DOMINGO XIX
QUIERO DARME, SEÑOR
Como Marta, allá donde mi mano sea necesaria, y como María, al silencio para estar contigo Como Marta, para mitigar la sed del sediento y, como María, para llenarme del agua viva de tu pozo
QUIERO DARME, SEÑOR
A Ti, que sales al encuentro del que te busca y, también, allá donde mis hermanos reclaman mi presencia
A Ti, que buscas la mirada de mis ojos y, a Ti, sin vivir de espaldas al necesitado de cariño Sí, Señor; quiero darme y entregarme
Como, Marta, en los mil detalles de cada jornada y, como María, arrodillándome ante el Misterio de tu Palabra Como, Marta, no olvidando mis dones de generosidad y, como María, no dejándote siempre para el final
QUIERO DARME Y ENTREGARME, SEÑOR Sintiendo el gozo de ofrecerme con lo poco que tengo y, sabiendo que estando Tú conmigo no me faltará nunca tu aliento en mi caminar Déjame, Señor, como Marta servirte con lo que soy Déjame, Señor, como María sentarme a tu lado Déjame, Señor, como Marta agasajarte Déjame, Señor, como María mirarte a los ojos
QUIERO DARME Y ENTREGARME, SEÑOR
D
Soy Maria cuando me invitas a reposar en el camino......en esa pequeña parada te encuentro a Ti.
L
Jesús insiste en “aquí hay uno que es más”. Jesús es más que Jonás (profeta) y es más que Salomón (rey). Él es la señal definitiva. No tenemos que esperar a nadie más.
Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo poda, para que dé más fruto. El sarmiento podado llora savia; parece que se le va la vida. Pero todo viñador sabe que esa es la manera de que dé más fruto. El instrumento mejor de una buena poda es la Palabra de Dios. Palabra de Dios, savia de nuestra oración primero, para luego ser savia de vida.
J
Has abierto mis ojos y mis oídos para interiorizar tu palabra. Esa palabra tuya tiene fuerza para cambiarme, para transformarme, para salvarme. ¿Qué sería de mí si Tú no me hablaras? Tu palabra es lámpara para mis pasos, luz para mi oscuridad, miel para mis días amargos. ¡Gracias, Señor, ¡por tu palabra!
V
“No sabéis pedir”. ¿Es posible que haciendo oración todos los días, me digas que no sé pedir? Con humildad, debo confesar que es así.
Dime Tú cómo tengo que pedir. Haz que yo esté dispuesto a beber la copa que Tú ya has bebido.
S
esta parábola tiene que hacernos reflexionar sobre mi vida y mis actitudes respecto a Dios, el Decálogo, el Mandamiento nuevo del Amor y cómo puedo hacerlo Vida en mi vida y en la de mis hermanos los hombres, tanto los que están en el camino como los que están entre las zarzas... y esperar confiados en que mi palabra y mis actos lleven en verdad al Señor a este mundo difícil al que nos toca amar y servir.
DOMINGO XV
D
Dios es Abbá, es decir, Dios es amor. Y el amor no es entender, es sentir, conmoverse, acercarse, dar la mano, ser positivo, aceptar…
L
. No quieres falsos amores, sino el “verdadero amor”. No quieres falsas felicidades, sino la “verdadera felicidad”. No quieres que haga muchas cosas y yo descuide mi persona. Tú deseas que “me haga a mí mismo”, es decir, me cambie, me transforme, me realice. Dame tu gracia porque “sin Ti no puedo hacer nada”.
M
No basta con ser seguidor de Jesús, sino que hay que vivir como tal. Aquellas personas que hemos recibido su Palabra, la buena noticia del reino, somos testigos de los signos de su presencia en medio de nuestro mundo, debemos caminar en la humildad de quién ha recibido el don de conocer un poco más a Jesús de Nazaret e intentar vivir en dinámica constante de conversión.
X
Hoy, Jesús, vengo a rezar no para pedirte nada, sino para agradecerte todo lo que has hecho conmigo. Y quiero unir mi alabanza a la tuya y dar gracias al Padre por ser tan bueno y tan generoso. Sólo le interesa que lo pasemos bien, que disfrutemos de todo lo que Él ha creado, que vivamos alegres y seamos felices.
J
para cada uno de nosotros, Jesús nos anuncia que su carga y su yugo son ligeros, porque no suponen dominio, ni poder, ni opresión, ni exigencia, sino la oferta de una concepción de la vida que encuentra su sentido en un Dios que nos ama y que nos llama al amor.
V
Jesús hoy nos invita a vivir en la libertad de los hijos de Dios, a poner por encima de todo el amor y la misericordia.
S
Ante tantas preocupaciones sociales y eclesiales, que inquietan nuestro corazón, tenemos que mirar siempre a Jesucristo, aprender su estilo, confiar en Él, que vocea ni pisotea, que no impone ni obliga, que pasa con suavidad, discretamente, humildemente, sanando y haciendo presente el Reino.
DOMINGO XIV
AYÚDAME A PONERME EN CAMINO
Aunque, el horizonte, me parezca oscuro Aunque la recompensa, ante el mundo, sea estimada en nada Aunque falten fuerzas y no existan recursos Aunque muchos piensen que, lo que traigo, no es nada o muy poco
AYÚDAME, SEÑOR, A PONERME EN CAMINO
Dejando a un lado lo que me paraliza Dejando a un lado lo que me esclaviza Dejando a un lado lo que divide en dos mi corazón Dejando a un lado lo que dificulta el pregonarte
AYÚDAME, SEÑOR, A PONERME EN CAMINO
Sin sacar excusas, cuando no recojo fruto Sin sacar excusas, cuando me falta el aliento Sin sacar excusas, cuando no soy aplaudido Sin sacar excusas, cuando no soy reconocido
AYÚDAME, SEÑOR, A PONERME EN CAMINO Desprendiéndome de todo aquello que materialmente no me sirve Desprendiéndome de mí mismo Desprendiéndome de las muletas de la vergüenza o la cobardía Desprendiéndome de todo prestigio personal para hacerte presente
AYÚDAME, SEÑOR, A PONERME EN CAMINO Poniendo tu mano, sobre los enfermos Anunciando tu reino, sobre los abatidos Llevando tu Buena Noticia, sobre los pesimistas Alimentando con tu Palabra, a los muertos espiritualmente Alimentando con tu Eucaristía, a los débiles por el pan del mundo Amén.
D
Tenemos que hacer por el Evangelio, por Cristo y por su Iglesia. Una Iglesia que solo tiene una palabra en los labios, un deseo en el corazón: "¡Shalom, paz a vosotros!" La mies es abundante, porque la paz de Dios ha de manifestarse. Y si la Iglesia tiene que vivir el Evangelio, es para salvar la cosecha.
L
Dos personajes distintos los que reciben la misericordia de Jesús pero con algo en común.... Se acercan con humildad y fe. Las manos sirven para hacer daño, pero en Jesús las manos sirven para tocar, para transmitir salud y vida. Miremos con atención nuestras manos: ¿Han servido para bendecir o para hacer daño? ¿Las hemos usado para ayudar o nos han servido para abofetear al prójimo? Hagamos que nuestras manos sean las manos con las que Dios quiere terminar su obra creadora. Esa es nuestra misión: amar con el corazón y bendecir ayudando con nuestras manos.
M
Nosotros mismos podemos experimentar esa desorientación en nuestros círculos más próximos, con personas que caminan mudas aunque hablen mucho, alejadas de Dios por el pecado.
X´
Jesús se rodea así de colaboradores, que sean capaces de llevar la luz de su Palabra a todas las naciones, una vez haya vuelto al Padre, y ser transmisores de la infinita misericordia que Dios les ha infundido a través de Jesús.
J
Recibido el encargo de llevar a todos el amor de Dios, anunciándolo no sólo con palabras, sino con el testimonio concreto de caridad delicada, abierta y universal. Concluye tu oración preguntándole a Cristo cómo puedes corresponderle y trabajar más por Él.
V
Señor, hoy necesito aprender a ser generoso contigo. Toda mi vida quiero que sea una respuesta esplendida al amor que Tú me has dado. No quiero recrearme contemplando las obras de mis manos, pues bien sé que yo no tengo nada que no lo haya recibido. Y sólo cuando me siento un puro regalo tuyo, puedo yo ser un regalo para los demás.
S
Señor, hoy sólo quiero pedirte en este rato de oración, que siempre se cumplan en mí tus deseos: “no está el discípulo por encima del Maestro”. Has puesto la meta demasiado alta como para poder no sólo superarla sino ni siquiera igualarla. Tan solo te pido que cada día me parezca un “poquito más a Ti”, que me sienta un “poquito” más cerca de Ti; que esté un “poquito” más entusiasmado contigo. ¡Un poquito más!
DOMINGO XIII DE T. PRDINARIODO
Estamos llamados a ser testigos de ese amor, a contagiar nuestra fe, la esperanza y dar frutos de amor.
M
Cuando te encuentres con la tempestad que te cambia la vida....no pierdas la paz, recuerda que Jesús dirige tu barca y con El eres más fuerte.
X
Gracias por tu poder sobre los elementos de la naturaleza y, sobre todo, tu poder para liberar al hombre de todo lo que le oprime, le envilece, no le deja ser persona.
J
«Tenemos que tocar las llagas de Jesús, debemos acariciar las llagas de Jesús, tenemos que curar las llagas de Jesús con ternura, tenemos que besar las llagas de Jesús, y esto literalmente. Pensemos, ¿qué pasó con San Francisco, cuando abrazó al leproso? Lo mismo que a Tomás, que su vida cambió».
V
Pidamos al Señor por la intercesión de San Mateo, que tengamos la valentía de proponer la vocación a los jóvenes de nuestro entorno. Ellos, aún sin saberlo, buscan a Dios, porque buscan la felicidad, muchas veces llamando a puertas equivocadas. Ayudémosles a encontrar el camino de la alegría verdadera, la que sólo Dios puede dar.
S
Señor, te agradezco la frescura del evangelio. No habla ni de miedos ni de tristezas. Hablas de bodas, de comidas, de encuentros, de amistad, de fraternidad. Contigo, Señor, se acabó la religión de la distancia, la religión de la tristeza, del sentimiento de culpabilidad, de vivir como esclavos. Contigo está la juventud, la alegría y la fiesta. Contigo, da gusto vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario