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viernes, 22 de julio de 2022

MARIA DE MAGDALA

+22 DE JULIO: SANTA MARÍA MAGDALENA 

Fiesta de Santa María Magdalena que, liberada por el Señor de siete demonios y convertida en su discípula, le siguió hasta el monte Calvario y mereció ser la primera que vio al Señor resucitado en la mañana de Pascua y la que se lo comunicó a los demás discípulos (s. I). (Martirologio Romano) 

Breve Biografía 



Santa María Magdalena tuvo un privilegio único e imponderable: fue la evangelizadora de los evangelistas y de los apóstoles. Ella, por mandato de Jesús, fue la encargada de anunciarles la buena nueva de su resurrección. En este sentido, la Magdalena nos recuerda al Apóstol San Juan. Los dos fueron objeto de la predilección de Jesús. Los dos le amaron con ardiente corazón. Los dos estuvieron, en amorosa compañía, al pie de la cruz.

Los datos evangélicos son éstos: "Yendo por ciudades y aldeas, Jesús predicaba y evangelizaba el reino de Dios. Le acompañaban los doce y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y de enfermedades: María llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios, Juana, Susana, y otras varias que le servían con sus bienes".



La posesión diabólica no es señal de que la persona poseída sea pecadora. Sea como sea, María, nacida en Magdala, junto al lago de Genesaret, se habría encontrado con Jesús, que le liberó de muchos malos espíritus, pues ése es el sentido simbólico del número 7. 

 El nombre de María Magdalena se deriva de Magdala, una población situada sobre la orilla occidental del mar de Galilea, cerca de Tiberíades, en la que el Señor encontró por primera vez a aquella mujer.

De ahí brotó el agradecimiento de la Magdalena y una hermosa amistad. Le acompañaba, le servía, le atendía con sus bienes y con su persona. Era a la vez Marta y María, con respecto al Maestro: servirle y adorarle, ahora y en la cruz.

Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, María de Cleofás y María Magdalena". La Magdalena no podía estar en otro sitio. Allí estaba su Amor Crucificado. Allí tenía que servirle, en silencio, con lágrimas, en adoración. 

José de Arimatea y Nicodemo sepultaron a Jesús y se marcharon. "María Magdalena miraba dónde lo ponían y cómo era depositado su cuerpo". Y es que cuando hay cariño, todos los detalles son importantes. Allí quedó María, en amorosa guardia "sentada frente al sepulcro".


Regresó a Jerusalén a preparar aromas y mirra, para completar el embalsamiento del Señor. "Toda mujer es mirófora", portadora de aromas para aliviar heridas. Y apenas alboreó el domingo, María salió con las otras mujeres hacia el sepulcro para ungir el cuerpo del Señor.

 Encontraron removida la piedra. María fue a decirles a Pedro y Juan: Se han llevado al Señor. Volvió al sepulcro y se quedó allí llorando. "Lloraba como una Magdalena". Por qué lloras, le preguntan los ángeles. A quién buscas, le dice Jesús. Ella, creyendo que era el hortelano, le responde: Si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo lo tomaré.

Fue ella la primera persona que vio, saludó y reconoció a Cristo resucitado. María Magdalena, la contemplativa, fue el primer testigo de la resurrección del Señor, sin la cual vana es nuestra esperanza. El Hijo de Dios quiso manifestar la gloria de su resurrección a aquella mujer manchada por el pecado y santificada por la penitencia.



Díjole Jesús: ¡María!. Esta sola voz le abrió los ojos y el corazón. María respondió: ¡Rabboni!, ¡Maestro mío!. Y se arrojó a sus pies. Jesús la interrumpió: Ve pronto a mis hermanos. Y María fue y les dijo: ¡He visto al Señor!. 

Impresiona la Magdalena, valerosa y delicada, ardiente e intrépida. Emociona su actitud en el calvario, su preocupación en la sepultura, el trajín en las primeras horas del domingo, la queja al "jardinero" y la maravilla del encuentro y de la misión que le encomienda el Señor. 



Según la tradición, poco tiempo después de la Resurrección, María Magdalena llegó a Francia en una pequeña nao, junto con sus hermanos y otros cristianos y predicó el evangelio en lugares como Saintes-Marie-de-la-Mer y Marsella. Después llegó a Sainte-Baume donde decidió vivir como eremita en una gruta. Allí se entregó a la oración y pedía por todas las personas que conocía y que la buscaban para pedirle ayuda o su compañía. 



Poco antes de su muerte fue trasladada milagrosamente a la capilla de San Maximino, donde recibió los últimos sacramentos y fue enterrada por el santo.




 Las reliquias fueron reconocidas como auténticas en 1279. Actualmente la gruta de Sainte-Baume es visitada por cientos de peregrinos. Allí pueden venerar el brazo de Santa María Magdalena.





 La mayor parte de las reliquias de Santa María Magdalena se veneran en la basílica de Saint Maxime-la- Sainte-Baume, en la región de francesa de La Provence. 

El pie de Santa María Magdalena se venera en la Basílica de San Juan Bautista de los Florentinos en Roma y la mano es custodiada en el monasterio de Simonos Petra, en el Monte Athos.




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