YA ES SEMANA SANTA

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viernes, 25 de julio de 2025

DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO

SÁBADO

“ El que escucha la palabra y la entiende, dará fruto ”


El protagonismo fundamental del Señor en la proclamación de la Palabra, Él que lo es por antonomasia, pero sin duda también nosotros hemos sido elegidos para sembrar en todos y cada uno de los ámbitos en que nos movemos. En este sentido, yo animaría a reflexionar sobre nuestros ámbitos de predicación, si realmente sembramos o solamente arrojamos las semillas, si nos acercamos con actitud de amor y servicio o nos dejamos llevar por cierta molicie “profesional” a nuestros hermanos los hombres, los próximos y los más lejanos.

evangelio según san Mateo 13,18-23 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros, pues, oíd lo que significa la parábola del sembrador: si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. 

Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que escucha la palabra y la acepta enseguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, enseguida sucumbe. 

Entre la tierra buena y la mala está también el terreno pedregoso, que coincide con “el corazón superficial, que acoge al Señor, quiere rezar, amar y dar testimonio, pero no persevera, se cansa y no “despega”

“Es un corazón sin profundidad, donde las piedras de la pereza prevalecen sobre la tierra buena, donde el amor es inconstante y pasajero. Pero quien acoge al Señor solo cuando le apetece, no da fruto”

Lo sembrado entre abrojos significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas ahogan la palabra y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ese da fruto y produce ciento o sesenta o treinta por uno».





esta parábola tiene que hacernos reflexionar sobre mi vida y mis actitudes respecto a Dios, el Decálogo, el Mandamiento nuevo del Amor y cómo puedo hacerlo Vida en mi vida y en la de mis hermanos los hombres, tanto los que están en el camino como los que están entre las zarzas... y esperar confiados en que mi palabra y mis actos lleven en verdad al Señor a este mundo difícil al que nos toca amar y servir.

VIERNES

“ El Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir ”



según san Mateo 20, 20-28 

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. 

 Él le preguntó: ¿«Qué deseas?». Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda». 

 Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?». Contestaron: «Podemos». 

Santiago no mató ni a moros ni a nadie. Santiago se dejó matar por dar testimonio del Evangelio de Jesús. Ese Santiago que pedía los primeros puestos, fue trabajado por Jesús y fue capaz de “beber la copa del dolor” para parecerse más a él.

 Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre». 

 Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. 

No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. 

Estamos aquí para servir, para lavar los pies, para dar de comer al hambriento, para hacer la vida más agradable a la gente que lo pasa mal, aunque esto suponga que yo debo sacrificarme.

 Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».



“No sabéis pedir”. ¿Es posible que haciendo oración todos los días, me digas que no sé pedir? Con humildad, debo confesar que es así. 

 Dime Tú cómo tengo que pedir. Haz que yo esté dispuesto a beber la copa que Tú ya has bebido.


JUEVES


“ Bienaventurados vuestros ojos porque ven ”


Jesús sabe que su palabra es como una semilla que puede caer al borde del camino, o entre pedregales; pero no se cansa nunca de sembrar. Por sembrar que no quede. Pero sueña por encontrar un buen terreno que dé el treinta, el setenta o el ciento por uno. A los que acontece eso son realmente dichosos

según san Mateo 13, 10-17 

En aquel tiempo, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Por qué les hablas en parábolas?» Él les contestó: «A vosotros se os han dado a conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. 

Lamentablemente hay hoy día muchos que oyen pero no escuchan; oyen sólo con el oído externo, pero no con el oído interior. También hay muchos que ven, pero no miran. Ven con los ojos del cuerpo, pero no con los ojos del corazón.

Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumple en ellos la profecía de Isaías: “Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure”.

La semilla de la palabra de Dios tiene que encontrar en nosotros una tierra bien labrada, bien regada y bien abonada. Para éstos va dirigida la palabra de Dios en este evangelio. 

 Pero bienaventurados vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. En verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron».

Hay que adentrarse en el Misterio de Dios. Un Dios cada vez más grande, más maravilloso, más cercano, más Padre. El acceso al Misterio de Dios no lo tienen los “sabios y entendidos” de este mundo sino la gente humilde y sencilla que, como María de Nazaret, abren de par en par su corazón a Dios, sin poner ningún obstáculo.


Has abierto mis ojos y mis oídos para interiorizar tu palabra. Esa palabra tuya tiene fuerza para cambiarme, para transformarme, para salvarme. ¿Qué sería de mí si Tú no me hablaras? Tu palabra es lámpara para mis pasos, luz para mi oscuridad, miel para mis días amargos. ¡Gracias, Señor, ¡por tu palabra!

MIERCOLES

 “ Yo soy la vid, vosotros los sarmientos ”


Hoy el Evangelio nos habla de la «vid y los sarmientos» para expresarnos la relación vital existente entre Jesús y el creyente, entre la Palabra de Jesús y el que la acepta como propia.

según san Juan 15, 1-8 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. 

El labrador cuida con gran atención y cariño sus viñas para que no se deterioren y arruinen. Dios cuida de nosotros, pero debemos dejar que nos atienda, que nos «pode», que corte sarmientos inútiles. Si no le dejamos actuar, si nos desentendemos de él, quedaremos arrui­nados. Seremos como esos sarmientos que, desgajados de la cepa, se secan y solamente sirven para ser quemados.

 Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 

 Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. 

Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. 

La unión con Cristo es indispensable para dar fruto.¡ Es imposible ser eficaces cristianamente si no estamos unidos a él! Ser cristiano exi­ge vivir unido a Cristo. Sin esta unión de amistad seremos miembros secos en su Comunidad, en su Iglesia: «el que permanece en Mí y yo en él, ése dará mucho fruto». Por eso el Señor afirma que «sin Mí no podéis hacer nada».

 Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».


MARTES

“ Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas? ”


En el Evangelio de hoy nos aparece el Señor consolando a María, le da un mensaje para los Apóstoles, la hace apóstol de los apóstoles. Y fue María Magdalena y anunció a los discípulos: ¡He visto al Señor!, y a continuación les contó todo lo que había sucedido. Nos imaginamos la alegría con que María pronunciaría estas palabras: ¡He visto al Señor!

según san Juan 20, 1-2. 11-18 

El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.

 Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al señor y no sabemos dónde lo han puesto». 

 Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. 

 Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?».

A quien más ama María es a Jesús por eso lloraba su ausencia afuera del sepulcro y mientras lloraba ve a los ángeles y luego al Señor, pero el dolor y la pena es tan grande que no lo reconoce; el mismo Jesús le ayuda para que lo reconozca llamándola por su nombre: María; 

 Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».

 Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. 

 Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?». Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré». 

 Jesús le dice: «¡María!». 

ella al escuchar como el Señor pronuncia su nombre, descubre su presencia, la pena se transforma en alegría, la oscuridad en luz, entonces Jesús la envía a anunciarles a los discípulos la gran noticia y María se transforma en la Apóstola, la enviada del Señor, la testigo de Jesús Resucitado.

 Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!». 

 Jesús le dice: «No me retengas, que todavía no he subido al Padre. 

Pero anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”». 

 María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto».

Ver y escuchar, porque se trata de eso. Ver al Señor resucitado y al mismo tiempo, escuchar lo que nos dice para llevarlo a los demás. Para ello hay que dejarse adentrar en una experiencia de amor,

LUNES

“ Queremos ver un signo tuyo ”


Los fariseos, guardianes de la ortodoxia, parecen tener el copyrigth de Dios, pero no se trata del Dios de la Vida, del Amor, el Padre amoroso de los hombres, sino el Celoso Guardián de lo “políticamente correcto”

según san Mateo 12, 38-42 

En aquel tiempo, algunos escribas y fariseos dijeron a Jesús: «Maestro, queremos ver un milagro tuyo». 

Los que fueron capaces de ver la mano de Dios en Jonás y en Salomón, los escribas y fariseos, no ven el gran signo de Jesús que es más que Jonás y más que Salomón.

Él les contestó: «Esta generación perversa y adúltera exige una señal; pues no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo: pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra. Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás. 

Jesús no se anda con medias tintas y les lanza esa respuesta: el signo de Jonás: que es, por un lado, la Pasión, Muerte y Resurrección y, por otro, la Conversión de los alejados mediante la penitencia.

No hay otro signo que un hombre que se hace cargo de la dura realidad de la condición humana, un hombre que muere.

Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón».

Jesús insiste en “aquí hay uno que es más”. Jesús es más que Jonás (profeta) y es más que Salomón (rey). Él es la señal definitiva. No tenemos que esperar a nadie más.
 ¿Podríamos decir con San Pablo que Cristo vive plenamente en mí, en mi vida? ¿Podríamos predicar como Jonás con el riesgo de ser perseguidos y desacreditados?

DOMINGO

“ Sólo una cosa es necesaria ”


En el Evangelio de hoy vemos el encuentro del Señor con Marta y María, en ellas vemos las dos actitudes del seguimiento: la del servicio y la contemplación, ambas muy importantes y complementarias.

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. 

Marta representa una forma de vivir: “te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas

Marta ¿de qué te sirve acoger a Jesús si no te paras a escucharlo? 

Te has quedado a medio camino. Lo has llevado a tu casa, pero no a tu corazón ¿y si Él no venía a pedirte, sino a darte?: "Andas inquieta y nerviosa...." Párate, mujer, y pregúntale a Jesús qué ha venido a decirte.

Marta ¡si supieras cuántas cosas podría decirte Jesús! Hoy está ahí, delante de ti, hecho Palabra en Jesús. Y tú, enredada en tus mil atenciones al amigo, hechas porque hay que hacerlas pero no le has puesto amor, has perdido un tiempo precioso que deberías emplear en escuchar al Maestro. Tú te lo pierdes, Marta.

Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra. 

María represe nte ala persona humana que tiene necesidad de Dios, que es luz interior de amor y de verdad. Sin amor, hasta la actividades más importantes pierden valor y no dan alegría.

Pero no quieras que se lo pierda también tu hermana: "María, sentada en los pies del Señor, escuchaba su Palabra".

Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo: 

«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano». 

Respondiendo, le dijo el Señor: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».


Marta y María: dos mitades de una misma acogida, de una misma hospitalidad, cada vez más necesaria, más urgente.

Podríamos concluir como síntesis del pasaje evangélico con la regla de S. Benito: “ora et labora”. Que tengas un buen día.


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