debilidad tu presencia, que me garantiza un futuro Señor un día más para hacer el bien
¡VIVIRE CADA DÍA, SEÑOR! Sabiendo que, al final, y como buen final me aguardas y me esperas Tú
Benedicto XVI nos hablaba de conversión yo Señor vivía entre tantas prisas y tantos ruidos que no escuchaba pero, Tu desde que nací me amas, y aquel 11 de agosto clavada en mi cruz de cemento mientras el mundo se tambaleaba yo te sentí cerca de mi y ya sin prisas ni ruido entraste de lleno en mi vida.
Los creyentes estamos llamados a vivir una vida en plenitud y el secreto para la vida en plenitud es la confianza; confianza que nace de la fe.
L
Señor como al ciego de Jerico me dice: que quieres que haga por ti?
No permitas que te pida lo que menos me convenga. pero si que me des aquello que tal vez sea lo que mas necesito. Ver con los ojos del corazón para amar, ver con los ojos del alma para sentir tu presencia, ver con los ojos de católica para saber discernir entre lo bueno y lo malo.
M
Hoy quiero hospedarme en tu casa.
No me has preguntado Señor, quieres entrar en mi casa, ahora entiendo, me creaste para amarme y así me demuestras que mi amor por Ti está por detrás de Tu amor.
Soy importante pero, estoy preparado para que entres en mi casa?
X
Señor si me has dados varios talentos que yo te devuelva el doble y que nunca yo los guarde y si que los haga crecer.
No puedo esconder nuestra fe y nuestra pertenencia a Cristo, a no sepultar la Palabra del Evangelio, sino a hacerla circular en nuestra vida. Este mundo quiere que yo pase de Ti Señor por eso te pido que no me acostumbre a vivir lejos de Ti y siempre siempre viva contigo y en Ti.
Que Santa Isabel de Hungría, que acogió a Dios en su corazón y entregó todos sus talentos, toda su vida al servicio de los más necesitado me ayude.
J
Lloras Señor, tu pueblo no acepta la paz que trae tu amor. Tu Señor, un Dios enamorado que sólo quieres vernos felices. Que nada ni nadie me separe de tu amor.
V
Tu casa Señor es mi alma. Quiero tenerla todo lo mejor que pueda para Ti. La pondré a punto con la luz de la verdad y con el calor del amor y estaré alera para que en tu casa, mi alma , no entre el mal, la mentira, la tristeza y la amargura.
Quizas por algún motivo estoy de bajon por lo que tengo que salir adelante con la fuerza de la fe para que en mi templo no falte el amor y la esperanza.
S
Estoy viva Señor porque estoy unida a Dios y participo de su amor, un amor Señor que no se puede explicar solo se puede experimentar.
Me quedo contigo y serás mi vida para siempre.
SEMANA XXXII
TE DARE DE LO POCO, SEÑOR
De mi tiempo, para anunciar el evangelio y así, muchos, de los que me rodean, encuentren en Ti su tesoro y su horizonte. De mi riqueza personal, de mi dinero y mis talentos, mi silencio, mi trabajo y mi esfuerzo. Mi oración, a veces con prisas y mi confianza más en Ti que en este mundo.
TE DARE DE LO POCO, SEÑOR. sabiendo que tus ojos están puestos en mi
Y eso es lo que hemos de hacer quienes seguimos a Jesús: darnos a los demás como Él se nos da. Y hacerlo con la mayor sencillez, sin pregonarlo; como la viuda.
Saber hablar, actuar y ofrecer desde el corazón. Mi caridad no puede ser apariencia es dar y ofrecer con el corazón.
L
Para perdonar Señor es necesario tener mucha fe yo, al igual que los discípulos te digo.... que aumentes mi fe, una pizca, para afrontar mi vida sabiendo que cuento con tu presencia, tu amor y la misericordia de Dios.
Colocándote en medio a Ti Señor, el odio se convertirá en amor. Aumenta mi fe y llevame a Ti.
M
Demos gracias a Dios por esta Iglesia nuestra que después de tantos siglos sigue en marcha, sin duda es un misterio de fe que a pesar de contar con tantos fallos humanos, pesa más la vida sencilla, sincera y entregada a las necesidades de los demás de tantos hermanos que nuestros pecados.
X
Que no sea como los leprosos desagradecido. Que te de gracias Señor por todo ya que todo lo he recibido de Ti. También por lo malo incluido mi accidente, estaba en tus planes, pero Tu me miras como una madre
Como el leproso samaritano; vivir, como María de Nazaret, en un ininterrumpido Magnificat. Alabar y agradecer es lo primero para quienes, por fe, entendemos un poco de qué va la cosa.
J
Entramos en la plenitud del Reino de Dios cuando abrimos de par en par las puertas del corazón al Dios Amor. Así nos lo dice una mística: Déjate amar. Él te ama así, tal como eres. No temas, confía, pues nada se antepone al amor de Dios para contigo, ni tus propios pecados (Santa Isabel de la Trinidad).
Gracias Señor por porque Tu me ayudas a descubrir tu Reino cada día.
V
Señor, mi alma siempre esté encendida y nunca me falte el fervor, vigor y el amor hacia Ti
Nunca acepte el todo vale ya que entonces en mi corazón faltará el amor y en mi alma la fe y seré necio por ignorar te.
S
Señor tengo fe y estoy convencida de que Tu amor está por encima de todo. Sabes lo que necesito sin que yo te lo pida porque yo no te he elegido, me has elegido Tu.
cardenal Van Thuan, estando en prisión, teniendo todo el tiempo del mundo, descubrió, -así nos lo narra-: “Que el Señor no quiere mis cosas, me quiere a mí”.
SEMANA XXXI
QUIERO VIVIR COMO TI DICES Y VIVES.
Esperas de mi: Que anuncie Tu Reino siendo sal y luz. Con tu fuerza, Señor, y en tu Palabra
que viva con el fervor de tus discípulos
con la sencillez de María. Señor, que no viva de espaldas a tu Verdad:
que mi “sí” a tu voluntad,
se manifieste en un compromiso sincero
por un mundo mejor. Proclamando la bondad de Dios
en un mundo egoísta
y mostrando, con tus heridas y tu cruz.
que viva con el fervor de tus discípulos
con la sencillez de María. Señor, que no viva de espaldas a tu Verdad:
que mi “sí” a tu voluntad,
se manifieste en un compromiso sincero
por un mundo mejor. Proclamando la bondad de Dios
en un mundo egoísta
y mostrando, con tus heridas y tu cruz.
Que en mi puesto en esta vida me preocupe de ser luz para mis hermanos, mi testimonio mi ayuda y mi vida.
Que en mi vida, Señor, mi caminar sea por el camino de mi doble amor: que en mi arda el amor a Dios y así desde ese amor poder amar de verdad a mis hermanos.
L
Un Dios que tanto nos ama, no espera a que seamos felices sólo después de la muerte. Quiere que seamos felices ya en este mundo, y ya desde aquí, anticipemos la felicidad que nos espera. La causa de nuestra felicidad es que Dios está de nuestra parte.
Los pobres pueden ser felices no porque carecen de medios sino porque tienen en su corazón
Si estas en mi corazón Dios mío soy rico.
Y cuando Dios está en el corazón, cambia la vida de las personas: se pone la alegría no en acumular sino en compartir; no en dominar sino en servir; no en ser más importante sino en hacerse humilde, imitando así a Jesús que, cuando pronunciaba las bienaventuranzas, estaba expresando lo que Él estaba viviendo por dentro.
M
Allí donde está Cristo está la vida. Donde Jesús mora viven la esperanza y la alegría. Con Él se acabaron las tinieblas y se abrió paso la luz.
Solo nos pides vivir los acontecimientos de la vida, grandes y pequeños, conscientes de estar siendo moldeados como el barro en manos del alfarero. Él solamente nos pide que nos abandonemos a Él con total confianza.
X
Quiero Señor, seguirte y renunciar a mi yo, yo.... Cargando con mi cruz y abrazarla. Exigente pero esas exigencias están revestidas de tanto amor que su consecuencia es la entrega al hermano de palabra y obra. Lo intentaré Señor.
J
Señor, lo más grande de mí vida, siendo pecadora y Tu me amas, sales a mi encuentro una y mil veces.
Desde que Jesús salió a nuestro encuentro, desde que nos cautivó con su amor, “Cristo me amó y se entregó por mi”, desde que respondimos afirmativamente a su llamada a seguirle, nuestra vida quedó vinculada para siempre a Jesús. “Si vivimos, vivimos para el Señor, si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor”.
V
Señor, mi gran pecado es la rutina, la pereza, el poco entusiasmo que pongo en tus cosas, mi falta de creatividad, mi tendencia a lo fácil, a lo que siempre se ha hecho, aunque ahora ya no sirva para nada.
Que sepa actuar con astucia para que el mensaje del Evangelio vaya calando cada vez más en más gente.
S
La riqueza se convierte en un amo cruel que me esclaviza y me avasalla, hasta el punto de quitarme libertad para optar por Ti. Lléname de tu amor, ese amor maravilloso que me deja libre para amarte a Ti y amar a los demás. Señor, sé Tú la verdadera riqueza de mi vida y desaparecerá en mí el deseo del dinero y de los bienes de este mundo.
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