YA ES SEMANA SANTA

YA ES SEMANA SANTA
Ver pinchando la imagen

Páginas

sábado, 12 de junio de 2021

CORPUS CHRISTI Y X SEMANA DEL TIEMPO PRDINARIO

SÁBADO

“ Su madre conservaba todo esto en su corazón ”


Unida a la festividad del Corazón de Jesús celebramos hoy la festividad de su madre, el corazón de María. Ella, bajo el titulo de su corazón, nos muestra que la vida cristiana es vivir una relación de acogida, confianza y entrega al Dios vivo, es una adhesión personal a Cristo. No tuvo más corazón ni más vida que la de Jesús.


según san Lucas 2, 41-51

 Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedo en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. 

El corazón de María ya era de Dios aún antes de la Anunciación. A través del corazón de la madre es el camino más seguro y más rápido para llegar a Jesús. Venerar el corazón de María es venerar a nuestra madre que esta llena del Espíritu Santo, llena de gracia, y siempre pura ante Dios, su corazón siempre esta lleno de amor por sus hijos, venerar su corazón que guardaba todas las cosas de Dios en su corazón y que nos ayuda a sanar y consagrar a Dios nuestro propio corazón.

Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.

 Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. 

Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados». 

Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la cosas de mi Padre?». 

Pero ellos no comprendieron lo que le dijo. Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. 

Guardar en el corazón es guardar en lo más profundo del alma, en lo más íntimo que uno tiene. María guardaba las palabras, los gestos, las acciones de Jesús, en su corazón y allí las conservaba como un gran tesoro. Meditaba en ellos una y otra vez. Los repasaba uno a uno, hasta en sus detalles más pequeños, con todo el amor de que era capaz; así, poco a poco, ese amor se hacía más grande, más hondo, más intenso. Los guardaba en su corazón, los meditaba en silencio, oraba, creía.

Su madre conservaba todo esto en su corazón.



Hoy es sábado, día de especial consagración a la Santísima Virgen, aprendamos en la escuela de María y digámosle: ¡Llévanos a Jesús, llévanos hasta las profundidades de su Corazón adorable! ¡Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros!

VIERNES

“ Mirarán al que atravesaron ”


Celebramos hoy una solemnidad del Señor: el Sagrado Corazón de Jesús. Celebrar el Corazón Jesús es celebrar la redención.

Es celebrar el amor y responder al amor amando. “El corazón habla al corazón” decía S. Juan Pablo II, en referencia a la devoción al Corazón de Jesús. Hoy, en el viernes de la octava del Corpus Christi, nos acercamos a lo más central de Jesús: su voluntad, su esencia, su poder, su pensamiento, su sensibilidad. ¡Cuántas cosas! ¡Pero cuántas, reflejan y simbolizan el Corazón de Jesús!

La festividad del Corazón de Jesús nos lleva inmediatamente al encuentro con Dios. El sístole y el diástole de Jesucristo fue el cumplir la voluntad de Dios y hacerla visible a los hombres. Y, por ello mismo, entrar en el Corazón de Jesús es adentrarse en el Misterio de la Trinidad; es ponerse en las manos de Dios; es saber que, Dios, habita y actúa en Cristo.según san Juan 19, 31-37

 Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran.

En el corazón del Redentor adoramos el amor de Dios a la humanidad, su voluntad de salvación universal, su infinita misericordia” –palabras del Papa emérito, Benedicto XVI, dichas en el ángelus del 5 de junio de 2005-, el corazón es la imagen más divina, la más certera y límpida, de lo que Jesús fue y pretendió: amor que se partía, amor que obedecía, amor que se humillaba, amor dado hasta la saciedad.

 Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. 

La festividad del Corazón de Jesús nos lleva inmediatamente al encuentro con Dios. El sístole y el diástole de Jesucristo fue el cumplir la voluntad de Dios y hacerla visible a los hombres. Y, por ello mismo, entrar en el Corazón de Jesús es adentrarse en el Misterio de la Trinidad; es ponerse en las manos de Dios; es saber que, Dios, habita y actúa en Cristo.

El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. 

Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que traspasaron»


El Corazón de Jesús es el corazón de Dios que ama. El Corazón de Jesús es fuente y expresión de su infinito amor por cada hombre. Él nos busca a cada uno. El Corazón de Jesús es un camino que nos lleva al encuentro con el Padre.

 El Corazón de Jesús nos empuja a amar con locura a Aquel que tanto El amó: Dios. Decir la jaculatoria: “Corazón de Jesús en Ti confío” es saber que, Jesús, nos lleva hacia el Padre. Es comprender que sus miradas, afectos, deseos, pasión y vida, estuvieron totalmente capitalizadas y orientadas desde Dios.

 JUEVES

“ Vete primero a reconciliarte con tu hermano ”



La lectura evangélica que nos propone la liturgia para hoy (Mt 5,20-26), nos reitera la primacía del amor y la disposición interior sobre el formalismo ritual y el cumplimento exterior de la Ley que practicaban los escribas y fariseos: “Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”. Para demostrar su punto Jesús nos propone dos ejemplos.

Según san Mateo 5, 20-26

 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si nuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. 

Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será reo de juicio. 

Esta sentencia de Jesús es un ejemplo de cómo Jesús no vino a abolir la Ley, sino a darle “plenitud”, tal y como leíamos en el relato evangélico de ayer (Mt 5,17-19). 

La ley de Moisés prohibía matar, una prescripción importante para la convivencia humana, un paso firme hacia la no-violencia (lo mismo que prohíben los códigos penales en nuestra sociedad actual). Pero se limitaba al acto, no iba a la raíz del problema.

Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena de la “gehenna” del fuego. 

Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. 

El segundo ejemplo, prácticamente una consecuencia del primero, nos remite a nuestra relación con Dios: “si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda”.

Con el que te pone pleito, procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. 

En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo».

Señor, ayúdame a ser agente de reconciliación fraterna, comenzando con mis propias relaciones, para que pueda ofrecerme yo mismo como hostia viva agradable a Ti.


MIÉRCOLES

“ No he venido a abolir, sino a dar plenitud ”




según san Mateo 5, 17-19


 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. 

En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. 

El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. 

Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».



MARTES

“ Sois la luz del mundo ”

Jesús utiliza imágenes, situaciones, gestos, que les son familiares a la gente, para transmitir la realidad invisible del Reino. Probablemente ha visto a su propia madre en muchas ocasiones utilizar una roca de sal para sazonar la sopa, o traer un candil al caer la noche para iluminar la habitación en que se encontraban. 

Él echa mano de esas imágenes sencillas, domésticas, familiares, para enseñarnos la actitud que debemos tener respecto a la Palabra de Dios que recibimos.

según san Mateo 5, 13-16 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?

 “sal del mundo” nos hace preguntarnos, ¿cómo puede volverse sosa la sal? En la antigüedad, la sal se usaba en unas rocas (cristales) que se sumergían en los alimentos y se sacaban una vez sazonados, para volverse a usar, hasta que la roca se tornaba insípida. Entonces se descartaba.

 No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. 

Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.

Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo”

 Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.

 Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».




Nos toca ser luz en el camino. No somos la luz, pero en nuestras manos, la llevamos . No somos la sal, pero con nuestras  obras, posemos salvar muchas situaciones de la vida.


 LUNES

“ Bienaventurados los pobres de espíritu ”



según san Mateo 5,1-12

 En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca les enseñaba diciendo:

 «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos , porque ellos heredarán la tierra.

 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. 

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. 

Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier moco por mi causa.

 Hemos dicho en otras ocasiones que podemos comenzar a vivir nuestro cielo en la tierra. ¿Cómo?, Jesús nos da la “receta” en las Bienaventuranzas. Y si quisiéramos resumirlas podemos hacerlo en una sola palabra: Amor. “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él” (Jn 14,21).

Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros».



CORPUS CHRISTI

“ Mi Cuerpo…mi Sangre: ¡tomad! ”


según San Marcos 14, 12-16. 22-26 

El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?»

 Él envió a dos discípulos, diciéndoles: «ld a la ciudad, os saldrá al paso un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño:

 "El Maestro pregunta: ¿Cuál es la habitación donde voy a comer la Pascua con mis discípulos?"

 Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, acondicionada y dispuesta. Preparádnosla allí»

La lectura evangélica nos narra la versión de Marcos (14,12-16.22-26) de la institución del sacramento de la Eucaristía que Jesús nos dejó como memorial de ese sacrificio, con cuya sangre compró para nosotros la salvación, la vida eterna: “Mientras comían. Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: ‘Tomad, esto es mi cuerpo’. Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo: ‘Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos’”.

 Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la Pascua. 

Mientras comían, tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo.» 

Después, tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron. Y les dijo: «Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos.

Éste del Cuerpo de Cristo es uno de los misterios más hondos de nuestra fe y para descubrirlo es preciso ahondar, pasar barreras tras barreras, ir cada vez más adentro. Y después salir y mirar de nuevo la vida quizás con otros ojos

 En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios».

Y conseguido traspasar esta barrera queda otras muchas, por ejemplo la de los signos. Los signos aquí son pan y vino, y están para ayudarnos a comprender una verdad más profunda: Un cuerpo que se entrega y una sangre que se derrama.

 Después de cantar el himno, salieron para el monte de los Olivos.



Hoy Jesús nos invita a participar de ese sacrificio, único y eterno, ofrecido para nuestra salvación, comiendo su cuerpo y bebiendo su sangre, “pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga” (1 Cor 11,26). El Señor ha dispuesto la mesa y te extiende una invitación. ¿Aceptas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario