«Las "Jornaditas", nueve días para contar el viaje de la Virgen y San José desde Nazaret a Belén»...
Cada año, del 16 al 24 de diciembre, las tradicionales 'Jornaditas', una Solemne Novena en la que se cuenta, a través de imágenes, el camino de la Virgen María y de San José desde Nazaret a Belén como preludio del nacimiento del Niño Jesús.
SEGUNDA JORNADA. 17 DE DICIEMBRE
Esta es la segunda jornada, y es la ciudad de Naín, donde resucitó el Niño Dios al hijo de la viuda, en su crecida edad.
El pequeño pueblo galileo de Naín es recordado sólo porque aquí Jesús devolvió la vida al hijo de una viuda cuando lo sacaban por la puerta de la ciudad para ser enterrado. Jesús salió al encuentro de la procesión fúnebre que llevaba el cuerpo del joven —“el único hijo de su madre, que era viuda”— y tuvo compasión de ella (Lucas 7:11-17).
El lugar donde se produjo el milagro se encuentra a 7 km al suroeste del monte Tabor , subiendo por una carretera empinada. El pueblo (también conocido como Naim) tiene vistas a la llanura de Jezreel.
Eusebio , obispo de Cesarea , identificó el lugar en el siglo IV, señalando que no estaba lejos de Endor, donde el rey Saúl de Judá consultó a un médium antes de su encuentro final con los filisteos, descrito en el libro de 1 Samuel.
Iglesia Franciscana
Naín – Donde Jesús resucitó al hijo de la viuda
Contempla en esta jornada los trabajos de Nuestra Reina y Señora experimentando las lluvias del cielo, los aires fríos, las penalidades del camino, a su santo esposo caminando a pie, y apartando el jumento de las veredas ásperas, limpiando los caminos pedregosos, cansado, hasta llegar a la ciudad.
Donde puedes considerar en este Patriarca Santo, la vergüenza que pasaría en las puertas de los mesones, buscando posada para su fatigada esposa, las palabras ásperas y desabridas con que le despedían los mesoneros como gente interesada, el desconsuelo con que se quedaría en el rincón del portal, aumentando la pena de ambos esposos, el ver a Dios a las puertas de un mesón, sin dar entrada a la misma luz: y mira tú cuántas veces has hecho la mismo, despidiendo a Dios de tu corazón con el pecado, por tener tu alma hecha un mesón público de los demonios.
REFLEXION
Abre en este día las puertas de tu corazón, y oye qué te dice el vientre de su madre: mira, alma mía, en cuya busca vengo para llevarte a mi gloria, que estoy llamando a las puertas de tu corazón, ábreme que no tengo dónde reclinar la cabeza.
Meditar sobre la COMPRENSIÓN.
Comprensión es una nota distintiva de todo verdadero amor. Podemos decir que la Encarnación de Dios -Dios que se hace hombre- puede leerse en clave de ese gran valor llamado comprensión. Dios es alguien capaz de ponerse en nuestro lugar, capaz de romper las distancias y compartir nuestros afanes y nuestras alegrías. Es gracias a ese amor comprensivo de Dios Padre que somos sus hijos realmente, y hermanos entre nosotros. Como afirma San Juan Evangelista, Dios nos muestra la grandeza de su amor y nos llama a vivir como hijos suyos (puedes leer 1 Jn 3, 1-10).
Si de verdad actuamos como hijos de Dios seremos capaces de amar como Dios ama y dar la vida por los hermanos (puedes leer 1 Jn 3, 16). Con un amor comprensivo somos capaces de ver las razones de los demás, de ponernos en su lugar y seremos más capaces de aceptar sus fallas y ayudarlos a que se sobrepongan a ellas, sin condenarlos.
Si la NAVIDAD nos torna más ‘comprensivos’ con los demás, entonces podremos decir que la venida de Jesús sí tiene la fuerza para cambiarlo todo de raíz. Una Navidad feliz es aquella donde en lugar de juzgar desde nuestras heridas y resentimientos, aprendemos a ponernos en el lugar de los demás y somos capaces de dialogar y perdonar.
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