Tenemos un gran repertorio de pintura románica, pero se pueden dividir en dos focos principalmente: Castilla y León y Cataluña.
CATALUÑA
En Cataluña aparecen en el siglo XI importantes pinturas románicas, utilizando una técnica muy peculiar, como es el empleo del fresco retocado al temple dándole a las pinturas mucha más vivacidad
El martirio de San Quirce
Este caso se podría aplicar en el Martirio de San Quirce. Por lo general resulta muy arcaizante y nos recuerda a la pintura bizantina del siglo VI y VII.
Curiosa pieza de arte hallada en una pequeña localidad de la provincia de Lérida. Se trata de Durro, enclavada en pleno valle de Bohí, en las faldas de los Pirineos.
Allí se encuentra, algo alejada del pueblo, la pequeña ermita románica de San Quirce, un sencillo edificio de una sola nave cubierta con bóveda de cañón, con cabecera absidada y una espadaña a los pies del templo.
De ese iglesia procede el frontal de altar San Quirce y Santa Julita, conservado actualmente en el Museo Nacional de Arte de Cataluña.
De autor desconocido (aunque se atribuye a un denominado taller de La Seo de Urgell) y realizado probablemente muy a comienzos del siglo XII, este frontal de altar, en pintura al temple sobre tabla y en excelente estado de conservación, narra una piadosa historia: el atroz martirio al que fueron sometidos ambos santos durante la persecución contra los cristianos desarrollada en tiempos de Diocleciano.
De tales hechos existen diversas tradiciones, en ocasiones con argumentos divergentes. Pero siguiendo el relato que nos ofrece la misma pieza, podemos resumir señalando que Julita, apresada en la ciudad de Tarso junto con su hijo Quirce (o Quirico) de tres años de edad, se negó a prestar pleitesía al emperador,
por lo cual ella y su hijo fueron conducidos al martirio, que es lo que nos narra el autor, un conjunto de tormentos casi indescriptibles: inmersión en un caldero de aceite hirviendo, cuchilladas diversas, martilleo de clavos en el cráneo y, si no fuera suficiente, aserrado final del cuerpo hasta deshacerlo en diminutos trozos.
En el frontal, las cuatro escenas laterales nos describen las escenas del martirio organizadas en cuadrados, a modo de viñetas.
El centro de la pieza se reserva para una verdadera almendra mística en la que la habitual imagen de Jesús ha sido sustituida por la madre y el hijo, aureolados de santidad. Las virtudes de su pasión les hacen acreedores de este lugar tan destacado.
FRESCOS DE SAN CLEMENTE DE TAHULL
Las pinturas originales fueron trasladadas en 1913 al actual Museo Nacional de Arte de Cataluña, en Barcelona, conservándose en su localización inicial una copia de las mismas.
Las pinturas que analizamos se encuentran divididas en dos franjas horizontales de distinto tamaño, separadas por una banda con textos. En la franja superior, que se corresponde con el cascarón o zona curvada en vertical de la bóveda, figura en posición central un Pantocrátor o Cristo en Majestad. Se halla sentado, apoyado sobre una franja curvada decorada con motivos vegetales.
Lo rodea una mandorla decorada con perlas, en cuya parte superior apoya su cabeza y un nimbo de color blanco. Viste una túnica de color gris, a la que se sobrepone un manto de tono azulado.
Su rostro, alargado y muy simétrico, presenta una mirada penetrante. Este Cristo Juez alza su brazo derecho en actitud de bendecir, mientras su mano izquierda sostiene un libro abierto en el que puede leerse la frase "EGO SUM LUX MUNDI" (yo soy la luz del mundo) escrita en letras capitales latinas. Además, muestra sus pies desnudos, sobresaliendo de la mandorla y apoyados en una media esfera. A izquierda y derecha de su figura aparecen las letras griegas alfa y omega.
Rodean al Pantocrátor, en la misma franja, cuatro ángeles que portan los símbolos de los cuatro evangelios. El que figura en la zona superior izquierda porta un libro (ya que el propio ángel es el símbolo del evangelio de San Mateo). Bajo él, otro ángel se acompaña de un león (San Marcos). El esquema se repite en la zona derecha, con las representaciones de un águila (San Juan) y de un toro alado (San Lucas). La composición se remata, en los extremos, con la presencia de sendos serafines, dotados de seis alas, en cuatro de las cuales se observan representaciones de ojos.
En la franja inferior se hallan representadas seis figuras separadas en dos grupos de tres por el arco que permite la iluminación interior del ábside.
A nuestra izquierda se encuentran Santo Tomás, San Bartolomé y la Virgen. A la derecha figuran San Juan, Santiago y San Felipe, cuya representación está prácticamente perdida. Sus nombres aparecen indicados en la banda que separa esta zona de la superior. Todas las figuras se sitúan bajo arcos rebajados sostenidos por columnas con capiteles con decoración vegetal. María porta un cáliz, mientras los apóstoles llevan libros que muestran al espectador.
La simbología del ábside de Tahull es bien evidente. Constituye una representación gráfica de un pasaje del Apocalipsis de San Juan, en el que describe la visión de Cristo entronizado rodeado por el Tetramorfos,
que acabará simbolizando la obra de los cuatro evangelistas. Así pues, nos encontramos ante un tema de hondas raíces en la iconografía cristiana: la Maiestas Domini o Cristo en Majestad, que representa a Jesús todopoderoso en actitud de bendecir al mundo (que se halla a sus pies) pero cuyo rostro (serio y sereno al mismo tiempo)
SANTA MARÍA DE TAHULL
La escena principal ocupa la mayor parte de la bóveda: la Virgen en Majestad sentada en el trono con el niño Jesús en brazos bendiciendo.
Ambos rodeados por la mandorla, símbolo de divinidad, reciben la adoración de los RRMM. Tras la mandorla aparece el cielo de estrellado.
En la franja inferior están pintados los Santos enmarcados en arcos simulando arquitectura, como dato curioso el vano abocinado que ilumina la cabecera queda integrado entre los apóstoles.
En la tercera banda, muy deteriorada, aparecen animales y motivos vegetales y por último la franja inferior simula un cortinaje.
La parte superior simboliza el mundo celestial y el carácter divino de la Virgen. Los Santos hacen de intermediarios entre el cielo y la tierra. El resto representa al mundo terrenal, menos importante por lo tanto ocupa un espacio mucho más reducido.
Principales características técnicas:
Técnica: pintura mural (preparado el muro con cal y arena) al fresco y con retoques de temple. Estando el enlucido húmedo se aplica el color en bandas.
Utiliza colores planos, predominio de una paleta cromática de blancos, azules, rojos, verdes y amarillos pero transmiten una gran fuerza y vivacidad. Todo el ábside está profusamente decorado, horror vacui.
Hegemonía del dibujo. La línea gruesa, oscura, delimita los clores y las planos cromáticos.
Ausencia de perspectiva, no se preocupan por la profundidad ni por la luz. La composición se distribuye en bandas superpuestas y delimitadas por líneas horizontales. Representación hierática, antinatural, simbólica,
Las pinturas originales fueron trasladadas al actual Museo Nacional de Arte de Cataluña, en Barcelona, conservándose en su localización inicial una copia de las mismas.
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