SABADO
“ José, no temas acoger a María ”
San Mateo nos cuenta en este pasaje la Anunciación a José. Su evangelio, está dirigido a comunidades de origen judío, en las que el padre tiene un papel primordial en la aceptación social del hijo. En esta Anunciación se afirma también el origen divino de su hijo: la criatura viene del Espíritu Santo, y su misión única entre todas, que proclama ya su mismo nombre: Jesús significa Dios salva.
Y José, recibe el encargo de ponerle este nombre al Niño. Era este el derecho de todo padre, que significaba que lo recibía en su familia y lo reconocía como hijo suyo.
según san Mateo 1, 18-24
La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José tuvo que pasar una dura prueba. Lo que le hizo pensar en abandonarla en secreto. Porque la madre de Jesús estaba desposada con José. Pero el ángel le dijo: no tengas reparo. La relación que existía entre María y José implicaba un compromiso matrimonial estable, Y la ley de Moisés consideraba la infidelidad de la prometida una ofensa semejante a la infidelidad de una esposa.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado.
José, el justo, el humilde, el creyente, recibe una misión trascendental: la de poner nombre a Jesús; como en el principio de la creación, cuando Adán pone nombre a las criaturas indicando así que todas quedan encomendadas a su cuidado. El Hijo de Dios, encarnado en el hijo de María, se hace dependiente de José. La palabra ABBÁ (papá), la que Jesús usará para dirigirse al Padre del cielo, la aprende de bebé, de labios de María, para dirigirse a José. Los primeros rayos de la ternura de Dios los ve Jesús en el rostro de José.
Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por medio del profeta: «Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.
VIERNES
“ Del origen de Jesucristo ”
según san Mateo 1, 1-17
Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán. Abrahán engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés engendró a Esrón, Esrón engendró a Aran, Aran engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed engendró a Jesé, Jesé engendró a David, el rey.
Jesús. El no ha venido del cielo en un paracaídas. Se ha unido con el ser humano “como uno más, como uno de tantos”
David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón engendró a Roboán, Roboán engendró a Abías, Abías engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Jorán, Jorán engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatán, Joatán engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amós, Amós engendró a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.
Y lo hace con una familia que entre sus antepasados tiene no sólo personajes famosos e ilustres, sino también criminales y pecadores de toda laya. Aun las mujeres nombradas -cosa extraordinaria pues la mujer casi nunca aparece mencionada en las genealogías- ostentan un título no muy recomendable. Entre ellas hay incestuosas como Tamar, prostitutas como Rahab, adúlteras como Betsabé; la única que no tiene nada reprensible es Rut, pero pertenecía a un pueblo muy odiado por los israelitas, Moab. Jesús no teme asumir esta genealogía porque Él ha venido a salvar a todos hombres y mujeres, en la situación concreta en que se encuentran.
Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliaquín, Eliaquín engendró a Azor, Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquín, Aquín engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Cristo, catorce.
Engendrar», en el lenguaje bíblico, significa transmitir no sólo el propio ser, sino la propia manera de ser y de comportarse. El hijo es imagen de su padre. Por eso, la genealogía se interrumpe bruscamente al final. José no es padre natural de Jesús, sino solamente legal. Es decir, a Jesús pertenece toda la tradición anterior, pero él no es imagen de José; no está condicionado por una herencia histórica; su único Padre será Dios, su ser y su actividad reflejarán los de Dios mismo. El Mesías no es un producto de la historia, sino una novedad en ella.
JUEVES
“ ¿Qué salisteis a ver? ¿Un profeta? ”
Tras la respuesta que da a los enviados de Juan, más con sus obras que con sus palabras, Jesús hace un elogio incondicional del Bautista. Pone de manifiesto públicamente que se trata de un profeta excepcional, por la austeridad de su vida, por la energía de sus denuncias, por su fidelidad a la tradición profética, por su testimonio acerca de la inminencia del Mesías.
según san Lucas 7,24-30
Cuando se marcharon los mensajeros de Juan, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?
Pues ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con ropas finas?
Mirad, los que se visten fastuosamente y viven entre placeres están en los palacios reales. Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta?
Sí, os digo, y más que un profeta. Este es de quien está escrito: “Yo envío mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino ante ti”.
Porque os digo, entre los nacidos de mujer no hay nadie mayor que Juan. Aunque el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él».
¿Por qué nosotros, los últimos en el reino de Dios, somos más grandes que el Bautista?
Porque son dichosos los ojos que ven lo que nosotros vemos, ya que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que nosotros vemos y no lo vieron, y oír los que nosotros oímos y no lo oyeron (Lc 10, 24).
Porque nosotros hemos contemplado y atestiguado que el Padre envió a su Hijo como salvador del mundo, y hemos conocido y hemos creído en el amor que Dios nos tuvo (1 Jn 4, 14; 16).
Al oír a Juan, todo el pueblo, incluso los publicanos, recibiendo el bautismo de Juan, proclamaron que Dios es justo.
A partir de ahí Jesús inicia su propia misión de predicador del evangelio del reino, que ha comenzado a hacerse presente con él. El pueblo, que ya aceptaba a Juan, parece aceptar ahora también a Jesús, a diferencia de los fariseos y doctores de la ley, que no aceptaban ni a uno ni a otro. No acogieron ni al asceta ni al que “comía y bebía con pecadores”. No han sabido reconocer la sabiduría del plan de Dios.
Pero los fariseos y los maestros de la ley, que no habían aceptado su bautismo, frustraron el designio de dios para con ellos.
Es el hombre de los dos caminos: el camino hacia Dios, donde nos descubre el verdadero rostro de Dios-Padre; y el camino hacia el hombre, donde nos revela qué es el hombre, qué sentido tiene la vida. Con Jesús la vida tiene otro color y otro sabor. Con Jesús da gusto vivir. Con Jesús desaparecen los miedos, las angustias, las ansiedades, las preocupaciones. Vivir el estilo de Jesús es vivir colgado del cariño y cercanía del Padre. Y es experimentar el gozo de la auténtica fraternidad. Con Jesús la vida es una fiesta.
MIERCOLES
“ ¿Eres tú el que ha de venir? ”
Juan el Bautista está a caballo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. En él todavía se albergan ideas del Mesías que no corresponden con la manera de obrar de Jesús. Según la mentalidad del A.T. el Mesías sería gracia y bondad para los buenos, pero venganza y desquite para los que no cumplen la ley.
según san Lucas 7, 19-23
En aquel tiempo, Juan, llamando a dos de sus discípulos los envió al Señor diciendo: «¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?».
Juan está sufriendo su noche oscura. Le asaltan dudas. No sabe a qué atenerse. Si Jesús es el Mesías, su perfil dista mucho del imaginado por él.
Espera y confía.
Los hombres se presentaron ante él y le dijeron: «Juan el Bautista nos ha mandado a ti para decirte: “¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?”».
En aquella hora Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista.
Y respondiendo, les dijo: «Id y anunciad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados.
Jesús se remite a sus obras: ciegos que ven, inválidos que andan, pobres que son evangelizados.
Estos hechos hablan por él que culminan con la buena noticia a los pobres que lo único que tienen es esperanza.
Y ¡bienaventurado el que no se escandalice de mí!».
Pero Juan pertenecía al Antiguo Testamento que era sólo preparación para el Nuevo. Por eso dijiste: “El último en el Reino es mayor que Juan”. (Mt. 11,11). Tú traías la novedad, la sorpresa, el regalo, la caricia de tu Padre Dios. Por eso iniciaste un camino nuevo. Y en este camino lo decisivo no es la soledad, la austeridad, el rigor, sino el amor. Gracias, Señor, por vivir en esta etapa final.
MARTES
“ ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? ”
En el Evangelio de hoy se nos presenta la respuesta de dos hermanos: uno, en un primer momento parece que complace al padre pero el tiempo lo pone en su sitio, no basta con decir sino que tiene que ir avalado con nuestro quehacer; el otro, en un primer momento nos desencanta su respuesta después el desenlace de su obrar nos hace ver que cumple con lo mandado por el padre. ¿quien ha hecho la voluntad de lo mandado? El que lo ha corroborado con su obrar. Importante que nuestra vida manifieste nuestra respuesta al Señor. No solo nuestros labios, también, pero es nuestra vida la que tiene que mostrar al Dios vivo actuando en nosotros.
según san Mateo 21,28-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. Él le contestó: “No quiero”.
Pero después se arrepintió y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor”. Pero no fue.
“ve a trabajar hoy en la viña”. Esta es la llamada que nos hace el Señor a todos. Este es el privilegio del cristiano, que el Señor quiere contar con nosotros. ¡Que dicha más grande! ¡Que oportunidad poder colaborar con el Señor! ¡Que suerte que privilegio que nos conceda la oportunidad de colaborar en su viña, en su reino… Que dicha más grande que nos brinde la oportunidad y nos invite a colaborar con Él, junto con Él, que haya querido contar contigo, conmigo, con los demás.
¿Quién de los dos cumplió la voluntad de su padre?». Contestaron: «El primero». Jesús les dijo: «En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios.
A Dios SOLO una cosa le interesa de verdad: la confianza que el hombre pone en su palabra de salvación aunque diga no no pero al final que es lo que cuenta, vaya y haga lo que tenia que hacer, vencer su egoísmo y comodidad y confiar en la Palabra y ponerla en práctica.
Así lo hizo san Juan de la Cruz, cuya fiesta celebramos hoy, un maestro de vida espiritual que nos ha enseñado a elegir el camino estrecho y empinado que conduce a la cima del Carmelo, a la plena confianza y unión con Dios.
Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis».
Hoy, una vez más, el Señor nos invita a entrar en la voluntad del Padre, a convertirnos, a ser coherentes y testimoniar ante el mundo con nuestra vida que merece la pena creer en su promesa.
LUNES
“ Os diré con qué autoridad hago esto ”
Jesús ha entrado en el Templo y ha volcado las mesas de los cambistas, ha espantado a las palomas y azotado a los bueyes y demás sacándolos de aquel lugar sagrado. Jesús no pudo soportar ver «la casa del Padre, casa de oración, convertida en cueva de bandidos». Y viene «la plana mayor», sumos sacerdotes, letrados y senadores a pedir explicaciones. Lo que ha hecho Jesús es una infracción grave, aunque era incuestionable que el Templo parecía más un «centro comercial» que un lugar de oración.
según san Mateo 21, 23-27
En aquel tiempo, Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?».
Jesús les replicó: «Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué autoridad hago esto.
Sumos sacerdotes, letrados y senadores se ven en un apuro: como ellos no creyeron a Juan no pueden decir que del cielo, pero tampoco pueden decir de los hombres porque se echarán encima al pueblo. De modo que contestan que lo ignoran y Jesús les va a responder con la misma moneda: «tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».
El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?».
Ellos se pusieron a deliberar: «Si decimos “del cielo”, nos dirá: “¿Por qué no le habéis creído?”. Si le decimos “de los hombres”, tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta».
Si Jesús dice de donde le viene la autoridad no le van a creer y le van a acusar de blasfemo, así que Jesús los pone, una vez más, en evidencia. Han querido pillar a Jesús en algo para tener de qué acusarlo, pero se han quedado enredados en su propia manipulación.
Y respondieron a Jesús: «No sabemos». Él, por su parte, les dijo: «Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».
En nuestro nivel, a veces pensamos: «este quién se habrá creído que es», «cuidado lo que hace», «mira como…», …. Cuidado, porque no somos quienes tenemos que juzgar a nadie, o ¿acaso creemos tener cierta autoridad para enjuiciar comportamientos ajenos?
El Tercer Domingo de Adviento, se llama Domingo "Gaudete" (Gozaos) por el Introito de la Santa Misa, tomado de la carta a los Filipenses (4, 4-7), que dice:
Gaudéte in Dómino semper: íterum dico, gaudete. Dóminus enim prope est - Gozaos siempre en el Señor: otra vez os digo: gozaos. El Señor está cerca.
Por este anuncio la Iglesia nos incita hoy a la alegría, mitigando la penitencia propia de este tiempo, y vistiéndose ella misma de fiesta: el celebrante puede cambiar los ornamentos de color morado por los de color rosa,
las flores reaparecen al pie del altar y se dejan oír los acordes del órgano que, en rigor, debe usarse poco en el Adviento. Este Domingo es un día de asueto y de santa expansión
De las estaciones que se mantienen en Roma para representar los cuatro domingos de Adviento, la correspondiente a la Basílica Vaticana se le asigna al Domingo Gaudete, ya que es el más importante de los cuatro domingos.
La Iglesia no invita ya a los fieles a meramente adorar "al Señor que va a venir", sino que llama a una liturgia de alegría porque " el Señor está ahora aquí y al alcance de la mano".
ESTOY ALEGRE, SEÑOR
Porque Tú vienes, y yo salgo a tu encuentro Porque son muchos, los nubarrones en el cielo de mi vida Porque Tú iluminas las noches más oscuras de la humanidad Porque, con muy poco y contigo, nos alegras Porque, tu presencia, es la mayor riqueza que uno puede tener
ESTOY ALEGRE, SEÑOR Porque, la Navidad, es oxígeno en medio de la asfixia Porque, la Navidad, es el amor que se desborda Porque, la Navidad, es regalo del cielo que se vende gratuitamente Porque, la Navidad, se descubre con las tijeras de la fe
ESTOY ALEGRE, SEÑOR
Porque la estrella la veo al fondo del horizonte del adviento Porque mi corazón se hace pesebre para tu nacimiento Porque mis ojos me dicen a quién adorar y ante quien no postrarme Porque mi razón mi dicta qué caminos elegir para llegar hasta Ti
ESTOY ALEGRE, SEÑOR ¡CÓMO NO ESTARLO!
Si Tú, Señor, eres la Navidad Si Tú, Señor, eres Navidad Si Tú, Señor, eres adorno y estrella, dulce y mesa por Navidad Si Tú, Señor, eres la mejor lotería para la salud del corazón
ESTOY ALEGRE, SEÑOR
Tú, te lo digo ahora, eres la causa de mi felicidad Tú, te lo decimos ahora, eres la fuente de tanta dicha Tú, te lo decimos ahora, eres la razón de tanto regocijo Tú, te lo gritamos ahora, eres el germen de la emoción que yo siento Amén. J Leoz
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