según san Mateo 1, 1-17
Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán. Abrahán engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob,-------------Matán engendró a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
A todos nos interesa conocer nuestras raíces. Bueno, a todos menos a Europa que no quiere reconocer sus hondas raíces cristianas. A los cristianos de los primeros siglos también les interesaba conocer el origen humano de Jesús. El no ha venido del cielo en un paracaídas. Se ha unido con el ser humano “como uno más, como uno de tantos” (Fil. 2,7).
Y lo hace con una familia que entre sus antepasados tiene no sólo personajes famosos e ilustres, sino también criminales y pecadores de toda laya. Aun las mujeres nombradas -cosa extraordinaria pues la mujer casi nunca aparece mencionada en las genealogías- ostentan un título no muy recomendable.
Entre ellas hay incestuosas como Tamar, prostitutas como Rahab, adúlteras como Betsabé; la única que no tiene nada reprensible es Rut, pero pertenecía a un pueblo muy odiado por los israelitas, Moab.
Jesús no teme asumir esta genealogía porque Él ha venido a salvar a todos hombres y mujeres, en la situación concreta en que se encuentran.
«Engendrar», en el lenguaje bíblico, significa transmitir no sólo el propio ser, sino la propia manera de ser y de comportarse. El hijo es imagen de su padre. Por eso, la genealogía se interrumpe bruscamente al final. José no es padre natural de Jesús, sino solamente legal.
Es decir, a Jesús pertenece toda la tradición anterior, pero él no es imagen de José; no está condicionado por una herencia histórica; su único Padre será Dios, su ser y su actividad reflejarán los de Dios mismo. El Mesías no es un producto de la historia, sino una novedad en ella.
En éstos últimos días antes que celebremos el nacimiento de Jesús, los textos litúrgicos de la misa de cada día van creciendo en gozo y alegría. Son las ferias mayores de las antífonas de la "O". Nos invitan a estar "expectantes", ilusionados, esperanzados porque Dios no ha defraudado, Dios ha cumplido su promesa: está a punto, a pesar de la infidelidad de sus profetas, a pesar del pecado de sus reyes, a pesar de la falta de fe de su pueblo.
Para ello. Dios se sirve de José, hombre sencillo y de profunda fe para sacar adelante su historia de salvación centrada en Jesús.
José no obstaculiza el designio divino, entra en el misterio sin comprenderlo a fondo, se fía de su creador y colabora con docilidad y confianza. José, es otra figura en este tiempo de adviento que puede pasar desapercibida,
y sin embargo, la Anunciacion del Angel a José, manifiesta tal confianza pues ni siquiera habla ni duda, como si ocurriera en la anunciación de Maria. San José está dispuesto a obedecer sin dilación, se pone en actitud de escucha, es el justo, el pobre que tiene a Dios por riqueza.
Oración
Dios mío, yo te agradezco que te hayas encarnado en nuestra historia humana. Una historia con sus grandezas y miserias; con su santidad y su pecado. Tú no te asustas del barro del que estamos hechos; más bien te sirves de él para comprender mejor nuestra fragilidad y perdonarnos. Te metes en nuestro fango para sacarnos de él. Tu eres realmente nuestro Salvador y Redentor. ¡Gracias, Señor!
No hay comentarios:
Publicar un comentario