«Las "Jornaditas", nueve días para contar el viaje de la Virgen y San José desde Nazaret a Belén»...
Cada año, del 16 al 24 de diciembre, las tradicionales 'Jornaditas', una Solemne Novena en la que se cuenta, a través de imágenes, el camino de la Virgen María y de San José desde Nazaret a Belén como preludio del nacimiento del Niño Jesús.
QUINTA JORNADA. 20 DE DICIEMBRE
Camina, alma mía, en compañía de nuestros sagrados peregrinos sin perderlos de vista, y contempla en esta quinta jornada qué hizo nuestra purísima Reina desde el pozo de Siquén hasta el llamado Necmas;
contempla lo que dice la venerable Madre, María de Jesús de Ágreda; que muchas veces se hospedaba la Santísima Virgen entre los corrales de la ovejas, porque no le daban otro mejor lugar los hombres; pues considera este día que, no hallando en este corto lugar posada, se retira a la montaña, entrando por las puestas de la cabaña, se elevan alegres los corderillos y las ovejas, y con sus balidos le ofrecen aquel humilde lugar, retirándose, como dice la venerable Madre, a un rincón, reconociendo a su Señor y Creador.
Considera, pues, la humildad de la Santísima Virgen y Reina de los ángeles, mírala apearse del jumentillo, acogerse entre los espinos; y contempla cuáles serían los pensamientos de aquel divino Pastor en las entrañas de su Madre, que vino a buscar la perdida oveja, qué lágrimas derramaría por las veces que se le había de tener entre las espinas de los pecados.
Meditación del día
El quinto día de la Novena está dedicado al DIÁLOGO.
Toda la Sagrada Escritura es un diálogo amoroso y salvífico entre Dios y los hombres. Un diálogo que alcanza su plenitud cuando la Palabra de Dios, el verbo Divino, su Hijo Jesucristo, se hace carne, se hace hombre, tal como lo narra San Juan en el primer capítulo de su Evangelio.
De Dios, apoyados en la sinceridad, afianzados en el respeto y enriquecidos por la comprensión, es de quien necesitamos en todas nuestras relaciones.
Un diálogo en el que a diario “nos revistamos de misericordia, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia” (Col 3, 12).
El diálogo sereno que brota de un sincero amor y de un alma en paz es el mejor aguinaldo que nos podemos dar en diciembre. Así evitamos que nuestras casas sean lugares vacíos de afecto en los que andamos dispersos como extraños bajo el mismo techo.
Dios nos concede a todos el don de comunicarnos sin ofensas, sin juicios, sin altanería, con respeto y empatía, lo que genera acogida y aceptación mutua.
Señor, la Navidad es el recuerdo de tu nacimiento entre nosotros, es la presencia de tu amor en nuestra familia y en nuestra sociedad. Navidad es certeza de que el Dios del cielo y de la tierra es nuestro Padre, que tú, Divino Niño, eres nuestro Hermano.
Que esta reunión junto a tu pesebre nos aumente la fe en tu bondad, nos comprometa a vivir verdaderamente como hermanos, nos dé valor para acabar con el odio y sembrar justicia y paz. Oh, Divino Niño, enséñanos a comprender que donde hay amor y justicia, allí estás tú, y allí también es Navidad. Amén.
Dios nos concede a todos el don de comunicarnos sin ofensas, sin juicios, sin altanería, con respeto y empatía, lo que genera acogida y aceptación mutua.
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