La parroquial de la Asunción de Nuestra Señora de Utebo nos ofrece un muy interesante binomio de elementos mudéjares en su torre e iglesia.
La monumentalidad de la primera ha relegado casi al olvido a la fábrica del templo que en la mayoría de ocasiones ni se cita, a pesar de ser un magnífico exponente de la arquitectura mudéjar que se da en la ribera del Ebro a principios del siglo XVI.
La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Utebo (Provincia de Zaragoza, España)
El templo consta fundamentalmente de dos etapas constructivas bien diferenciadas, una mudéjar y otra barroca es una construcción de estilo gótico-mudéjar con elementos barrocos, construida en el siglo XVI y ampliada en el siglo XVIII.
De la parte mudéjar se conserva la nave de tres tramos con capillas entre los contrafuertes
Parece ser que antes que el mudéjar hubo otro templo del que no conocemos ningún dato.
La primera noticia documental sobre la iglesia actual procede de su Archivo Parroquial. En una hoja suelta entre las páginas correspondientes al año 1710 del Libro de Primicias, al parecer redactada por el párroco del momento, se señala que se comenzó la obra en 1510, realizándose la cabecera y el tramo contiguo a ella con un coste de siete mil sueldos: “comencose de obrar la yglesia del lugar de Utebo siendo promiciero el Señor Iban Coscon en el anyo mil y quinientos y diez y costo la cabecera y el cruzero siete mil sueldos y el secondo cruzero con las capillas cinco mil sueldos y el tercer cruzero con el portegado y canbras siete mil y dozientos sueldos acabose la yglesia de obrar en el anyo de mil y quinientos y beinte y uno”
EXTERIOR
queda enmascarada por la reforma barroca y por construcciones anexas. No obstante, en la parte superior, que es la que queda visible además del muro del hastial junto a la torre, se pueden ver los escasos elementos decorativos en ladrillo resaltado que se aplicaron.
La monumental obra barroca ocupa la cabecera del templo. Se trata de un gran espacio cuadrado en cuyo interior se inscribe una planta de cruz griega, con crucero y testero rectos. A la misma época se adscribe el pórtico de entrada, de sabor herreriano y conformado por dos pisos. El inferior con arco de medio punto flanqueado por sendas pilastras que sustentan un entablamento de cierto vuelo con frisos de ladrillo aplantillado que da paso al cuerpo superior, cuyo motivo principal es una hornacina avenerada que alberga una imagen de la Virgen.
Su torre es uno de los elementos más emblemáticos del mudéjar aragonés, testimonio de la pervivencia y pujanza de este estilo. Esta iglesia posee una reproducción en pequeña escala en el Pueblo Español de Barcelona.
Se trata de una construcción de 1544 realizada totalmente en ladrillo asentado con yeso, como es habitual en la arquitectura del valle del Ebro aragonés.
La iglesia presenta dos partes diferenciadas de distintas épocas.
El exterior presenta muros de ladrillo rematados por una potente cornisa de este material. El acceso se encuentra en el tramo de los pies de la nave de la epístola con arco de medio punto entre pilastras y hornacina bajo arco de medio punto y frontón curvo.
La torre
Junto al tramo de los pies de la fachada sur de la iglesia se levanta la torre. De estructura mixta, para Gonzalo Borrás viene a significar el “canto del cisne” del arte mudéjar aragonés. Ya en 1924, Juan Moneva y Pujol en un artículo publicado el 11 de julio en el Heraldo de Aragón la llamaba “El campanar del los espejos”, apelativo que, aún hoy enb día, se le aplica con frecuencia.
Frente a la sensación de pesadez y robustez que transmite el cuerpo cuadrado de la torre, el octogonal aparece mucho más ligero y esbelto.
Interior
la parte mudéjar conservada corresponde con los tres tramos de la nave con capillas laterales entre los contrafuertes en los dos primeros tramos, capillas que abren a la nave central en amplios arcos apuntados.
El último tramo lo ocupa un coro alto de nueva construcción que vino a sustituir a otros dos. El que podría ser original se derrumbó en 1948, rehaciéndose más tarde. En 1966 se demolió por su estado ruinoso a la vez que se sustituyó todo el pavimento del templo. El actual data de época moderna.
Tanto los tramos de la nave como las capillas laterales se cubren con bóvedas de crucería simple de nervios de triple bocel que apean en los muros a media altura sobre ménsulas que parece ser se decoraban con motivos calados de los que actualmente solamente se conservan las correspondientes al muro de los pies, perfectamente apreciables desde el coro alto. Las claves no presentan más decoración que unos sencillos círculos concéntricos que, en la del último tramo se completa con un pequeño botón central.
Entre los contrafuertes, que refuerzan los arcos perpiaños, se abren por medio de arcos apuntados capillas de poca profundidad cubiertas con bóvedas de crucería sencilla.
Toda la parte de la iglesia mudéjar, incluidas capillas laterales, está cubierta en su parte baja por un arrimadero de cerámica de arista.
Repuesta en época reciente, únicamente se conserva original un pequeño resto en el primer tramo del Evangelio. La temática de esta azulejería es la propia del siglo XVI: capullos, un grifo que con el motivo floral siguiente y otro afrontado en el extremo contrario forman una composición muy utilizada en la época y el que combina un diseño vegetal de ocho puntas central inscrito en un motivo mixtilíneo.
La cabecera es precisamente la parte que fue derribada para levantar en su lugar la actual de estilo barroco.
En época posterior se amplía el templo hacia la cabecera, ya con estilo barroco mediante un crucero con cúpula ciega sobre pechinas y presbiterio y brazos con bóveda de cañón con lunetos.
La cabecera mudéjar fue sustituida por una cabecera barroca, realizada entre 1777 y 1797 por Matheo Jorge Mayor y Matheo Jorge Menor, maestros de obras zaragozanos.
Se trata de un espacio cuadrado en cuyo interior se inscribe una planta de cruz griega con crucero y testero rectos.
La decoración es sobria: pilastras acanaladas con capiteles corintios, arquitrabe, friso o dentículos. La iluminación se realiza por óculos.
En cuanto a las esculturas, lo más importante es el gran retablo mayor, de planta retranqueada. Es de madera dorada, con abundante decoración vegetal, de estilo barroco-rococó.
Por último, hacer referencia al cuadro que ocupa el centro del muro de los pies en el coro alto. Representa a la Sagrada Familia con Santa Ana y San Joaquín, y parece obra de estilo renacentista, tal vez del mismo siglo XVI.
Se ilumina a través de óculos abiertos en la parte superior de los muros y de las capillas laterales, estos últimos más pequeños, que cierran con yeserías caladas. Actualmente se conservan originales los dos del tercer tramo de la nave y otros tres de las citadas capillas.
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