Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,12-19)
En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles:
Me impresiona el hecho de que Jesús, antes de llamar a los doce, se pase toda una noche orando. ¡Con qué seriedad toma Jesús las cosas! Y lo que hace en la noche es dialogar con el Padre y “barajar con Él los nombres de los que iba a elegir”. Ala mañana siguiente, todos esos nombres le sonaban muy bien. El trabajo ya estaba hecho. Sólo quedaba encontrarse con las personas concretas y decirles:
De nuevo el Evangelio nos interpela a los que vivimos en este mundo de las prisas, donde todo pasa muy rápido y casi no tenemos tiempo para pensar y recapacitar. Sin vida interior, sin silencio prolongado, sin oración, es fácil hacer depender mis decisiones de mis fuerzas y capacidades.
La oración evidencia la presencia del Espíritu en nosotros, que ora en nosotros y actúa en nosotros. Jesús permanece toda la noche en oración. Orar antes de decidir, orar para discernir el plan de Dios. Ya de día, Jesús realiza su elección: ahí están los doce. De algunos conocemos más; de otros menos. No son perfectos.
Quizá no son tampoco los mejores. Incluso alguno es mal considerado, por su oficio de recaudador de impuestos. Jesús los llama gratuitamente, más allá de sus méritos. Representan a toda la humanidad, con sus luces y sombras. Jesús quiere hacer camino con ellos, para que ese grupo continúe su misión hacia una nueva humanidad, reconciliada en el amor. Así debería ser el modo de proceder de toda la Iglesia, primero y siempre la oración. Solo después de recogerse en silencio y orar largamente, se confía la misión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario