Dios no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños esto es lo que nos recuerda la Palabra de Jesús.
l Evangelio de hoy es muy breve, son solo dos versículos, pero en estas cortas frases, nos muestra la grandeza del corazón de Dios. Nos presenta la parábola de la oveja perdida, vemos como no deja a nadie por perdida, sale en su búsqueda, va tras la oveja perdida, deja a las demás, aunque en numero sean mayor, más numerosas, son muchísimas más las que tiene que abandonar para ir al encuentro de la perdida, una sola merece toda su dedicación y toda su entrega.
El valor de esa oveja para el pastor es incalculable, el mensaje es que el Señor da la vida por cada uno, por eso la alegría es inmensa, cuando evita que se pierda, muchas veces, nos recuerda que no ha venido a condenar sino a salvar, que Dios quiere que todos los hombres se salven, que no da a nadie por perdido, que no se cansa de salir a nuestro encuentro.
Jesús contesta: “Este pastor es Dios, nuestro Padre, y la oveja perdida eres tú”. Dicho con otras palabras, aquel que actúa así es Dios movido por su gran amor hacia los pequeños, los pobres, los excluidos. Solamente un amor así de grande es capaz de hacer una locura de este tipo. El amor con que Dios nos ama supera la prudencia y el sentido común. El amor de Dios hace locuras. ¡Gracias a Dios! Si así no fuera, ¡estaríamos perdidos!
Los pequeños somos nosotros, por muy adultos en la fe que nos veamos, por mucha intimidad en la oración que hayamos encontrado en Dios. Somos pequeños y nos extraviamos.
Y Dios viene a rescatarnos de todos los peligros que nos acechan, a devolvernos al redil.
Jesús nos presenta a Dios que deja las noventa y nueve ovejas para ir en busca de la perdida, a un Dios que se lastimará los pies, por seguir buscando a la “oveja perdida”; Asi es el amor de Dios, el mismo amor que en pocos días los veremos con toda su fuerza en la debilidad de un recién nacido.
Si no nos asombra los gestos inesperados o imprudentes que es capaz de hacer un hombre arrastrado por amor no podremos hablar del Dios de Jesús que nos ama hasta cometer locuras: "Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido" ¡Qué inmensa alegría produce saber que Dios está empeñado en hacernos feliz. Con razón nos creó para la alegría, para su alegría.
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